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JACOB EN EL NUEVO TESTAMENTO

“Cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él:

He aquí un verdadero israelita, en quien no hay engaño”

Juan 1:47

Lo que tenemos aquí es una conversación con muchas alusiones a las Escrituras que evidencia que tanto Felipe como su amigo Natanael amaban la Palabra de Dios, habían meditado mucho en ella y tenían su esperanza puesta en sus promesas. Felipe acaba de encontrar a Jesús y quiere que su amigo lo conozca también: “Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas; a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (v. 45). ¿A quién se refiere con las palabras: “de quién escribió Moisés”? ¡Moisés escribió acerca de mucha gente! La referencia es al Mesías. ¿Tú conoces esta referencia? ¿Y las profecías de los profetas referentes al Mesías? ¡Felipe y Natanael tenían que conocer la Biblia para entender estas profecías! Los dos amigos estaban esperando ardientemente al Mesías. ¡Qué hermosa esta clase de amistad! Cuando Felipe dijo que Jesús venía de Nazaret, Natanael reacciona, porque sabe que el Mesías tenía que venir de Belén. ¡Conoce su Biblia!

Cuando Jesús saluda a Natanael con las palabras: “He aquí un verdadero israelita en quién no hay engaño”, la referencia es a Jacob, un “falso” israelita, un engañador; Jacob es Israel, y Jesús está diciendo que Natanael no es como su famoso antepasado, sino sincero, veraz, honesto y auténtico. Un verdadero israelita es un Jacob santificado, que ya no engaña, por lo tanto ya no es “Jacob”, sino “Israel”, es decir, el Jacob transformado, un verdadero creyente. En tiempos de Jesús había muchos israelitas falsos; Natanael lo es de corazón, es un verdadero israelita.

Natanael captó todo esto en el comentario de Jesús y le preguntó cómo lo conocía. Jesús le dijo: “Cuando estabas debajo de la higuera, te vi”. ¿Qué hacía debajo de la higuera, en qué pensaba? ¿Oraba? ¿Meditaba? Fuese lo que fuese, le preparó para su encuentro con el Salvador y ahora exclama: “Rabí, tu eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel”, es decir, el Mesías. La respuesta de Jesús hace referencia a Jacob. En cuentas resumidas dice: “¡Tú eres un Jacob verdadero y yo soy la escalera de Jacob!” Todo esto es entre líneas, pero se entendían perfectamente. Lo que realmente dice Jesús es: “De aquí en adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (v. 51). Le está diciendo que tiene razón, que es el Hijo de Dios y, a la vez, el Hijo del Hombre de quien escribieron los profetas (v. 45). Natanael lo ha captado todo.

Jesús es el verdadero hijo de Israel, el veraz, el auténtico, el puro, el que no tiene doblez ni engaño. Él es la Verdad y el Camino al Cielo (Juan 14:6), es la Escalera, el verdadero israelita por excelencia en quien no hay engaño, el cumplimiento de todo lo que la nación de Israel debería haber sido. Un verdadero israelita en el Nuevo Testamento es un cristiano de verdad, una persona en cuyo corazón no hay engaño, un creyente auténtico, sincero, genuino; es un verdadero hijo de Dios, alguien que anda en luz y vive la verdad.

Tocado y transformado

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