Читать книгу Una madre es un piano triste - María Malusardi - Страница 25

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Le pregunto a mi madre si sufrió mucho durante los partos. Los tres, asegura, se dieron de forma natural.

«Apreté con fuerza sólo porque no había otra manera de sacarme a ese cabrón de dentro y porque empujar no es un ansia; es una exigencia respaldada por la violencia que habita en tu cuerpo, convertido de golpe en tu enemigo.

(…)

«Entonces nació Benjamín. El dolor desapareció súbitamente y recuperé mi ser social».

(El nudo materno de Jane Lazarre)

En el momento en el que te ponen el bebé encima, entre tus brazos, sobre el pecho, confiesa mi madre, te olvidás del dolor para siempre.

«Cogí al bebé en mis brazos, lo miré a los ojos. Me quedé de pie junto a la ventana un rato largo, contemplando la noche, todavía derramando sangre entre las piernas. Abrumada por mi propia fuerza y resistencia, lloraba y reía. Sentí que nunca había deseado otra cosa en la vida que ser madre y juré que nunca más tendría otro hijo».

(El nudo materno de Jane Lazarre)

Duele lo no parido como una ausencia de piedra. Duele el recuerdo de mi madre en mí cuando me araño en el sueño. El olvido de mi madre se ha revelado en mi regazo. El silencio de un espejo es lo que acuno.

Una madre es un piano triste

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