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Estructura del libro

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En este apartado presentamos los ejes problemáticos que han sido vertebradores de este proyecto, con hallazgos parciales obtenidos durante el recorrido investigativo por las distintas instancias del proceso productivo de la noticia televisiva sobre delito, violencia e inseguridad. El primer hito de ese trayecto es el capítulo “Estudio integral del circuito productivo de las noticias: un desafío teórico y metodológico”. Allí se comparte, precisamente, las coordenadas teórico-metodológicas que permitieron el abordaje de nuestro objeto de estudio y la descripción pormenorizada de las técnicas y los instrumentos empleados para ello. Tras esto, en el primer tramo del libro, la lectora o el lector se encontrará con capítulos que analizan las condiciones de propiedad de la producción mediática, así como sus vínculos con las rutinas productivas operantes en la construcción de las noticias y los criterios de selección de los contenidos informativos. El segundo capítulo, “La televisión abierta de las grandes ciudades argentinas: estructura subordinada y contenido local”, sistematiza las características centrales de la estructura de propiedad de los ocho canales de televisión comprendidos en nuestro estudio. Allí se establece, en particular, la relación que las emisoras cabeceras de los grupos audiovisuales más grandes de la Argentina, el Grupo Clarín y Viacom, mantienen con los principales canales de televisión abierta ubicados en las ciudades de Rosario, Córdoba y Mendoza. Lo observado permite asumir que la concentración económica en el sistema de medios influye decisivamente en la modelización del proceso de construcción de noticias en cuestión. La constatación de este vínculo queda plasmado, también, en el tercer capítulo, “Concentración mediática y rutinas productivas: la desigual cobertura de los territorios provinciales en las noticias sobre delito”, donde se constata la asociación existente entre las decisiones de cobertura de este tipo de acontecimientos, el mapa societario de los canales analizados y, finalmente, las condiciones de la producción periodística en lo relativo a la concepción de lo local –entendido en sentido restringido, es decir, de un modo que concierne, casi exclusivamente, a los acontecimientos suscitados en torno a la ciudad que aloja al canal y desatiende al resto del territorio provincial– y lo nacional –generalmente, circunscripto al Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA)–.

El itinerario continúa acercándose a los contenidos informativos propiamente dichos, pero lo hace, a su vez, en conexión con las labores de su producción. En el relato televisivo de noticias es clave desentrañar quiénes son los actores con capacidad de influir en el sentido que adquiere el tratamiento de esos acontecimientos en los medios, en particular cuando se trata de hechos delictivos. Concretamente, el capítulo titulado “El rol de las fuentes informativas en el encuadre del delito” plantea una respuesta al siguiente interrogante: ¿en qué medida la agenda de los quiénes da cuenta del verdadero ejercicio de poder por parte de determinados actores en su vínculo con periodistas y editores? Para entender el rol de las fuentes informativas en el encuadre del delito, las autoras de este cuarto capítulo proponen una triangulación teórico-metodológica entre análisis de los contenidos y entrevistas abiertas efectuadas a trabajadores de los canales analizados; ello les permite comprobar que el influjo de distintos actores en el encuadre de las noticias no se observa, necesariamente, en el grado de visibilidad que alcanzan –en cuanto fuentes– en las coberturas sino, más bien, en la organización misma de los temas y, sobre todo, en la perspectiva sobre los acontecimientos que predomina en las notas.

La indagación sobre el quehacer periodístico, así como los factores que inciden, en este es vasta. No lo es, en cambio, la discusión acerca de la injerencia de un aspecto tan sustantivo como la clase social en el backstage de las noticias. En esta vacancia se inscribe el quinto capítulo, “Periodistas, clases sociales y territorios «inseguros»”. A partir de analizar los testimonios de trabajadoras y trabajadores de los noticieros, recabados por las entrevistas abiertas, el texto está enfocado en comprender cómo se escenifican la desigualdad social y territorial en los acontecimientos de delito, violencia e inseguridad que son narrados por los medios, atendiendo a las huellas que los procesos productivos y de trabajo dejan sobre este tipo de noticias.

Las condiciones de producción de la noticia constituyen, también, una instancia clave para la comprensión de los medios audiovisuales, donde se estructuran rutinas y tareas singulares para la confección de contenidos que procuran ser novedosos y originales, al tiempo que incorporan mecanismos de atracción e interés para fidelizar a sus telespectadores. El resultado es un producto en el que convergen operaciones propias de lo ficcional, puestas en función de narrar la información de actualidad. El sexto capítulo, “Noticieros: espectacularización y rutinas productivas”, propone, para su disquisición, cruces entre el análisis narratológico y lo atestiguado por los informantes clave que cumplen distintas funciones en los canales analizados; lo hace focalizando en los procedimientos de espectacularización y dramatización que buscan exacerbar las emociones y generar empatía en las audiencias, con la consecuente descontextualización y fragmentación de los hechos noticiados.

El discurso de información sobre el delito suele cristalizar estereotipos de delincuentes y construir una espacialidad en la cual se delinean universos dicotómicos bien-mal entre un nosotros y un ellos. El capítulo “El binomio víctima-victimario y su figuración discursiva para la atribución de responsabilidad” analiza, desde una mirada principalmente inscripta en la sociosemiótica, las recurrencias en el modo en que son figurados los personajes centrales, usualmente categorizados como víctima y victimario, y la correspondiente atribución de responsabilidades. Situado en el plano de la enunciación, pero en vinculación sinérgica con el framing, ese séptimo acápite aborda un corpus de notas que se refieren a hechos delictivos de diverso tipo, tales como casos de corrupción en la esfera pública, violencia de género y delitos comunes sobre la persona y la propiedad.

En este estudio entendemos que la recepción de los contenidos televisados está condicionada por una serie de variables: como ya hemos dicho, entre otras, la evaluación que el público hace del medio en cuestión, sus respectivas experiencias de victimización y la percepción de cercanía o lejanía respecto del acontecimiento narrado. Por ello, en los capítulos finales de este libro se problematizan los resultados del cruce entre los contenidos televisivos y su recepción, tanto en las coberturas de delitos en general como en los hechos de corrupción en particular, revisando testimonios recogidos mediante grupos focales. En el capítulo “La construcción de la corrupción como problema mediático: contenidos informativos y percepciones de las audiencias”, la instancia de recepción dialoga con los rasgos más recurrentes de la cobertura noticiosa que ese tipo particular de delito tiene en la Argentina. Se explora, allí, el proceso mediante el cual este tópico se construye como problema público en los noticieros televisivos estudiados, asociando su creciente visibilidad con su configuración como escándalo político, a partir de una evaluación moral negativa sobre la figura del denunciado. Por su parte, el noveno y último capítulo del derrotero que escogimos para presentar los hallazgos de nuestra investigación tiene por título “Recepción de noticias sobre delito, violencia e inseguridad”. En él se desentraña el haz de interpretaciones que las distintas audiencias realizan sobre este tipo de notas –atendiendo al posible impacto que estos discursos pueden tener en cuanto generadores de temor y promotores de respuestas punitivas–, así como los usos que dan a este tipo de contenidos las ciudadanas y los ciudadanos indagados en este proyecto. Finalmente, el libro concluye con un epílogo gentilmente elaborado por Silvio Waisbord, a quien debemos la gratitud de ser el primer explorador de nuestro escrito y aceptar compartir, con todos, su efecto de lectura.

El delito televisado

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