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Prólogo

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La literatura es un camino sin retorno. Una vez que descubres las palabras, no puedes imaginar un mundo carente de ellas.

«El conocimiento protege, pero también causa dolor». «Pero escribir duele, escribir destruye. Escribir abre el alma y deja que entren cosas que no deberían entrar». La protagonista de este libro, que podría confundirse a menudo con la propia autora, reflexiona sobre el dolor que causa la literatura.

Porque es cierto, sí. La lectura, ese ejercicio solitario que ha deleitado a tantas personas, puede también pesar como una losa. Y, aun así, las que experimentamos el dolor y la gloria de la letra escrita ya no queremos (ni podemos) vivir de otra forma. Las letraheridas, como Miriam y como yo, analizamos el día a día a través de las miradas literarias que descubrimos o nos descubren. Y también nos sentimos incomprendidas por el mundo que nos rodea y que piensa que estamos locas.

Cuando me adentré por primera vez La herida de la literatura lloré. ¿Sabéis por qué? De repente todo se tornaba tan real que incluso me escocía la piel y me picaban los ojos. El corazón me latía como cuando me enamoré por primera vez, sabedora de que tenía delante de mis ojos la historia de mi vida. Y es que los libros vienen siendo de los pocos lugares en los que, como decía Cortázar, todavía se está a gusto. Por eso, creo que toda la vida podría sentir mariposas en el estómago y enamorarme una y otra vez, y otra, y otra más.

Mientras leía esta historia experimenté dolor y, al mismo tiempo, fui consciente del precioso homenaje que Miriam rendía a todas las mujeres de la literatura. Esas mujeres que a ella le sirven a diario como espejo en el que reflejarse y a través de las que entiende la complejidad del mundo. Escritoras como Carmen Laforet, a la que tanto le marcó su vida la publicación de esa Nada cuando era tan jovencita; Carmen Martín Gaite, quien fue capaz de hablar de la amistad entre dos mujeres y de recrear una de las mejores novelas intimistas de todos los tiempos, Nubosidad variable; Ana María Matute, que se mantuvo siempre en una infancia eterna; o Elena Ferrante, creadora de la Saga Dos amigas, en la que nos cuenta la historia de una amistad femenina a través del tiempo de forma magistral. Resuenan también por aquí los ecos de otras mujeres como Adelaida García Morales, creadora de El Sur, o Mercè Rodoreda, autora de la inolvidable La plaza del Diamante.

El ejercicio de este prólogo supone para mí una oda a la amistad, esa que surge entre dos mujeres a las que une la literatura y después, la vida. Qué maravillosa unión, ¿no? El vínculo que tenemos Miriam y yo recuerda un poco, o eso siento yo embebida por la lectura, a las cartas que compartieron hace tanto tiempo Elena Fortún y Carmen Laforet. La literatura nos une, y ella nos lleva a la vida. Y después de nuevo a las letras, para siempre.

Me emociono demasiado con este (intento de) prólogo. Procuro las palabras que expresen mejor la magnitud de lo que aquí se cuenta y, os lo juro, no soy capaz. Yo, que leo tantísimo, siento terror a hablar de los libros que me apasionan. La mejor definición que encuentro para ellos es ‘libros puñal’, libros que nos atraviesan por dentro y que, en mayor o menor medida, cambian nuestra forma de ver la vida. Este es uno de ellos.

Sigo indagando en lo que supone esta novela. La mejor de Miriam. Un homenaje completo a la literatura y a esas dos tierras que definen a la autora. Una utopía que siento muy cerca. Las palabras de mi madre repitiéndome incesantemente esa amenaza: «de tanto leer, te vas a volver loca». Locura y soledad. Las ausencias que pesan. El dolor más agudo, y las letras que salvan.

Y la nostalgia.

Siempre pienso que la literatura posee banda sonora. Y yo imagino a la protagonista de La herida como si fuera Amélie caminando solitaria por las calles de París. Esa nostalgia que se convierte en ‘morriña’. Porque Miriam, como buena gallega, lleva los tonos grises tatuados en la piel y sabe perfectamente provocar esta sensación en las lectoras.

Gracias Miriam. ¿Por qué?

-Porque es emocionante soñar con que los libros pueden mejorar un poquito el mundo.

-Porque la literatura es terapéutica y nos libera.

-Y porque es precioso creer que a través de la lucha que estamos librando ahora recuperamos a tantas mujeres silenciadas.

-Por la amistad y los libros compartidos.

Y a vosotras, este libro será un oasis. Un paraíso en esta locura de mundo que habitamos. Una herida que cicatrizará.

TENSI GESTEIRA

La herida de la literatura

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