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RUIDO EN LAS CUEVAS
ОглавлениеANTONIO ARIAS: Nací en Granada en 1965. En mi familia por parte de mi padre son barberos desde mi bisabuelo. Mi padre tenía una barbería y mi abuelo, una taberna. En la taberna tocaba flamenco y en la barbería, rondallas. Tocaba la bandurria y el laúd. Mi madre era ama de casa hasta que se hizo auxiliar de enfermería. A mí también me hubiera gustado montar una barbería, pero mi padre se empeñó en que no aprendiera.
ERIC JIMÉNEZ: Nací en Granada en 1967. Somos tres hermanos y yo soy el pequeño. Mi padre era abogado. Tenía en casa una bandurria de puta madre, de palo de santo. Él decía que la tocaba, pero no le vi tocarla nunca.
El padre de Antonio sí tocaba pulso y púa. «Pulso y púa» se llama a una reunión de rondallas, generalmente de viejos, donde se toca la mandolina y la bandurria agitando mucho la muñeca. Era muy popular en fiestas y bares de pueblo y también en barberías. En Andalucía, las barberías eran un centro social donde la gente se reunía, aunque no fueran a pelarse.
ANTONIO ARIAS: Somos tres hermanos: Jesús, José Ángel y yo, que soy el pequeño. Jesús fue el primero que tuvo guitarra y banda. Cuando yo tenía quince años, le llamaron de una formación anterior a 091, Al-Dar, porque iban a reestructurar el grupo. Mi hermano ya tocaba en los T.N.T. y les dijo, «yo no quiero, pero mi hermano toca». Hice una prueba con «No Woman, No Cry» de Bob Marley, «So Lonely» de Police y «God Save the Queen» de los Sex Pistols; las tres que sabía tocar con el bajo. Dejé el grupo que tenía en el instituto. Era el año 81.
ERIC JIMÉNEZ: Empecé a hacer rabonas en el colegio con once años; rabonas de cinco meses. Mi madre tenía un hostal. Me metí a musulmán con unos moros que estaban en el hostal vendiendo bisutería. Me bautizaron y me pusieron de nombre Abdullah. Por la noche, hacían artesanía y yo me iba a su cuarto. Claro, cuando llegaba la hora de ir al colegio, yo estaba rendido porque había estado toda la noche con ellos.
Yo era un showman. Iba a una discoteca de críos y me ponía a bailar. El guitarrista de Lagartija Nick, M.A.R. Pareja73, también era un gran bailarín. Bailábamos las horteradas: «Tocar madera», Patrick Juvet, «My Sharona»… En el mismo barrio donde estaba el club de baile, ensayaba un grupo. Buscaban un batería y me hicieron una prueba. En esa batería los platillos estaban metidos en un cubo lleno de arena y sujetos sobre unos rieles de cortina. Como era muy rápido con las manos, me cogieron. Luego me llevaron a un local de ensayo, me pusieron delante de una batería de verdad y me cagué: ahí descubrí que eso tenía un pedal de bombo y más historias.
ANTONIO ARIAS: Los Cero ensayábamos en unas cuevas que había en la carretera que iba para Murcia. Al decaer las orquestas, empezaron a ir a ensayar los grupos. Había un montón. El alquiler serían unas seiscientas pesetas al mes.
Un día, Tacho74 entró y dijo, «¡tenéis que ver al batería que están probando los KGB!». Me asomé, vi a ese personaje y me quedé fascinado de por vida. Ese día ya se veía que Eric tenía algo especial: un tempo y un ángel. Ya llamaba la atención. Tenía catorce años. Yo tenía dieciséis.
ERIC JIMÉNEZ: Había muchísimos grupos en Granada: Beat Club, Averno, Magic, SOS… Pero los más modernos y con los ojos más puestos en Inglaterra eran 091, T.N.T. y KGB. Lo otro era más añejo: blues, heavy, rock sinfónico… Jesús Arias de T.N.T. le habló de nosotros a DRO y nos grabaron en el Punk Qué? Punk, un recopilatorio a nivel nacional en el que también estaban Seguridad Social, N-634, los Espasmódicos… Luego nos hicieron un single, pero me tomé tan en serio lo del punk que en un programa de Canal Andalucía dije que los de DRO eran unos ladrones y unos cabrones que se gastaban el dinero en producciones de Julián Ruiz. Y ya no hubo LP.
FINO OYONARTE: En Almería ya se hablaba de Eric. Era muy célebre. Almería era como un pueblo y para nosotros ir a Granada era como ir a La Meca. Los cuatro que nos dedicábamos a la música decíamos, «¡he visto a Eric con sus pintas punkies!». Y ver a KGB en Almería fue revelador. Tocaron con Ilegales, que estaban en todo lo alto. Un amigo que tenía una tienda de música le llevó doce pares de baquetas a Eric y las rompió todas.
ERIC JIMÉNEZ: Me casé con dieciséis años. Siempre había tenido muchísimos miedos, me follé a la que sería mi mujer y creí que ya no iba a volver a follar en mi vida. Me quedé pillado. Me casé por la iglesia. Fue un acontecimiento. Vinieron todos: T.N.T., KGB, 091… Mi suegro iba vestido de militar y el monaguillo que hacía de backliner del cura era subnormal. El primer baile con la novia lo hice con el «Killing Moon» de Echo & the Bunnymen.
FLORENT: Se casó con la hija del director de la banda militar. Yo conocía a la novia, a la Isa, pero a él, no. Se vino a vivir a mi barrio, en los bloques de los militares, y aquello era ya vivir con una rock and roll star. Eric era un tipo muy raro: entre tímido… o directamente no te hablaba. Se ponía un tupé echao palante a lo Jesus and Mary Chain y no le veías los ojos.
ANTONIO ARIAS: Los Cero tenían el equipo que habían heredado de Al-Dar y una manera de rentabilizarlo era haciendo mítines. Montabas el equipo para Felipe González o Alfonso Guerra y luego tocabas. Lo hicimos en bastantes pueblos. En el paseo del Violón cerramos la campaña del 82. Veíamos a Felipe González por allí, pero nunca me lo llegaron a presentar.
J: Eran el grupo que lideraba la escena de rock and roll. Era una banda sólida, profesional. Muchas veces los vi tocar en mítines del PSOE. El mánager de 091, Paco Ramírez, era consejero de cultura en la Junta de Andalucía. Había mucha gente del PSOE culturalmente inquieta que organizaba cosas interesantes desde el ayuntamiento: festivales y conciertos de grupos de rock.
ANTONIO ARIAS: El tito Paco, le llamábamos. Era el tío de Tacho y también era mánager de [Enrique] Morente. Había estado exiliado en París, trabajando en la UNESCO, y llevaba y traía a gente al Olympia. Buscaba cosas a Enrique, a Quilapayún, a Paco Ibáñez… a toda aquella intelectualidad medio exiliada. Cuando volvió a Granada, montó una oficina. Enrique acababa de sacar Sacromonte y había una escena muy interesante.
ERIC JIMÉNEZ: Yo era el más pequeñito de KGB y Antonio era el más pequeño de 091. Los dos nos enamoramos de Siouxsie & the Banshees, los Mighty Lemon Drops, los Damned… De grupos que en 091 estaban un poco prohibidos. Montamos un grupo paralelo a 091 con una novia de Antonio. La llamaban «La Pelos» porque tenía el mismo look que Siouxsie. Nos juntábamos en el local de 091 y tocábamos todas las canciones de Siouxsie.
ANTONIO ARIAS: La primera vez que me fui de 091 fue por el impacto de haber tenido a Joe Strummer produciendo un disco75 y ver que el resultado era tan desalentador. Joe había pagado hasta las mezclas y al final lo remezclaron a sus espaldas. Más que rebelarme contra ese mundo, pensaba, «para eso me voy con el Eric, montamos un grupo y duramos lo que duremos».
ERIC JIMÉNEZ: En un año, KGB y 091 podían tener diez o doce bolos. Pero en esos conciertos no generabas público y tampoco había salas. Solo había pubs o discotecas grandes en las que tenías que meter un buen equipo de sonido, y como no tenías capacidad de convocatoria, no podías pagarlo.
Estaba todo tan bien pagado por el PSOE que en Granada el mundo del rock llegó a ser un poco pijo. Los grupos decían, «¿cómo voy a ir yo a tocar a Salamanca si no me pagan?». Eso la mayoría de grupos de Andalucía no lo querían hacer. Vivíamos en otro mundo.
ANTONIO ARIAS: Los Cero no necesitábamos apenas salir de Andalucía para vivir de la música. Eras contratable sin necesidad de haber tenido un éxito importante. En el año 82 cobrábamos cuatrocientas mil pesetas de caché. Pillabas diez conciertos de esos y estabas forrado, pero no salías al ámbito nacional. Podías vivir de plazas de toros de Andalucía, pero a lo mejor no habías hecho una sala en dos años.
MANUEL ARANZANA: Nací en Linares en 1965. Cuando entré en Preceptos Devotos, ya tenían el maxi de «Bajada de anfetas». Yo entré al año y grabé otra versión que editó la Junta de Andalucía en un disco76 contra las drogas. Ahí estaban 091, Sendero Luminoso, Dulce Venganza… Me extrañaba que quisieran esa canción para un disco antidrogas, aunque tuvimos que cambiar una frase para que encajase en el rollo del disco. La letra decía, «es muy normal, es muy normal / que con bajada de anfetas todo pueda pasar» y la cambiamos por «es muy normal, es muy normal / cuando salga el sol todo puede pasar».
Eran los 80, cuando todo estaba permitido, y eso nos permitió hacer una gira por toda Andalucía. Podíamos dar treinta conciertos con un caché potente. Yo me dedicaba exclusivamente a la música. Funcionábamos como los grupos de verbena. Ibas como de puta; una puta moderna que toca sus canciones. Hacíamos los cuatro programillas de Canal Sur y con eso nos conformábamos.
BLAS FERNÁNDEZ: Durante los 80 y principios de los 90, había muchos concursos. Eran fundamentalmente municipales. El que partía la pana era el Alcazaba. De ahí salieron Danza Invisible, 091, Tarik y la Fábrica de Colores… Lo organizaba el ayuntamiento de Jerez y tenían el acierto de llamar a gente de Radio 3 para que hicieran de jurado. Eso les aseguraba que luego el concurso tuviera repercusión, por lo menos en Radio 3.
JESÚS ORDOVÁS: He sido jurado de cientos de concursos: en Mallorca, Gijón, Galicia, Jerez, Jaén, Castilla-La Mancha… Desde que empezó Radio 3, fui prácticamente el representante de la emisora en todos los jurados. Cada mes podía ir a dos o tres concursos. Casi todos los fines de semana de mi vida los he dedicado a festivales y a hacer de jurado de concursos.
BLAS FERNÁNDEZ: Había un despilfarro absoluto. En Almería se hizo un concurso en el que no estuve de jurado, pero sí me invitaron a la presentación del disco de los grupos ganadores. Te llevaban a comer a unos restaurantes fantásticos. Preguntabas qué presupuesto habían destinado al disco y era una barbaridad para unos discos que no tenían recorrido alguno.
ERIC JIMÉNEZ: Era el rollo de cuando entra el Partido Socialista en España y da cancha a la cultura. Hay pasta para hacer discos de la diputación, hay pasta para que la gente pinte cuadros, hay pasta para que una televisión regional haga programas de cultura… Pero todo sin ninguna relevancia porque la gente no consumía eso. Era meter pasta en la cultura, pero sin tener muy claro cómo hacer la difusión. No servía absolutamente para nada.
JOSEMA DALTON: Cuando desapareció el Alcazaba, el Certamen de Pop-Rock de San Fernando fue el concurso que llamaba la atención de más grupos andaluces. Los Invitados éramos más o menos lo mismo que Los Hermanos Dalton, pero más verde. En el 88 ganamos el certamen. El premio era un disco que grabamos en el 89, Invitados por error, pero que no tuvo ninguna repercusión. Servía para tu currículum, pero para nada más.
BLAS FERNÁNDEZ: Más allá de los cuatro o cinco programas que hacíamos la gente a la que nos interesaba ese tipo de música, esos discos no llegaban al mercado. Todo eso se hacían con dinero público, con la intención de apuntarse al carro de no sé qué pretendida modernidad.