Читать книгу El error de tu venganza - Noelle Cass - Страница 10

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Kyle entró hecho una furia en el edificio, se introdujo en el ascensor y subió a la sexta planta. Cuando se abrieron las puertas se alegró de que no hubiera nadie por los pasillos y se dirigió lo más rápido posible a su despacho. Cristopher lo había puesto de un humor de perros. En su fuero interno no quería creer las palabras de ese desgraciado, pero tenía que reconocer que había abierto una brecha sobre la imagen que él tenía de Isabella. Y aunque fuera así, no tenía derecho a juzgarla con tanta ligereza, el culpable era Cristopher, por ir aireando las intimidades de un pasado que había compartido con Isabella, y eso demostraba la clase de hombre que era. Llegó a la puerta de su despacho y entró rápidamente cerrando la puerta, se acercó al asiento detrás del escritorio y se dejó caer pesadamente derrotado. Ahora más que nunca tenía que proteger a Isabella de ese malnacido, precisamente sus actos no eran honrados, pensó distraído mientras giraba el asiento y se ponía a mirar por la ventana, sin fijarse en nada particular. Él era el único que podía defender a Isabella y buscaría la forma de ayudarla, no sabía exactamente cómo, pero Cristopher no volvería hacerle daño a Isabella mientras a él le quedara un soplo de vida, eso lo tenía muy claro. Minutos después giró de nuevo el sillón hacia el ordenador e intentó concentrarse en el trabajo, pero le fue imposible, la conversación con Cristopher invadía de nuevo su mente, no alcanzaba a imaginar qué pretendía obtener de Isabella después de tantos años. Pero se prometió que estaría alerta para averiguarlo.

Al mediodía, cuando por fin pudo concentrarse y avanzar en el proyecto que tenía entre manos, Isabella llamó a su puerta y entró en el despacho. Tan pronto ella entró en la estancia, el delicioso aroma del perfume a rosas de Isabella le inundó las fosas nasales y el corazón le dio un vuelco. Delante de Cristopher no lo quiso reconocer, pero era más que evidente que estaba muy enamorado de ella. Era preciosa, dulce, inteligente, triunfadora y con esa combinación no había podido resistirse a ella, era una mujer maravillosa y no era difícil que los hombres se quedaran prendados de ella. Ella avanzó hacia el escritorio y se sentó en una de las sillas que había frente a él.

—¿Estás muy ocupado? —preguntó ella mientras tomaba asiento—. Como hoy no viniste a preguntarme como de costumbre si íbamos a comer juntos, me pasé para ver si te pasaba algo.

—No, no estoy muy ocupado, después del descanso volví al despacho y tardé en concentrarme en el trabajo —dijo él mientras cerraba el programa del ordenador que usaba para hacer su trabajo y después la miró.

Ella estaba preciosa con un traje chaqueta pantalón beige y camisa blanca. Llevaba el pelo recogido en un moño bajo la nuca del que se desprendían unos cuantos mechones y caían acariciando su esbelto cuello. Acompañaban el conjunto unos sencillos pendientes de oro a juego con una cadena también de oro en forma de corazón. Kyle cada vez que la veía tenía la sensación de que el corazón se le iba a salir del pecho, mientras latía desaforado y la sangre le corría por la venas como si fuera un torrente de lava ardiendo. Solo deseaba que Isabella algún día pudiera corresponder a sus sentimientos, era lo que más deseaba en la vida, amarla y protegerla el resto de su vida. Una mujer como ella no podía conformarse con mucho menos.

—Entonces, ¿te apetece venir a comer conmigo al Old Beginins? —preguntó ella con una sonrisa luminosa que en esos momentos rivalizaba con la intensa luz del sol.

—Eso no hace falta que lo preguntes, sabes que para mí es un placer comer contigo. —Y se levantó del asiento mientras sonreía y dejaba ver unos dientes perfectamente alineados y blancos. Cogió la chaqueta del traje y se la puso. Isabella pudo comprobar que él estaba muy guapo.

—¿Has avanzado mucho en el proyecto? —le preguntó Isabella mientras también se ponía en pie y se alisaba la ropa.

—Sí, estoy seguro de que para la próxima junta de accionistas ya podré tener un proyecto viable, creo que todos van a quedar encantados con los resultados.

—Me alegro mucho por ti, Kyle —dijo ella sinceramente, mientras él la dirigía hacia la puerta del despacho. Recorrieron el pasillo hasta el ascensor y en cuanto las puertas se abrieron, entraron y bajaron al vestíbulo del edificio.

—La verdad es que al principio el principal accionista no veía viable mi idea, pero ahora que está el trabajo más avanzado se da cuenta de que es un buen proyecto a medio plazo —habló él, mientras las puertas se abrían y salían del ascensor. Él la sujetó suavemente por los hombros y la dirigió hacia la salida del edificio.

—Sí, es verdad, Peterson al principio tenía sus dudas y no veía con buenos ojos la propuesta que le ofrecías. Johnson y Clive le abrieron los ojos haciéndole ver el abanico de posibilidades que aportaba tu idea. Eso hará que nuestra cartera de clientes aumente con el tiempo.

—Ahora solo queda esperar a ver si quedan satisfechos con los resultados definitivos —dijo él y salieron a la calle, donde los recibió el sol.

Se encaminaron hacia el restaurante. Kyle seguía sujetando a Isabella por los hombros y ella no hizo nada para romper el contacto. Se sentía protegida entre los brazos de él. Kyle seguía inquieto por la conversación que había mantenido con Cristopher esa misma mañana. Por momentos, sentía la necesidad de contárselo a Isabella, pero sabía que si le decía lo sucedido, ella se disgustaría y se enfadaría, no quería que ella sola se enfrentara a ese desgraciado que le había arruinado la vida. Pero también se sentía culpable por ocultárselo, si algún día ella se enteraba, lo despreciaría por actuar a sus espaldas, y eso él no lo soportaría. Aunque Isabella no sintiera nada por él, por el momento era feliz teniéndola como amiga a su lado. Quería creer que en un futuro no muy lejano ella podría llegar a enamorarse de él.

Entraron en el restaurante y una de las camareras que ya los conocía, los acompañó a una de las mesas al lado de los amplios ventanales del establecimiento. La camarera les tomó nota y llevó la orden a la cocina, minutos después les sirvió las bebidas, una copa de vino para Kyle y una tónica para Isabella. Un par de minutos después, regresó con una bandeja con dos platos de ternera asada con ensalada. Comieron con gusto la comida, en ese restaurante todos los platos que preparaban eran deliciosos. Charlaban y se reían de chistes que Kyle contaba, algunos pésimos, pero que arrancaban una sonrisa a Isabella, que era lo que él pretendía.

Se tomaron el café y con el tiempo justo para regresar al trabajo, salieron del restaurante y entraron nuevamente al edificio, cogieron el ascensor y subieron a su respectiva planta. Cuando las puertas se abrieron, Isabella y Kyle se encontraron con Anna. En ese momento, Kyle se despidió de las dos mujeres y se encaminó hacia su despacho. Ellas caminaron hacia la oficina de Isabella, mientras Anna la ponía al día sobre los nuevos cotilleos que se oían en la planta.

—¿Qué tal la comida con Kyle? —preguntó Anna mirándola con curiosidad mientras entraban en el despacho de Isabella.

—Muy bien —respondió Isabella mientras se sacaba la chaqueta, se acercó al asiento del escritorio y la colgó en el respaldo; acto seguido, se sentó.

—Ya verás cómo al final vas a acabar enamorándote de Kyle —habló Anna esperanzada, mientras tomaba asiento en una de las sillas frente a Isabella.

—Kyle es una buena persona y no quiero herir sus sentimientos, no quiero hacerlo sufrir porque sé que nunca voy a ser capaz de amarlo.

—No digas eso Isa, me fijo cómo sonríes cuando estás a su lado, eso quiere decir que estás a gusto con él, eso es buena señal.

—No, Anna —la interrumpió tajante—, mi corazón está muerto después de todo lo que he sufrido con Cristopher, no quiero arriesgarme a volver a amar a ningún otro hombre, no podría soportar otra decepción. Y menos todavía después de lo que el desgraciado de Albert Lancaster me hizo.

—No puedes hablar de esa forma tan tajante, sé que has sufrido mucho, pero eres una mujer joven y no puedes pensar de esa forma, mereces ser amada y protegida por un buen hombre, y ese es Kyle.

—Sé que es un buen hombre y por eso se merece ser amado por una mujer que de verdad lo ame, no con una como yo que le dé falsas esperanzas, eso sería una situación insostenible para los dos.

—No te pido que le hagas daño a Kyle, háblale con sinceridad y dile que te gustaría empezar una relación más seria con él y ver lo que pasa con el tiempo. A lo mejor te puedes acabar enamorando de él.

—Eso nunca va a suceder, Anna, mi corazón perteneció y será siempre de Cristopher, por mucho daño que me haya hecho, no consigo arrancármelo del corazón.

—Es una locura que sigas enamorada de un hombre que solamente te ha hecho sufrir en la vida.

—Tienes razón en todo lo que dices, ¿crees que en todos estos años no he intentado olvidarme de él? —preguntó ella con aire derrotado.

—Lo siento mucho, sé que lo has intentado, pero dale una oportunidad a Kyle y que puedas ser feliz a su lado. —Anna se levantó de la silla y salió del despacho mientras se despedía de Isabella.

Ella se recostó en su asiento y cerró los ojos, mientras la idea de aceptar a Kyle como pareja, penetraba poco a poco en su mente. Anna tenía razón y merecía ser feliz al lado de un buen hombre y Kyle era la persona perfecta para poder recomponer un corazón roto como el suyo. Era hora de pensar en su felicidad y dejar de una vez por todas de rememorar el pasado.

El error de tu venganza

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