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EL CAMINO DEL APRENDIZ

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Desde mi rol profesional de constelador, observo que todas las personas que se acercan a los talleres, así como aquellos que realizan consultas individuales, son guiados por una necesidad creciente de encontrar respuestas; esta necesidad, por supuesto, es la manifestación del alma que, a través de una serie de síntomas, intenta lograr una amplitud del campo de consciencia.

Todos estamos invitados a iniciarnos en un camino de apertura. Todos estamos invitados a tomar distintas alternativas para lograr activar la mayor cantidad de recursos posibles de nuestro yo multidimensional.

Ese es el camino del aprendiz.

Nada de lo que acontece en el alma es producto del azar o de extraños designios negativos. Nuestra alma, por alguna razón sabia, elige vivir determinadas experiencias para realizar un camino de superación.

Muchas veces es difícil confiar en la certeza de estos designios cuando estamos sumidos en el dolor, porque lo que deseamos, de todas las maneras posibles, es liberarnos de lo que nos lastima. Sin embargo, desde el sufrimiento que implica transitar esas experiencias, debemos intentar ver más allá, para que sea posible iniciar el camino del aprendiz y, por lo tanto, de evolución.

Claro está que mi alma también se manifiesta y me conduce por lugares que a veces no desearía atravesar… vivencias fuertes que abarcaron y abarcan un abanico de situaciones complejas y penosas, pero que debí y debo superar a diario. Son pruebas que en principio parecen insuperables, pero que con voluntad férrea las venzo y, día a día, me hacen crecer y aprender. Este sinuoso y arduo recorrido que me fue llevando por diferentes sitios en un largo viaje que aún continúa, me devuelve siempre a la magia de ir encontrándome cada vez más con el sentido de las vivencias y el mensaje que contienen para fortalecerme y superar cada obstáculo.

Y ese fue, precisamente, mi inicio como aprendiz. La sinuosa senda del compromiso de descubrir, de mirar con otros ojos, de ver, finalmente, lo que luego volcaría en mi cotidiana práctica profesional.

Hace ya mucho tiempo que fui guiado por una querida amiga y colega, Olga Giordano, hacia las Constelaciones Familiares y los Órdenes del Amor, de Bert Hellinger. La vida de este gran maestro me conectó enseguida con aquella original fascinación… descubrir una dimensión donde se puede unir de manera perfecta todas las piezas del rompecabezas de la existencia y abrir la mente hacia un nuevo campo de consciencia.

Para quien aún no entró en contacto con esta herramienta terapéutica y espiritual, puedo adelantar brevemente que a través de las Psicoconstelaciones Familiares es posible comprender que formamos parte de una inmensa red relacional, donde los padres, hermanos, tíos, antepasados lejanos y cercanos y hasta amistades que tuvieron lazos con nuestros ancestros son los que influyen y moldean “de alguna manera” nuestro aquí y ahora.

Justamente, en la consulta emerge lo excluido en nosotros, aquellos temerosos secretos, las urdimbres del silencio y todo lo que ha quedado aparentemente olvidado.

La intención de la presente obra, queridos lectores, es acompañar desde mi experiencia profesional a quienes estén interesados en iniciarse en el camino constelativo, mágico viaje del alma por lugares desconocidos para sanar aspectos de la historia personal no recordada, oculta, encapsulada.

Todos los que hemos vivenciado esta experiencia psicoterapéutica podemos afirmar que gracias a este método de trabajo es posible recuperar información que creíamos perdida, reconstruir ciertos tramos del pasado, armar una autobiografía más coherente y sana, elevar nuestro presente a una forma de vida más digna y placentera.

Constelaciones familiares

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