Читать книгу Una madre es un piano triste - María Malusardi - Страница 24

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He escrito hijos que no han nacido.

¿Deseo hijos?

Alguna vez. Una vez. Durante mi primer matrimonio (suena falso en mí decir matrimonio aunque en verdad lo era). Encuentro estas líneas, a mano, con lápiz (una dulce costumbre que perdura), en las primeras páginas de los diarios de Katherine Mansfield que entonces leía con melancolía espesa y sistemática: «Me siento mal, pesada, nauseosa. ¿Estaré embarazada? La sola idea me llena de felicidad».

Faltan quince años. Para la histerectomía.

Mi primer marido empieza a abandonarme. Me someto a ese abandono. Permito la humillación diaria. El rechazo. Me alivia enormemente no tener hijos con él. Luego, con mi segundo compañero falla el intento. ¿Deseo realmente hijos? Son destellos, breves momentos respaldados (escoltados) por una ilusión más cercana a la posesión de una experiencia única en un contexto capitalista (donde el consumo es la marca atroz del deseo) que por un ansia de maternidad.

Durante mi infancia, nunca juego a la mamá. Prefiero ser el papá. O el superhéroe. Mi imaginario ronda la idea de salvar vidas. La fuerza. Caigan sobre mí. Que yo sostengo. Cubro. Ayudo. Defiendo. Me convocan más los juegos de varones. Me convocan, me inquietan, los varones.

Una madre es un piano triste

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