Читать книгу El Ser Confinado: Diarios de una Pandemia - Nadia Corino - Страница 19

Azhara Bejarano, Reykjavík, Islandia El privilegio de poder adaptarse al cambio

Оглавление

Si algo caracteriza a mi generación, la millenial, es el cambio. Somos hijos de la evolución digital y desde pequeños aprendimos que la permanencia tiene fecha de caducidad. Renovamos el teléfono cada dos o tres años, adquirimos ropa nueva cada temporada, preferimos alquilar a comprar, tenemos parejas nuevas cada poco tiempo, e incluso nos mudamos con mayor frecuencia. Estamos acostumbrados a cambiar de escenario y también de idioma. El cambio forma parte de nuestro estilo de vida. Sin embargo, ¿Qué sucede cuando el cambio es imprevisible y ocurre de la noche a la mañana?

Llevo cinco años residiendo en Islandia. Como muchas personas de mi edad, víctimas de la crisis económica del 2008, me vi en la situación de tener que emigrar para poder evolucionar profesionalmente. En mi casa, mi marido y yo nos dedicamos al turismo. Él es guía turístico y yo soy directora de ventas y marketing de una tour operadora islandesa para hispanohablantes, Islandia360.

A principios de febrero del 2020, desde mi empresa, seguíamos muy de cerca todo lo que estaba sucediendo en China. Estábamos programando nuestra participación en la Feria de Turismo de Barcelona y la cancelación del Mobile Word Congress nos tenía muy preocupados. A priori, muchos veían el virus como el que ve una catástrofe por las noticias. Te impacta, pero como no te afecta en primera persona, sigues con tu vida. No obstante, yo tenía que verlo con otros ojos pues recaía en mí la decisión de decidir si íbamos a participar en la citada feria. El 28 de febrero se confirmaba el primer contagio de covid-19en Islandia; dos días después comuniqué a la organización de la feria de turismo barcelonesa que no íbamos a participar en esta edición. Mis colegas de profesión llegaron a dejarme entrever que estaba exagerando, incluso yo misma llegué a pensarlo.

Durante el mes de marzo, desde Islandia, parecía que la pandemia iba a pasar de largo. Al ser inmigrante, seguía las noticias de España, pero aquí la negación predominaba. Todavía teníamos turistas y realmente nada había cambiado. No se oía hablar de tener que usar mascarillas. De hecho, recuerdo a la farmacéutica de mi barrio decirle a un turista que las mascarillas no servían de nada. La covid-19 era una gripe común y pensar lo contrario era alarmista. Cuando el 14 de marzo confinaron España, mi marido y yo nos quedamos alucinados.

Él estaba guiando un grupo de españoles por el oeste de la isla y, entre acantilados y cascadas me llamó para alertar: – “comprá comida en conserva y arroz, por si acaso, que esto se está poniendo feo”. Le hice caso de inmediato, pues la sensación del momento era como si uno estuviera al borde del Apocalipsis. Sin embargo, aquí en Islandia, no llegaba el confinamiento, y eso que cada vez teníamos más casos. La idea principal del gobierno islandés era la de controlar el virus para que se propagara poco a poco sin colapsar los servicios médicos. Esa forma inicial de afrontar la pandemia me generaba mucha ansiedad. Al ver las noticias de España, Francia e Italia veíamos que esto no era una gripe común y nos daba pánico el planteamiento que estaba teniendo Islandia.

A finales de marzo, a raíz del confinamiento en muchos países, mi marido se quedó en el paro. Sin turistas no tenía trabajo. Paralelamente, en mi puesto de trabajo tuve que afrontar una ola de cancelaciones de viajes, devoluciones y cambios de fechas. En mi empresa, de la noche a la mañana, pasamos de tener todo el año programado a no tener nada. Todo lo que había estado trabajando durante el 2019, creación de productos, campañas de ventas y contrataciones con agencias, todo eso se fue a la basura.

El cambio de paradigma nos llegó de sopetón y la única opción era reaccionar. Recuerdo que pensé en algo que dijo Albert Bandura, en su teoría de la autosuficiencia: “las personas que creen que tienen la facultad de ejercer cierto grado de control sobre sus vidas son más saludables, más eficaces y tienen más éxito que aquellas que no tienen fe en su capacidad para llevar a cabo cambios en sus vidas”. Pero ahora, con el paso del tiempo, veo que la adaptación al cambio ha sido posible gracias a algunas premisas que no debemos olvidar, puesto que no todo el mundo cuenta con los mismos recursos de adaptación.

Durante la pandemia, me he sentido respaldada económicamente por la cobertura social del país en el que resido, recibiendo tantas ayudas para cubrir parte de mi sueldo, al principio, como, más tarde, el desempleo. Creo que mi actitud positiva ante un cambio tan radical y perjudicial para mi sector laboral como ha sido la covid-19 es consecuencia directa de los derechos laborales adquiridos por los trabajadores en Islandia. Se me hace muy difícil imaginar cómo otras personas podrían adaptarse a una situación como la que hemos vivido sin este respaldo social.

Por otra parte, desde el mes de marzo de 2020, he reforzado la comunicación con mi familia y con mis amistades. Lo cierto es que casi la totalidad de mi familia se encuentra a tres mil kilómetros de mi residencia actual y que no he podido ver a mis más allegados desde hace más de un año. Si bien esto ha sido un gran inconveniente que me ha hecho sentir triste en ocasiones, también lo es que, dadas las circunstancias, he establecido una comunicación más habitual y profunda con algunos familiares y mis círculos de amigos. Este apoyo personal creo que también ha sido clave para poder llevar esta situación de la mejor manera posible.

Finalmente, estos apoyos social y personal han permitido que haya podido entender estos meses como una oportunidad para vivir nuevas experiencias y adquirir nuevos conocimientos. Teniendo más tiempo de lo habitual e intentando adaptarme con optimismo a una crisis sanitaria y económica de tal envergadura, he aprovechado los días libres para aprender a cocinar recetas más elaboradas, mejorar mi nivel de inglés e islandés, a emprender nuevos proyectos personales y hacer más deporte. El tener pequeñas nuevas metas me ha ayudado a mantener la mente ocupada y optimista.

Para mí, la pandemia ha sido un tiempo para reconectar conmigo misma y con los demás. Pero esto ha sido posible porque la he vivido desde un escenario privilegiado. Sin embargo, no todo el mundo tiene la misma suerte. Hay muchas personas que han sufrido por no tener lo básico para pagar facturas y comida. También hay quien ha perdido familiares y amistades, o quién ha estado absolutamente solo. Por esto pienso que, más allá de mi experiencia personal, a veces, aunque se quiera con toda el alma, si el entorno no es favorable, la adaptación al cambio es imposible.

El Ser Confinado: Diarios de una Pandemia

Подняться наверх