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EL DIOS DE JACOB

“Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob,

cuya esperanza está en Jehová su Dios”

Salmo 146:5

“Bienaventurado (feliz) aquel cuya esperanza está en Jehová su Dios”. Nuestra esperanza está puesta no en lo que Dios haga o deje de hacer, sino en Dios mismo. Los hombres acuden a los adivinos para saber lo que el futuro les depara, para esperar en ello; nuestra esperanza está en Dios, no en el futuro que pensamos que nos dará. Dios decidirá qué hacer. La esperanza está puesta en su Persona, su plan perfecto, su sabiduría, su poder, su amor, su identificación con nuestra situación, su presencia en medio de ella, y en sus buenos propósitos para nuestras vidas. Esperamos en Él, y Él hará.

“Bienaventurado aquel cuyo ayudador es el Dios de Jacob”. ¿Quién es Jacob? Es el hijo de Isaac que engañó a su hermano y huyó a casa de su tío Labán. Era tramposo, embustero, ladrón y engañador. ¿Cómo es el Dios de Jacob? Para contestar adecuadamente a esta pregunta es necesario hacer un estudio de su vida (Gn. 25-50), porque el trato de Dios con él revela muchas cosas acerca de Dios que no conoceríamos de otra manera. Dios ha escogido revelarse en términos de cómo se relaciona con los hombres. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Por su trato con Jacob vemos que es el Dios del pacto quien visita a los hijos de padres creyentes; no los deja en paz hasta que no se rindan a Él, y luego los conduce a casa. Es el Dios que quebranta para bendecir. Es el Dios que nos sorprende. Al final de la vida de Jacob, Dios tenía una sorpresa reservada para él que superaba cualquier cosa que pudiera haber pedido: ¡Su hijo, José, por quien había llorado tantos años, estaba vivo y gobernando el país de Egipto! Es el Dios que convierte lágrimas en gozo. Después del quebrantamiento viene una bendición mayor que cualquier milagro que podamos estar esperando. Al final de su vida, Jacob el creyente bendice a sus hijos y les transmite la bendición de Dios. El Dios de Jacob es el Dios que bendice a generaciones futuras, a los hijos de los hijos de sus hijos.

Nuestra esperanza está en este Dios, el Dios de Jacob, tal como se reveló a él. Él es nuestro ayudador y, así como ayudó a Jacob, nos ayudará a nosotros. En tiempos de lágrimas, en tiempos de sorpresas milagrosas y en tiempos normales, es el Dios que usará todo ello para revelarse a generaciones futuras como el Dios de Margarita, o el Dios de Pepita, o el Dios de Paco. Es el Dios de penas y milagros, obrando en todo para revelarse a un mundo que lo necesita.

Tocado y transformado

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