Читать книгу El libro de Lucía II Bajada - María Lucía Cassain - Страница 15
Los bastones, las muletillas, las palabras que sobran y además los barbijos
ОглавлениеSe me ocurre pensar en los bastones y en realidad llegué a ellos por encontrarme pensando en las muletillas que muchas personas utilizan al hablar.
Esto es, a la necesidad que tienen algunos de sostenerse en alguna palabra o una frase, que van repitiendo de manera constante, durante cualquier conversación. Estas son como bastones en los que se apoyan, mientras la mente va buscando las palabras que se quieren decir y el tono con el que se quieren expresar.
Las muletillas serían como los bastones que ayudan a caminar, pero en realidad pienso que son recursos equivocados del habla.
Viene a mí el recuerdo de la frase que pronunciaba una mujer “de todas maneras” y la decía y repetía constantemente, como concluyendo, pero sin que arribara a ninguna conclusión, en este caso nada pude hacer al respecto, solo aprender a soportarla.
Pero me ha ocurrido en otra oportunidad tener que intervenir en relación con el uso de otra de ellas, la que hacía un colaborador mío y como sonaba tan feo, me atreví con el mayor de los respetos a poner el tema en consideración, y esa persona inteligente, con un mínimo esfuerzo dejó de aplicarla y luego me lo agradeció, me contó que lo logró solo prestando un poco de atención.
No está demás decir que por mi entrometimiento no hubo entre nosotros ofensas ni repulsión, todo se desarrolló en el marco de una relación laboral a la que, aunque vertical, traté de imprimirle siempre toques de horizontalidad y creo que lo hice bien, mejor dicho, lo hicimos bien.
Últimamente, se ha puesto de moda otra muletilla “te digo la verdad” y cuando la escucho reiteradamente, ello me mueve a risa, aclaro a una risa interior, porque me lleva a pensar que la persona que pronuncia esa frase, si no lo hace, es porque me está mintiendo y eso me causa mucha gracia porque sé de su absoluta sinceridad y esto más allá de que “algún secreto” todos podemos guardar, alguna vez escuché que se referían a él como el séptimo velo.
Y así como hay diversas muletillas, también hay bastones de distintos tipos, marrones, blancos, más recientemente surgieron los de color verde para las personas que, sin ser ciegas, tienen una importante dificultad visual.
Los bastones cubren diferentes necesidades y también supe que algunos de estos solo se utilizan como complementos de un atuendo que se pretende elegante o, sencillamente, son usados como adornos en decoración.
Y pensando en los bastones no puedo dejar de evocar a Jorge Luis Borges sentado y apoyado en su bastón.
En estos días me detuve además en otra cosa. En que hay una palabra, que observo que se usa demasiado frecuentemente –esto viene ocurriendo desde hace mucho tiempo– y para mí denota inseguridad en quien la pronuncia, me refiero a la palabra “bolu...”. Esa repetición constante del “ bolu...” no es agradable a los oídos, sobre todo porque además del sinsentido con que se dice, si la pronuncian las mujeres es como que les quita la gracia en su hablar y si la repiten los hombres denota mediocridad.
Y esto de los bastones, las muletillas y el uso de algunas palabras que siempre sobran me lleva a otro tema que es la repetición en la expresión de conceptos groseros, peyorativos, y a la generalización que se hace, respecto de lo distinto a lo de uno mismo y ello también me obliga a preguntarme: ¿qué inspira a las personas a ser tan despectivas con sus palabras, refiriéndose a los otros?
Nunca había llegado a pensar que un bozal podía utilizarse para lo que no fuera por ejemplo, un perro y para evitar una mordedura.
Pues bien, hace un tiempo ya que a los humanos “ famosos” en nuestro país y en el mundo se les ha impuesto por sus desconsideraciones y ofensas públicas a otras personas un bozal mediático. ¡Qué cosa...!, y yo misma estoy considerando la necesidad de implementarlo en otras situaciones distintas a la judicial, diría a algunas situaciones familiares y sociales, desde que hay conceptos que se escuchan, gratuitamente, que lastiman los oídos y no es fácil para muchos de nosotros tolerarlos.
Me pregunto entonces qué está ocurriendo con los seres humanos, ya que además de no saber a qué generación pertenecemos, y que tenemos que descubrirlo consultando por internet, allí donde nos anoticiamos de que llevan nombres –en idiomas distintos al castellano–, nos enteramos también por ese medio, que modernamente seguimos siendo tan clasistas que no sería raro que, si seguimos así, volvamos al apartheid.
Tolerancia 0 nuevamente se instala en mi vida y sugiere que vuelva a pensar y, en todo caso, a empezar a cambiar algunas cosas, ella cree que es momento de mezclar y barajar de nuevo y me sugiere ver cuáles son, ahora, claramente las nuevas reglas del juego, para decidir jugar o no hacerlo. Es importante no perder el tiempo ni el respeto.
Hoy ha surgido el uso de los barbijos que pienso que pueden ser los nuevos accesorios para la incomunicación. Nos tapan el decir a los charlatanes, como a los que no lo son y, lo más grave, más allá de los beneficios a nivel de la salud es que impiden visualizar la sonrisa, esa herramienta que tantas veces tiene el efecto de tornar la mayoría de los encuentros en algo amigable.
Esto da para pensar, imaginar y más.
Vaya este relato en homenaje a quienes son amables.