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La Nueva Ola y El Club del Clan
ОглавлениеSegún cuenta mi abuelito, él también se enloqueció por los valses y las polcas y la misma historia se repite hoy; aunque ahora es otro ritmo el que a mí me enloqueció, nadie puede ya pararlo, aquí viene el rock and roll.
Eddie Pequenino, “Aquí viene el rock”
(1957)
En la Argentina, el tango, el bolero y el folclore fueron posicionados como la música nacional hasta la década de 1950 y contribuyeron en la construcción de la identidad cultural de la generación nacida entre 1920 y 1935; de igual modo, algunos sectores de la sociedad se vieron atraídos por la música melódica producida en Francia e Italia, y difundida internacionalmente a través de eventos como el Festival de la Canción de San Remo, un certamen musical de gran prestigio que tuvo sus inicios en 1951 y del que surgieron artistas como Nilla Pizzi, Franca Raimondi, Domenico Modugno, Gigliola Cinquetti, Iva Zanicchi, Adriano Celentano, Nada, Nicola Di Bari, Peppino Di Capri, entre otros; las baladas románticas de Frank Sinatra y los ritmos tropicales latinoamericanos como la cumbia también dejaron huella en aquellos años.
Sin embargo, a mediados de siglo ocurrió un cambio de mentalidad en la juventud que progresivamente “desplazó” el lugar central que ocupaban estos géneros. Los adolescentes descubrieron una música diferente que tradujo sus inquietudes en ritmo: el rock and roll; ellos se convirtieron en el gran cliente a conquistar. Los tocadiscos portátiles y los discos fabricados en vinilo –simples o sencillos, los de 33 1/3 revoluciones y LP con sus lados A y B– se instalaron en las habitaciones de los jóvenes y marcaron la distancia que separaba la nueva música del gusto de sus padres. Las disquerías (casas de música o casas de discos) empezaron a tener gran auge entre la población joven. Una nueva identidad juvenil se configuraba, ávida de cambios culturales.
Las canciones de Bill Haley, Little Richard, Jerry Lee Lewis, Elvis Presley, Chuck Berry, Buddy Holly, Gene Vincent, entre otros, marcaron el inicio de una nueva etapa en la música popular del país. Los temas de Haley “Crazy Man Crazy” (1954) y “Rock Around the Clock” (1956), así como sus películas Rock Around the Clock (1956) y Don’t Knock the Rock (1956) –estrenadas en Buenos Aires en 1957– dieron fuerza al movimiento, que tuvo en Eddie Pequenino (Mr. Roll y sus Rockers) uno de los primeros artistas en reproducir el estilo musical importado. Pequenino, quien pertenecía a una familia italiana de clase media baja, se interesaba por el jazz y tocaba el trombón, por lo que pronto se sumó a la onda del rock (Pujol, 1999).
El 29 de agosto de 1957 se estrenó la película Venga a bailar el rock dirigida por Carlos Marcos Stevani y protagonizada por Eber Lobato, Alberto Anchart, Eddie Pequenino, entre otros; fue la primera película latinoamericana que tuvo como tema el rock and roll; su banda sonora fue compuesta por Lalo Schifrin y Pequenino escribió dos canciones para el film: “Take It Easy Baby”, con Schifrin y “Aquí viene el rock”, con Lobato, cuyo título se presentó en español aunque parte de su letra en inglés (Vogel, 2017).
En mayo de 1958, Pequenino y su grupo acompañaron a Haley en una presentación en el teatro Metropolitan de Buenos Aires.
Con motivo de la temprana visita de Bill Halley en 1958, el diario La Razón tituló: “Bill Halley llega a Buenos Aires para dislocar a la juventud porteña con el rock. Ya está Bill Halley en Buenos Aires, y con él la genuina representación del baile que apasiona a la juventud y que más polémicas internacionales ha ocasionado en los últimos años: el rock” […] En esta ocasión Eddie Pequenino y sus Rockers fueron teloneros de Bill Halley. (González y Feixa, 2013)
Un sector de la juventud interesado en estos nuevos ritmos empezó a abandonar el tango y el bolero, compartidos hasta ese momento con sus padres. Luis Aguilé –un precursor de la música pop– aprovechó el boom inicial de los nuevos ritmos para bailar y posicionó algunas canciones con éxito. Con Los Modern Rockers, Aguilé fue considerado uno de los primeros rocanroleros, aunque sus primeras grabaciones fueron dos rancheras (“El preso número nueve” de Roberto Cantoral y “Tu recuerdo y yo” de José Alfredo Jiménez); fue solo en 1958 cuando grabó un tema moderno, “La balanza”, de su propia autoría. Billy Cafaro también entró a la onda moderna con su versión de la canción de Paul Anka “Pity Pity” (1958), que contó con el acompañamiento de la orquesta de Lucio Milena y alcanzó las trescientas mil copias vendidas. Pequenino y Cafaro copiaron la música proveniente de otros países sin mayores innovaciones.1
Los mismos jóvenes que habían encontrado en los nuevos ritmos juveniles norteamericanos una forma, diferente a la tradicional, de hacer música vieron llegar desde México las melodías de Los Teen Tops, cuya segunda guitarra y primera voz era Enrique Guzmán; ahora el rock de afuera también se cantaba en castellano; esta banda grabó numerosas versiones en nuestra lengua de éxitos norteamericanos, adaptaciones que se hicieron en muy corto tiempo: “La plaga” (“Good Golly Miss Molly” de Little Richard, 1956), “El rock de la cárcel” (“Rock Around the Clock” de Bill Haley, 1956), “Popotitos” (“Bonie Maronie” de Larry Williams, 1957), entre otras. La Nueva Ola se abría paso.
La Nueva Ola constituyó un movimiento musical y juvenil conformado por artistas que en la década de 1960 adoptaron influencias musicales del rock and roll estadounidense y la música melódica europea; configuró un tipo de pop alegre y romántico mezclado con twist, beat y rock, difundido ampliamente en América Latina y el Caribe; este movimiento –cuyo nombre se adaptó del sintagma francés nouvelle vague– tuvo estrecha relación con los medios masivos de comunicación, especialmente radio y televisión. Las transformaciones producidas por la masificación de la televisión impulsaron esta moda musical juvenil; para Sergio Pujol (2015: 18) “indudablemente, la Nueva Ola liberó el campo de la producción musical de los mandatos de los géneros tradicionales”.
A comienzos de la década de 1960, la Nueva Ola produjo en la Argentina una de las máquinas comerciales más potentes para producir ídolos y canciones juveniles: El Club del Clan.
Al ritmo de la música pop anglo-norteamericana, una hornada de grupos y solistas se aprestó a satisfacer la demanda de sonidos sin tradición. Creado a principios de los 60 y con un pico de popularidad en 1963, El Club del Clan fue la producción más destacada y rentable de esa tendencia. Se trataba de una fábrica de ídolos juveniles acreditados por el canto; solo Chico Novarro como autor y compositor y Raúl Lavié, Danny Martin y Horacio Molina como cantantes emprenderían carreras musicales más o menos interesantes, si bien el único verdadero fenómeno de ventas se llamó Ramón “Palito” Ortega. Nacido en Tucumán en una familia muy pobre, Palito ascendió imitando a los intérpretes de rock and roll, para pronto convertirse él mismo en autor –con el debido asesoramiento musical de Dino Ramos– y en un verdadero fenómeno social, tan repudiado por los intelectuales como querido por los jóvenes de las clases trabajadora y media-baja. (Pujol, 2015: 15)
En 1960, el empresario ecuatoriano Ricardo Mejía –gerente general de RCA desde 1959– realizó un estudio de mercado donde evidenció el bajo número de artistas juveniles de música popular para la época (Manzano, 2010: 40). Eran Luis Aguilé y Billy Cafaro, pertenecientes a compañías discográficas diferentes, quienes se enfrentaban a Elvis Presley. Mejía, el editor musical Ben Molar y el periodista Leo Vanés empezaron una selección de nuevas figuras de la canción, con las cuales pretendían que su empresa –sostenida por la venta de los discos de Los Chalchaleros, Juan D’Arienzo y Daniel Aguayo– saliera de la crisis. Ben Molar y su hermano Rafael realizaron versiones al castellano de famosos temas extranjeros para los chicos de El Clan; Molar versionó el tema “Pretend” (Lew Douglas, Cliff Parman, Frank Levere) bajo el título “Pretende”, que fue interpretado por Cafaro con la orquesta de Lucio Milena.
Mejía logró un contrato con Canal 13 de Buenos Aires para crear un programa con un nuevo prototipo de intérprete joven que no reproducía la música de sus padres. El sábado 10 de noviembre de 1962 se emitió por primera vez El Club del Clan bajo la dirección de María Inés Andrés en ese canal. Rocky Pontoni, Marty Cosens, Mariquita Gallegos, Johny Tedesco, Jolly Land, Nicky Jones, Lalo Fransen, Raúl Lavié, Edith Scandro, Perico Gómez, Galo Cárdenas, Cachita Galán, Chico Novarro, Palito Ortega, Violeta Rivas, Pino Valenti, Horacio Malina, Paco Amor, Dolores de Cicco, Carlos Alberto, Raúl Cobián “Tanguito”, Consuelo Vargas, Nena y Terry Morán, Los Red Cap’s, entre otros, fueron algunos de los artistas que formaron parte de El Club, quienes interpretaban géneros musicales variados (balada, bolero, cumbia, rock and roll, tango, twist).
Cada chico del clan poseía un look inspirado en una figura musical internacional reconocida: algunos con saco y corbata, otros con pulóveres o camisas de cuello abierto; algunos con nombres de inspiración anglosajona (Johnny, Nicky, Rocky, Jolly), otros con nombres latinos (Cachita, Perico o Chico). Pese a estas diferencias, todos los miembros llevaban un aire de ídolo importado; imitaban las poses y los ademanes de intérpretes extranjeros y seguían los clichés de la época, como conformar dúos de hermanas (Cora y Candy, Nena y Terry Morán) y grupos (Los Red Cap’s). El programa tuvo tanto éxito que las imágenes de los nuevaoleros eran comercializadas en pósters, revistas y fotografías autografiadas (Mazzaferro, 2011).
La primera etapa del programa terminó a fin de 1963 cuando sus principales integrantes (Palito Ortega, Violeta Rivas, Johny Tedesco, Lalo Fransen, Nicky Jones y Chico Novarro) firmaron un contrato con Canal 9 para trabajar en el programa Sábados continuados, que fue estrenado en enero de 1964 y conducido por Antonio Carrizo. Para la segunda etapa, Mejía contrató a otros cantantes como Fernando de Soria, Simonette, Gino Renni, Anita Martínez, Taco Morales, Alfalfa, Pecas Mónaco, Cora y Candy Roca, Grillo Mejía y Rolo Moreno. Finalmente, Mejía se independizó de RCA Victor en 1964 al lanzar su propio sello discográfico, RM Presenta, sin mayor éxito.
La industria cinematográfica también contribuyó en la difusión de la música de El Club del Clan. El 12 de marzo de 1964 se estrenó la película El Club del Clan en el cine Monumental. El film, dirigido por Enrique Carreras, incluía los hits de los nuevaoleros: Palito Ortega, Johny Tedesco, Violeta Rivas, Jolly Land, Raúl Lavié, Chico Novarro, Lalo Fransen, Nicky Jones, Cachita Galán, Galo Cárdenas, Perico Gómez y Raúl Cobián “Tanguito”. Este LP visual, conformado por historias, canciones y bailes, contribuyó en el posicionamiento de la Nueva Ola en la Argentina.