Читать книгу Pequeño circo - Nando Cruz - Страница 41
¿VALEMOS PARA ESTO? ¿VALEMOS PARA ALGO?
ОглавлениеANTONIO ARIAS: Cuando nos pusimos a tocar con el Eric, decíamos, «lo raro será que no nos contraten, ¿no?». Sonábamos fuerte y sonábamos bien.
ERIC JIMÉNEZ: Antonio venía de algo muy blando, y yo de algo muy duro. Pensamos que compaginándolo se podía hacer algo interesante. Buscábamos algo sucio que tuviera la energía del punk y la melodía del pop.
ANTONIO ARIAS: Siempre he tenido buena relación con José Ignacio [Lapido]77 y siempre volvíamos a tocar juntos, pero cuando volvía a 091, pensaba, «no me gusta esta visión del rock tan académica». Me entendía mejor en un entorno más caótico, de montar tu grupo y defenderte solo. Me dijeron, «sabes que en cuanto salgas por esa puerta tu carrera habrá terminado, ¿no?». Y yo respondí, «¡eso es precisamente lo que quiero saber! ¿Valemos para esto? ¿Valemos para algo?». Está claro que, si me iba, perdería todos los contactos, pero a lo mejor me salían otros. Les propuse seguir con ellos mientras tenía los Lagartija Nick, pero me dijeron que no se podía estar en dos sitios a la vez.
ERIC JIMÉNEZ: M.A.R. Pareja tenía un grupo siniestro, Museo de los Sueños. Antes de grabar Hipnosis78, íbamos a hacer un playback en un programa de marujas de la televisión andaluza. Como faltó Juan [Codorniu], lo invitamos. Daba una imagen de puta madre con el pelo así a lo Robert Smith.
A Juan nos lo recomendó Vicente, un amigo siniestro de Algeciras con el que escuchábamos discos de Psychic TV, Diamanda Galas y Swans en su casa. Eran de lo más siniestro que había. Yo estaba harto del punk y me dio por eso. Luego también acabé hasta los huevos de tanto bute79.
ANTONIO ARIAS: La diputación hizo varios volúmenes del recopilatorio Rock GRX y en uno de esos llegamos a entrar80. Ahí aún estábamos solo Eric y yo. Las guitarras de esas dos canciones las grabó José Ignacio Lapido.
ERIC JIMÉNEZ: Luego la misma diputación llevaba a los grupos del recopilatorio por mogollón de pueblos de Granada. Era la hostia porque grupos que no tenían ni disco tenían diez o doce fechas de verano a cachés de doscientas mil pesetas. Eran conciertos en fiestas de pueblo. En la primera época de Lagartija Nick, tocamos con La Frontera, Desperados, Seguridad Social…
La gente pasaba muchísimo de nosotros. Incluso a tus colegas se les cortaba el rollo al estar entre abuelas, niñas con carricoches y el tonto del pueblo con un helado. En los pueblos te veían con el pelo cardado y te decían, «¿quién es el chulo de la piara?». A mí me echaron de una caseta por pegarme un morreo con mi novia. Me dijeron, «¡a follar a la calle!».
ANTONIO ARIAS: En Granada existía una escena. Salían grupos como La Guardia. Lo que no había era la mentalidad. Los Cero se emperraron en la necesidad de ser reconocidos, de ser famosos, de ser número uno. A mí el éxito de los demás me encanta, pero no puedes identificarte con eso y decir, «a mí no me hacen caso y a estos, sí». Una manera de seguir en este mundo es la de «tengo que ser famoso porque, si no, no puedo volver a Granada», y la otra es «estamos en un buen punto para hacer cosas». Y lo primero que aprendí fue el aburrimiento de las multinacionales, el desencanto.
ERIC JIMÉNEZ: En Granada había sellos, pero era todo muy cutre. No había afición de montar una oficina o una compañía de discos. Las contrataciones las manejaban los cuatro tíos que tenían orquestas y traían al grupo de moda. No tenía nada que ver con montar un sello y darle una identidad.
ANTONIO ARIAS: Estaba La Cacería, una gente muy vanguardista y heredera de la música industrial. No funcionaba a nivel de sello; era más distribuidora de discos del extranjero. Igual Diseño Corbusier y Neo Zelanda editaron algo en Granada, pero lo normal era grabar en Madrid. Volver de Madrid te daba más empuje y reconocimiento en tu ciudad.
Cogimos la furgoneta de los Cero, un poco de dinerillo y nos fuimos Eric y yo a Madrid a buscar compañías. Fuimos primero donde nos conocían, a DRO, pero no hubo muy buen feeling y dijimos, «insistir aquí es una tontería». A Romilar-D los conocíamos por Sex Museum. Decíamos, «¡qué disco más guay y encima es de una compañía española!». Romilar también editaba grupos extranjeros que nos molaban, como los Cosmic Psychos y los New Christs.
JUAN HERMIDA: Vinieron a Madrid el día que presentábamos Independence de Sex Museum en la sala Ya’Sta. Me llamaron desde el locutorio de Telefónica que había en la plaza de Colón. Les dije que estaba muy liado y que mejor viniesen al día siguiente, pero insistieron en pasarse por la oficina. Tardaron horas en venir. Justo cuando salía, aparecieron, agitados. Me dejaron la demo El rostro de nuestro tiempo hasta la mañana siguiente. Les advertí que era imposible que la escuchase, pero insistieron.
ERIC JIMÉNEZ: No teníamos dinero para un hotel y nos quedamos a dormir dentro la furgoneta, en el parking que hay debajo del Hotel Plaza España. Pasamos un frío de puta madre. Le dije a Antonio, «algún día dormiremos en este hotel». Cuando fichamos por Sony, tuvo mucha gracia porque nos dijeron, «¿queréis quedaros en el Plaza España?».
JUAN HERMIDA: Al día siguiente, según abrí la oficina, aparecieron con aspecto de no haber dormido. Les devolví la demo, quedaron en enviarme una copia y volvieron a Granada. Luego me enteré de que, cuando me llamaron desde el locutorio, les habían robado la bolsa donde tenían la maqueta y tuvieron que apostarse en la puerta hasta que salió el individuo para recuperarla. Por eso vinieron tan tarde a la oficina y, como no tenían dinero, pasaron la noche en el coche. Conocer esta historia hizo que decidiera trabajar con ellos.
Lagartija Nick en su primer concierto, en 1987. (Cedida por Antonio Arias.)
BLAS FERNÁNDEZ: Lagartija Nick actuaron en la fiesta de Ventana al pop en la plaza mayor de Tomares [Sevilla]. Sería en verano del 90. Allí firmaron el contrato con Romilar-D. Juan Hermida vino expresamente desde Madrid para firmarlo. Fue un conciertazo brutal: Lagartija Nick y Cancer Moon.
JUAN HERMIDA: El hasta entonces mánager de Sex Museum, Javier González, se había mudado a Granada y le puse en contacto con ellos. Javier se encargaba de montar las giras de los grupos australianos y suecos como los New Christs o Died Pretty.
IÑIGO PASTOR: Con Javier monté algunas giras en Munster con grupos holandeses, suecos y franceses. Yo lo dejé, Javier continuó y Munster Tourin’ se convirtió en una de las primeras oficinas de representación de grupos de esa onda: Los Bichos, Lagartija Nick, Sex Museum…
ERIC JIMÉNEZ: Javier González nos metió de teloneros de Sex Museum en Granada cuando vinieron a presentar el Independence. Sex Museum fue el primer grupo español al que vi vender discos en los conciertos.
ANTONIO ARIAS: Veíamos los discos de Sex Museum, Surfin’ Bichos, Cancer Moon, Los Bichos… Era la escena a la que nos queríamos acercar.
Javier era de Portugalete y en seguida nos pusimos a currar por los gaztetxes. Era un mundo curioso. Allí teníamos amigos de Granada que se habían hecho guardia civil pero que también eran rockeros. Allí los más abertzales se juntaban con los guardia civiles en los camerinos, pero notabas cuál era el guardia civil porque era el que miraba debajo del capó del coche.
JUAN HERMIDA: Les propuse editar un single, meterles en una fiesta de Romilar-D y darles a conocer por el circuito antes de grabar el álbum.
En la fiesta tocaron Sex Museum, The Amateurs, The Pleasure Fuckers y los recién salidos Lagartija Nick. Fue en octubre de 1991, en la sala Fundadores de Madrid. La intención era mostrar una escena cohesionada. Debo reconocer que, para sorpresa mía, y sospecho que de todos, se llenó.
ANTONIO ARIAS: Todos los grupos que nos juntamos allí sonábamos sucios, pero no todos sonábamos igual. Y esa apertura de influencias la podías comprobar en el público. El carácter venía marcado por esa nueva independencia. El fondo y la forma eran volver a trabajar con gente que amase la música y rondase tu edad. Y llegar hasta el final, aunque el recorrido siempre desembocaba en la misma calle, que era la multinacional.
También se buscaba la integración con grupos de otras zonas: Los Amateurs, La Perrera… Esa voluntad de unión y de crear escena estaba en los conciertos de Romilar. Los grupos vascos tocaban mucho en Andalucía. Ellos bajaban y nosotros subíamos. Había más tiqui-taca.
FINO OYONARTE: Cuando ya vivía en Madrid, tuve una novia en Granada y, si no tenía concierto con Los Enemigos, me bajaba allí. En el Factoría me encontraba a Antonio Arias y nos cogíamos unos pedos de escándalo.
Ya había hecho mis primeras producciones para Los Marañones y el primero de Los DelTonos. Tenía muy poca experiencia, pero muchas ganas de dirigir o participar en una grabación. Y no solo hacía discos de blues.
ANTONIO ARIAS: Yo sabía que Fino estaba trabajando en Sonoland y le entré. No quería un productor, sino alguien que pudiera hacer de puente entre un estudio y nuestro sonido. Yo ya había estado grabando en un estudio grande y había visto lo fácilmente que te puedes perder. En seguida dices que sí a sonidos que no te gustan, para no molestar y no liarla.
JUAN HERMIDA: Fino transmitió su emoción al oír las canciones de Lagartija Nick a su mánager. Lalo [Cortés], de la agencia Attraction, rápidamente desplazó a Javier González y también lo intentó conmigo. Llamó al A&R de CBS-Sony y le invitó al estudio el día que arrancábamos la grabación.
Ni siquiera los habían escuchado y ya me pedían que parase la grabación para negociar su contrato. Gentilmente, les pedí a los dos que se marchasen del estudio.
FINO OYONARTE: El disco se grabó en seis días. Sonorizamos la base de todas las canciones en una sesión: el bajo de Antonio y la batería de Eric. Aquello ya era una brutalidad. Luego conectamos los amplis y los dos guitarristas tocaron a la vez. Ese disco es una piedra en bruto, como los que se grababan en los 60 o los 70. La banda tocó prácticamente en directo.
JUAN HERMIDA: La referencia 37 de Romilar fue Hipnosis. Era el primer CD que editaba. No tenía libreto ni nada. Adapté la portada y la contraportada del LP a las medidas del CD, pero no tenía letras ni fotos.
Cuando lo llevé a Radio 3, nadie lo pinchó. Solo Jesús Ordovás, ese mismo día, y haciendo referencia a Antonio Arias de 091. A las dos de la mañana, cuando ya había acabado el Diario pop, aún tenía la radio encendida. Estaba absolutamente decepcionado porque, para entendernos, seguía sonando Loquillo. ¡Y era 1991! Solo Luz Elez81, que se había comprado el disco, dedicó un programa entero al disco y luego lo pinchó durante semanas y semanas. Pero, claro, a esas horas mucha gente ya había apagado la radio.
FERNANDO PARDO: Apostar por Lagartija sí era revolucionario en ese momento. Es como cuando La Fábrica Magnética apostó por Surfin’ Bichos: son momentos en los que notas que, uy, aquí pasa algo.
BLAS FERNÁNDEZ: En el caso de Lagartija no era solo el volumen. Nadie en esa época estaba haciendo unas letras como las de Antonio Arias en Lagartija Nick. Quizá Fernando Alfaro, pero en un registro completamente diferente. El caso de Lagartija Nick era un punto y aparte.
ANTONIO ARIAS: En inglés no había mucha manera de competir. Cuando te defiendes en otro idioma, aunque tus ideas sean muy buenas, pareces más tonto, ¿no? Y también estaba la intención de buscar otro tipo de escritura.
Había en España una técnica muy ochentera que fue la que sobre todo quise evitar: eso que los músicos llamamos el zinglés: sacar primero las letras en inglés —«wanna hold and a mirror and a holder and a mili baby…»— y luego convertir eso en dos frases en español. Es un camino sin salida porque te acostumbras a un sonido que en absoluto vas a poder emular en español. Es mejor que el primero tortazo sea inmediato y partir de cualquier tontería en español.
ERIC JIMÉNEZ: A esa edad no entendía mucho las letras de Antonio, pero me producían un impacto que me agradaba, porque cuando veía La edad de oro y salían los subtítulos de las canciones de los grupos extranjeros, yo notaba que, a diferencia de las que se escribían en España, eran letras muy gráficas. Eran como visiones.
ANTONIO ARIAS: La primera lección para escribir letras de otra manera e incorporar aspectos sociales la recibí de Joe Strummer. Una de las técnicas que utilizaba era escribir una frase; por ejemplo, «la mujer del coronel va paseando por la catedral». Luego hacía una lista de diez o veinte palabras que rimaran con «catedral», y luego, lo más difícil: rellenar el hueco de las frases de en medio. Y ahí empezaba a meter la estructura de collage con la mayor perfección que he visto en mi vida. Era capaz de introducir nombres de marcas y a la vez un pensamiento social. Es como si das un giro de trescientos sesenta grados en el centro de la ciudad y describes todo lo que eres capaz de retener. Eso ya conformaba un mensaje. Y el collage siempre ha sido muy pop y muy adelantado.
Escribir sobre la realidad se asociaba a cosas que en seguida dejaron de gustar. La misma influencia de los Clash desapareció muy rápido porque en seguida te asociaban con Kortatu, a un planteamiento de radicalización contrario a la sociedad. Y una forma de no radicalizarte era escribir como empezaron haciendo Los Planetas en sus primeras letras: hablar de un mundo más naíf. No digo que describir sea más valiente, pero quizá luego la cosa progresó hacia la evasión, a reflejar una sociedad más indolente.
JUAN HERMIDA: Cuando se presentó Hipnosis en directo fue un shock. Enlazaron todas las canciones. No hubo ni el mínimo parón. Fue un trallazo, un muro de sonido. Al cabo de una hora se fueron y la gente se preguntaba qué había pasado. Decían que el batería era como Thor con los martillos.
FERNANDO PARDO: El primer disco de Lagartija marcó un camino diferente. Era lo que yo creía que los grupos madrileños podrían haber hecho si hubiesen optado por cantar en castellano. Me daba la impresión de que en Madrid siempre se tiraba a lo facilón y autocomplaciente.
JUAN HERMIDA: Para mí, hay tres discos que marcan un antes y un después en la escena independiente española. El primero, indudablemente, es Independence, de Sex Museum; empezando por el título. Ese disco es el «podemos». Demostraron que cantando en inglés y haciendo música de garaje no comercial en un sello independiente de tercera división como el mío se podía funcionar. El segundo, que reafirma eso un año y medio después, fue el de Lagartija Nick. Ahí ya íbamos muy adelantados a los demás: cuando la gente empezaba a asumir a Sex Museum, salió Hipnosis con esa portada y esas letras surrealistas. Y el tercero ya sería el Super 8 de Los Planetas.
Independence e Hipnosis vendieron muy poco. Yo no podía venderlo en El Corte Inglés y ese era un obstáculo abismal. En una compañía más estable hubiese vendido muchísimo más. Lagartija Nick habían conseguido cierto impacto en la escena independiente, pero los medios no sabían cómo tratarlo. No era 091, era otra cosa.
Volví a sentir la misma impotencia que con Sex Museum. No tenía dinero. El grupo había llegado hasta donde yo podía situarles. Me reuní con ellos en Granada y allí acordamos dejar de colaborar tanto Javier como yo. Tenía totalmente asumido mi naturaleza independiente y les anticipé que no pondría ninguna traba a Sony Music.