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AMBICIÓN MUSICAL, ECONÓMICA Y VITAL
ОглавлениеSERVANDO CARBALLAR: Para el tercer álbum de Surfin’ Bichos, Ariola nos aumentó mucho el presupuesto de grabación y nos fuimos a grabarlo a Inglaterra. Allí hicimos Hermanos carnales.
JOAQUÍN PASCUAL: El día antes de ir a Inglaterra dormimos en Madrid. Esa misma tarde nos hicimos la famosa foto sin camiseta que sale en la portada.
FERNANDO ALFARO: Esa foto con el pecho descubierto es un síntoma muy claro de ambición, de ir a saco, del momento de euforia que vivíamos. Explica la falta de pudor de una gente tímida que decide ir en plan rock and roll. Esa foto no iba a ser la portada del disco, sino solo de promoción. El fotógrafo nos iba diciendo, «¡mojaros el pelo!, ¡quitaos las camisetas!»…
JOAQUÍN PASCUAL: Desde Londres, fuimos en furgoneta con David Gwynn a los Chapel Studios, en el condado de Lincolnshire, a ciento cincuenta kilómetros de la capital. Estábamos emocionados. El estudio estaba en medio del campo. Nos pasábamos el día grabando. Era un estudio de primerísima categoría. Aunque no lo fuéramos, nos sentíamos unos musicazos. Estábamos en la gloria. Y aprendimos mucho a tocar. Nos exigimos un montón: sacar arreglos bonitos, pianos, baterías bien hechas… Intentamos dar un salto en la calidad de las canciones.
Había una taberna a un par de kilómetros del estudio donde íbamos a beber unas pintas. Allí vimos a los primeros grunges. Eran como extraterrestres. Nosotros aún íbamos con nuestros botines y chupas de cuero, y allí la gente empezaba a ir superguarra, con los pantalones rotos, con el pelo oxigenado… Volvimos a España y, al poco, en un vídeo, yo ya llevaba una pinta un poco grunge, con camiseta larga debajo y una corta encima.
FERNANDO ALFARO: Habíamos visto grunges en la MTV, en casa de un amigo, pero en la vida real, en el campo, jugando al billar en una ciudad inglesa, pequeña como Albacete… No es que nos hiciéramos grunges, pero nos influenciaron en la imagen. Incluso hay un solo de guitarra en plan J Mascis en Hermanos carnales. No he vuelto a hacer solos de guitarra desde entonces. Dinosaur Jr. fueron muy influyentes. Sobre todo el Bug.
Yo tenía la sensación de que ese era el último disco que grabaría. En esa época se destapó lo del sida. Muchos de los amigos con los que había compartido drogadicción y jeringuillas descubrieron que tenían el virus. Parece una cosa de subnormales, pero a veces en una ciudad pequeña o en un barrio de una ciudad grande al farmacéutico de guardia no le salía de los huevos venderte una jeringa y terminabas volviendo a donde la habías tirado el día anterior o compartiéndola con otro tío.
Estaba convencido de que tenía el sida. Me entró la paranoia. Los del grupo sabían que tenía ese miedo. Las pruebas salieron negativas y entonces decidí que íbamos a ir a muerte. Fue un momento de mucha ambición: estética, musical y económica. Exigí al grupo poner toda la carne en el asador. Para mí era un momento de todo o nada. Yo quería grabar un disco doble, aunque al final entre Servando y Javier Bennassar me convencieron de que era mejor hacer un solo disco y más directo. Sabía que empeñarme en hacer un doble podía perjudicar al grupo porque subiría mucho el precio del disco y no iba a tener salida. Y tampoco quería poner palos en las ruedas.
Justo después de grabarlo me llamaron de RCA para tener una reunión con el equipo de promoción. Lydia Fernández, la nueva directora, se disculpó ante toda la compañía por no haber hecho caso a Fotógrafo del cielo y dijo que Hermanos carnales le parecía la bomba. Este era el discurso que yo recibía de la compañía y que reafirmaba mi ambición. A partir de aquí nos llevó directamente el equipo de promoción de RCA y nos metieron en Los 40 Principales. Ese disco es el pico de ventas de mi carrera.
JOAQUÍN PASCUAL: Toda la relación con la compañía la llevaba Fernando. Yo no conocía a nadie. Solo iba a firmar contratos. Fernando nos explicaba lo que le habían propuesto y le decíamos, «perfecto, Fernando, adelante». Jamás hablamos de royalties. Todo nos parecía bien.
FERNANDO ALFARO: El resto del grupo no se involucraba en ninguno de estos temas, pero yo me puse muy en primera línea y también fue una parte importante de lo que me quemó. Yo estaba expuesto a todos los marrones.
JOAQUÍN PASCUAL: La compañía apostó mucho por nosotros. Hermanos carnales le costaría un ojo de la cara. Nosotros teníamos la sensación de que podíamos llegar a vivir de la música unos años. Hasta ese momento todos trabajábamos: yo en el colegio, Fernando en la gasolinera… De repente, sonábamos en Los 40 Principales, salíamos en televisión y parecía que podía pasar… pero no pasó. Presión por parte de la compañía tampoco sentimos y tampoco tuvimos ninguna desilusión porque no funcionara.
FERNANDO ALFARO: En las multinacionales siempre tienes la presión de que, si el disco no funciona, te echan a la calle, y cuando sacamos Hermanos carnales, la teníamos. Depende de las personas con las que trates, te lo plantean de una forma más diplomática o menos, pero hay una cosa que se llama P&L, profit & loss, que es una cuenta de ingresos y gastos. Cuando les pedías algo, te lo sacaban como quien saca el bate de béisbol. Si les pedías carteles de apoyo para la gira, ellos sacaban el P&L y te decían que no podían invertir más. Era una forma de decirte que para el siguiente disco te tendrías que esforzar más. Nosotros sabíamos que si estábamos allí era en parte por el prestigio que les dábamos. Las compañías tienen artistas que les dan muchísimo dinero y otros que solo les dan un aura de mecenazgo.
SERVANDO CARBALLAR: BMG-Ariola nunca fue capaz de romper la barrera de ventas. Básicamente no funcionó porque quien domina una reunión de márketing en una multinacional es el equipo de ventas. Y esa gente vende mucho mejor un producto limpio y claro en El Corte Inglés que un grupo de raritos. Un equipo de ventas funciona con unos objetivos y no se esforzará para que un grupo que vende dos mil venda cinco mil discos; se esforzará en colocar treinta mil copias de un grupo que vende diez mil. Nos encontramos una y otra vez con que nuestro plan no funcionaba. Ese sistema [del subsello en una multinacional] es una falacia, por lo menos en España. No es que la idea no funcione, sino que el equipo de ventas no es capaz de hacer ese trabajo.
Participé en esas reuniones de márketing de BMG-Ariola. Yo tenía que vender el disco a los de la compañía, cosa que nunca había tenido que hacer en DRO. En DRO poníamos el disco y nos gustaba a todos. No hacía falta generar el interés. La primera reunión en la que participé fue para presentar Hermanos carnales. Había veinte tíos ahí plantados. Pusimos el primer single, «Fuerte», y la gente se quedó superfría. Yo tampoco me supe desenvolver bien. Para mí era una situación nueva y anómala. Entonces dijeron, «¿cómo vamos a vender esto?». Era una reunión de márketing tradicional con un producto nada tradicional. Salí bastante preocupado. Empecé a darme cuenta de que había mucho más trabajo que hacer. Tenía que hacerles el márketing porque ellos no podían adaptar su márketing, pero yo no soy un tío de márketing. ¿Cómo te explico que «Fuerte» es una canción buenísima?
Cámara cumplió en los primeros tiempos. Los Surfin’ le gustaban muchísimo y su equipo creativo estaba totalmente convencido. El disco sonó e invirtieron en promoción, pero no vendió lo que pensaban que debía vender un disco de éxito. Nosotros habíamos vendido cinco o seis mil copias, y en RCA vendieron ocho o diez mil. No estaba mal, pero supongo que esperaban una reacción como la que después se produjo con Los Planetas.
FERNANDO ALFARO: Todo eso coincidió con el boom de Nirvana. Geffen, el sello que publicaba a Nirvana, también estaba distribuido por BMG. Era 1992 y la compañía intentó vendernos como los Nirvana españoles. A mí ya me valía, pero luego hubo el affaire de la gira con Nirvana. Íbamos a ser sus teloneros en Madrid, Valencia y Bilbao. Se hicieron carteles y cuñas en Los 40 Principales, y pocos días antes de la gira nos dijeron que no tocábamos. Solo hubo un telonero en esa gira: Teenage Fanclub. Aun así, hay gente que me dice que nos vio tocar con Nirvana. ¡Fascinante!
Eso fue un duro revés para nuestra moral. Cuando estás en un grupo, grabas un disco, sales de gira, grabas otro disco y quieres que suene mejor que el primero, vuelves a la misma sala y quieres que haya más gente… Buscas de forma casi obsesiva una progresión ascendente. Hasta entonces había sido así, pero ahí hubo un punto de inflexión que fue el principio del fin. Me descubrí a mí mismo con una ambición de crecimiento constante. Yo exigía demasiado a los demás y a mí, pero, por primera vez, esa exigencia no se veía compensada. Y cuando eso no se cumple, tiendes a culparte.
JOAQUÍN PASCUAL: Quizá no había público para nosotros y nuestro fracaso estaba cantado. Pero entonces las compañías funcionaban invirtiendo muchísima pasta. Y con una décima parte del dinero que gastó RCA en nosotros puedes conseguir hoy que un grupo por lo menos dé la cara. No hay que ser muy listo para saber que, antes, para sonar en Los 40 bastaba con poner un fajo de dinero. La grabación en Inglaterra tuvo que ser carísima y a la vuelta nos montaron un concierto para prensa en la sala Di Mauer. Tocamos medio desnudos para mucha gente que ni sabía quiénes éramos y que estaba tomando unas copas como si fuera una presentación de Rocío Durcal. Allí les regalaban el disco envuelto en tela de saco.
FERNANDO ALFARO: Me daba mucha rabia el despilfarro. No me molaba que nos invitaran a una fiesta de BMG, nos llevaran a un Melià de cinco estrellas y nos metieran a cada uno en una habitación enorme. Y se lo decía: «Está muy guay el hotel, pero ¿no sería mejor invertir el dinero en promocionar el disco?». Más que nada porque al cabo de dos días ibas a tocar y dormías en una pensión de mierda. Una vez en Logroño fuimos a un hostal, por usar un eufemismo, y dormí con la parca y la capucha puestas para no tocar las sábanas. Parecía la Sábana Santa. ¡Tenía marcada la silueta humana!
JOAQUÍN PASCUAL: Ahora las compañías saben más cuál es el mecanismo para mover a los grupos. Los circuitos están más claros. Antes sonabas igual en Los 40 que en Radio 3. Les daba igual la revista Cuore que El País Semanal. Hoy el público al que le interesa la música independiente está más localizado y los grupos y los sellos sabemos dónde están los puntos de apoyo y las salas. Si quieres promocionar a un grupo, sabes muy bien dónde poner el dinero. En esa época, RCA pensó que la manera de dar un salto al gran público era sonar en Los 40 y tocar medio desnudos para la prensa. Gastarse el dinero en todo eso no tenía ningún sentido.
FERNANDO ALFARO: En BMG-Ariola existía esa rivalidad interna entre súbditos típica de las estructuras capitalistas. El grupo bandera indie de Ariola eran Los Sencillos, que habían sacado «Bonito es», y el de RCA éramos nosotros, con «Fuerte». «Bonito» y «fuerte»: ¿se ve la diferencia? En esa batalla interna fuimos los perdedores.
La siguiente conversación con Álvaro de Torres, el nuevo director, fue para decirle que teníamos nuevas canciones, nuevo bajista, y que el grupo sonaba como nunca. Su respuesta fue que no estábamos maduros. ¡Yo ya tenía veintiocho años! ¡Si me descuidaba, estaría podrido! Dijo que no era el momento de grabar otro disco. No creía en nosotros. Ahí se me ocurrió hacer un disco de versiones. Con todo el cariño del mundo, pero motivado por las circunstancias.