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H. RESUMEN Y CONCLUSIÓN

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Partiendo del rol clave de una buena comunicación para la enseñanza, la personalidad del profesor se define por cuatro competencias: la experticia en su materia, la habilidad de didactizar esa materia, su facilidad de comunicar y una evaluación profesional de sus estudiantes. La didactización rutinizada requiere años de experiencia y unas “gafas didácticas” que automáticamente ven un fenómeno con el ojo del experto y el ojo de un estudiante imaginario al mismo tiempo. La evaluación profesional es tal vez la habilidad más subestimada de un profesor, especialmente recordando que una “buena evaluación” puede significar diferentes cosas para estudiantes y sus profesores, pero también para la universidad concreta y la sociedad.

La buena comunicación es la clave para el éxito profesoral, define la personalidad del profesor. Se puede visualizar como una escena interna, donde diferentes actores representan un drama que el estudiante ve. El drama más común es entre el profesor árbitro y el profesor técnico en una persona – un conflicto de interés que necesita trabajo para que la personalidad del profesor se pueda comunicar de manera contundente y simpática.

Otras teorías sobre enseñanza universitaria entienden al profesor más como producto que como productor en el ámbito universitario, dado que él entra en una institución muy antigua, cuyas reglas no determina, sino que lo determinan a él.

Empíricamente, los estudiantes evalúan de la mejor manera a sus profesores por variables muy técnicas, especialmente (a) la preparación y organización de la clase, (b) la claridad de la presentación y (c) la comunicación clara de las metas del aprendizaje.

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