Читать книгу El error de tu venganza - Noelle Cass - Страница 5

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Dos largos días, con sus largas noches más tarde, Cristopher no era capaz de olvidar las palabras de Isabella, invadían su mente una y otra vez. Estaba muy dolido y resentido con ella. Los recuerdos del pasado invadían continuamente su presente, amenazando con desquebrajar su voluntad. No podía creer que esa mujer fuera la Isabella que él había conocido en el pasado. Ella supo jugar muy bien sus cartas, queriendo cazar a un hombre de su posición. Isabella era una mujer importante ahora, pero su pasado había sido muy humilde, gracias a él que la ayudó incondicionalmente, y ella le pagó acostándose con otro hombre que casi podía ser su padre. Era atractivo, sí, pero mucho más mayor que Isabella. Cada vez que las imágenes volvían a su mente, el estómago se le revolvía de asco con solo pensarlo. Ella misma le había confirmado que nunca lo amó. Pero tenía que sacar fuerzas y hacerle pagar. Tenía que poner en marcha cuanto antes su plan, se dijo con una sonrisa cruel, esa mujer iba a pagar muy caro por haberlo utilizado, y pisotear el amor que sentía por ella. Le pagaría con la misma moneda. Isabella iba a sufrir el doble de lo que le hizo sufrir a él.

Isabella se encontraba en su oficina intentando concentrarse en unos extractos que le había entregado su secretaria hacía una hora. Pero le era imposible concentrarse en los papeles. Miraba una y otra vez la puerta por la que Cristopher se había ido dolido. No quitaba los ojos de la puerta. Deseaba retroceder en el tiempo y volver a poder hablar con él, decirle que sí lo amó con todo el alma, que todavía lo seguía amando, pero el pasado siempre se interpondría entre los dos. Cristopher nunca sería capaz de perdonarla si realmente se enteraba de la verdad, una dolorosa verdad que siempre se presentaba por las noches, causándole pesadillas. Casi le era imposible tener citas, tenía pánico de que todo terminara como esa fatídica noche, desconfiaba de cualquier hombre que se le acercara. En las últimas semanas, había salido a cenar con Kyle Peters unas cuantas noches. Sabía que era un buen hombre que se sentía muy atraído por ella, incluso era capaz de apostar que estaba enamorado de ella. Pero ella nunca sería capaz de corresponder ese amor. Su corazón pertenecería siempre a Cristopher Lowe. Ese era el hombre que le había robado el corazón y nunca sería capaz de olvidarlo, no quería que siguiera sufriendo por ella. Por eso era mejor acabar con sus esperanzas de una vez por todas. Lo que le había dicho dos días atrás, era lo mejor. Era por el bien de los dos se decía, una y otra vez, pero sin estar muy convencida. Diez minutos más tarde entró Kyle en el despacho.

—Buenos días, ¿estás muy ocupada? —preguntó él, mientras cerraba la puerta y se acercaba al escritorio.

—No, no estoy muy ocupada —dijo ella y apagó el ordenador.

—Te invito a comer al Old Beginins —dijo él con una sonrisa y levantó de arriba abajo las cejas. Sabía que era el restaurante favorito de Isabella. Estaba a dos manzanas de donde trabajaban ellos—. ¿Qué dices?

—Pues claro que sííí —respondió ella con ojos chispeantes—. Eso es chantaje —dijo entre risas—. Sabes que es mi restaurante preferido y que no me negaría.

Kyle puso cara de ángel inocente, como si no supiera de lo que le estaba hablando Isabella. En ese momento llamaron a la puerta y entró Anna.

—Isa, lo siento mucho, pero hoy no puedo comer contigo, mi jefe tiene una reunión importante ahora al mediodía, y tengo que estar presente con él —dijo, mientras avanzaba por el despacho—. ¡Ah, hola, Kyle! —saludó, ya que no había reparado en su presencia.

—No te preocupes, Anna, Kyle me ha invitado a comer al Old Beginins. —Y esbozó una sonrisa.

—Me alegro de que hayas aceptado, y tú —dijo acercándose a Kyle y señalándolo con el dedo índice— me la cuidas bien, que no me entere que le haces daño.

Kyle, que seguía de pie, alzó las manos a modo de rendición y entre risas habló:

—Tienes mi palabra de que te la cuidaré muy bien. —Anna dio un abrazo a Isabella y antes de salir le dijo:

—Pásalo muy bien y pide el plato más caro de la carta.

—¡Oye, oye, no te pases!, no soy un millonario —habló Kyle quejándose. Pero sabían de sobra que no lo decía en serio. No le importaba pagar lo que fuera, por ver disfrutar a Isabella de un buen plato de comida y de su compañía. Finalmente, Anna salió de la oficina de Isabella estallando en carcajadas. Los dos movieron suavemente la cabeza de un lado a otro y poniendo los ojos en blanco. Esa mujer nunca iba a cambiar, dijeron, mientras Isabella se levantaba de su asiento y poco después salieron del despacho.

Cristopher estaba dando un paseo muy cerca de donde trabajaba Isabella, estaba decidido a averiguarlo todo sobre ella. Cuanta más información tuviera de esa mujer, mejor saldrían sus planes. Entró en el restaurante Old Beginins, que le habían recomendado algunos vecinos que vivían en la zona. Era el mejor restaurante de la manzana y servían una comida exquisita, le habían asegurado. Entró en el local y una amable camarera se acercó a él para acompañarlo a una de las mesas. Mientras miraba la carta, la chica fue a buscarle el refresco que había pedido. Al regresar, la camarera pidió cordero asado con guarnición de salsa holandesa.

No habían pasado apenas unos minutos, cuando la puerta de la entrada del restaurante se abrió. Cristopher miró hacia la puerta y se quedó de piedra. Isabella estaba entrando en el restaurante en ese momento acompañada de un hombre que la llevaba de ganchete. Cristopher empezó a notar cómo la sangre le hervía por dentro. Precisamente, tenían que haber escogido el mismo sitio para comer que él, se dijo furioso. Imaginaba que ese hombre tenía que ser la nueva conquista de Isabella, debía ser su amante, o su novio, lo que menos le importaba era el tipo de relación que tuvieran. Se sentía asqueado por la forma en que Isabella cambiaba con facilidad de un hombre a otro. Daba gracias a Dios por descubrir a tiempo el tipo de mujer que era, había sufrido, sí, pero el golpe hubiera sido más fuerte si se enteraba mucho después de la doble vida que llevaba la mujer a la que había amado con una inmensa locura.

Isabella notó que alguien la debía estar observando y giró la cabeza, para encontrarse con la gélida mirada de Cristopher. Ella palideció al instante, parecía que el destino estaba empeñado en burlarse de ella, una y otra vez. Se sujetó con más firmeza a Kyle, tenía la impresión de que en cualquier momento las piernas dejarían de responderle y acabaría en el suelo. Kyle debió notar su inquietud, porque la miró frunciendo el ceño y le preguntó si le pasaba algo. Ella negó con la cabeza y siguieron a la otra camarera, que los acompañó a una mesa al otro extremo del restaurante. Aunque estaban lejos de donde se encontraba Cristopher, y no podía verlo, su presencia la seguía atormentando. No sabía qué intenciones tenía ese hombre respecto a ella, se preguntaba, mientras Kyle, caballerosamente le separaba la silla para que se sentara. Pero intuía que Cristopher no estaba tramando nada bueno. Su mirada así se lo hizo saber.

Cristopher aún seguía con la sangre a punto de ebullición. Cogió el vaso del refresco y dio un largo trago a la refrescante bebida, esperaba que le sirvieran pronto la comida. No podía permanecer por más tiempo en ese local, sabiendo que Isabella estaba comiendo acompañada de otro hombre. Diez minutos después, se terminó la comida, pagó la cuenta, y salió del restaurante como perseguido por un demonio. No quería seguir soportando la presencia de esa mujer que tanto le afectaba. Aunque él se negara a creer que ya no sentía nada por ella, su corazón opinaba lo contrario. Nunca sería capaz de arrancársela del corazón, ni de la cabeza, se decía mientras se dirigía a grandes zancadas al aparcamiento, donde estaba estacionado el coche. En cuanto llegó, se subió al automóvil y salió a toda velocidad, haciendo que las ruedas chirriaran sobre el asfalto. Mientras, la imagen de Isabella entrando en el restaurante con otro hombre, le invadían continuamente la mente. Tenía que poner su plan en marcha ya.

Isabella apenas pudo disfrutar de la deliciosa comida. La mirada de Cristopher al entrar en el restaurante, la atormentaba. Aunque Kyle hizo esfuerzos por animarla, le resultó imposible. Intuía que algo le pasaba, ya que su carácter risueño se apagó en cuanto entraron en el local. Miraba de vez en cuando hacia donde debía estar sentado Cristopher, pero no veía nada. Su cuerpo le decía que ya se había ido del establecimiento, ya que así lo sentía, y sobre todo su corazón, ya no latía al galope en su interior. Empezó a relajarse, y finalmente pudo disfrutar de la comida, al sospechar que Cristopher ya no estaba en el local. Kyle se alegró de que por fin ella se relajara, y disfrutara de la salida a comer. Estaba enamorado de ella y sufría por Isabella cuando la veía preocupada, pero no se atrevía a confesarle sus sentimientos, prefería tener su amistad que perderla para siempre. Media hora más tarde, salieron del restaurante y caminaron de nuevo hacia el edificio donde estaban situadas las oficinas.

El error de tu venganza

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