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III. A MANERA DE CONCLUSIÓN

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Cortar las raíces de la violencia de género es una tarea titánica que requiere el compromiso activo de hombres y mujeres, pues estas raíces son extensas y se extienden al ámbito social, cultural, educativo, religioso, económico, político, etc., de ahí la importancia que los diferentes organismos gubernamentales, educativos y religiosos inserten en sus agendas la erradicación de la violencia contra las mujeres y luchen por la igualdad material y efectiva.

Lamentablemente, en la actualidad se siguen efectuando prácticas lesivas dirigidas a mujeres y niñas que son avaladas por la tradición cultural y que terminan minusvalorando al género femenino, además, que le otorgan un rol de sumisión o subordinación respecto de los hombres. Se constata que cultura + patriarcado da como resultado la vulneración de los derechos humanos. La cultura, no es estática por lo tanto es el momento propicio para repensar nuestras tradiciones culturales y poco a poco eliminar las tradiciones dañinas y sustituirlas por nuevas prácticas más igualitarias y no excluyentes.

La educación es sin duda la primera herramienta con la que se debe dotar a la mujer y con la cual cuenta la sociedad en conjunto para desenraizar este problema. La mujer debe tener igualdad oportunidades para estudiar, investigar y profesionalizarse. Pero también los agresores deben ser reeducados en igualdad, haciendo énfasis en el enfoque de género. La sociedad en general desde los primeros años de enseñanza debe recibir una educación en valores donde se fomente la igualdad y no discriminación entre hombres y mujeres, evitando los estereotipos. La educación es el camino para la emancipación de la mujer.

En el campo laboral, es urgente que la mujer pueda acceder a puestos de dirección o ejecutivos y sobre todo que tenga igual remuneración que los hombres por el mismo trabajo, de tal manera que desaparezca la brecha salarial. La sociedad exige mayor presencia de las mujeres en la política, la cultura, la ciencia, la economía, la tecnología, etc., solo así conseguiremos una sociedad más justa e igualitaria.

Las religiones, en su mayoría al ser dirigidas por hombres, tienen amplia base patriarcal y legitiman diversas formas de discriminación hacia las mujeres, es indispensable plantearse nuevas formas de vivir nuestras creencias religiosas sin menoscabar los derechos de las mujeres.

Para finalizar, como sociedad debemos comprometernos en no seguir abonando el suelo nutrido del patriarcado con actitudes machistas, debemos comprometernos en desenraizar esta problemática, además, es necesario que se adopten políticas públicas y programas sociales para afrontar este problema cultural y estructural, dando una verdadera respuesta integral y global con un tratamiento transversal que corte las raíces donde se engendra la violencia de género.

Estudios Interdisciplinares de género

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