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Voces diversas desde la Argentina para América Latina

Silvia Lamadrid Álvarez

En este libro Oscar Iván Londoño Zapata pone a nuestra disposición un conjunto de valiosos materiales para el estudio de la música popular latinoamericana, especialmente de la balada romántica; este grupo de entrevistas está precedido por una importante reflexión de su autor que, aun siendo una introducción, por su contenido opera como un capítulo más del libro; de tal modo, en “Los intersticios de la balada romántica en la Argentina”, Londoño presenta un minucioso panorama del desarrollo de este género en el país y menciona algunas de las corrientes teóricas que han contribuido a su análisis. Tal como lo indica, la balada romántica es un género poco valorado por la academia debido a su representación comercial, complaciente y apolítica; no obstante, su mismo carácter de producto híbrido y su enorme popularidad en nuestro continente deberían convocarnos a sentir mayor interés por su investigación; en la balada romántica se entretejen variadas influencias musicales que convergen en lo más tradicionalmente latinoamericano, producto de los procesos de hibridación social, cultural y racial.

Estas voces que recuerdan y reflexionan también permiten realizar un estudio de las trayectorias artísticas debido a que los cantantes construyen sus caminos desde puntos iniciales con capitales sociales y culturales que responden a los recursos de sus entornos familiares y barriales, a partir de lo cual ocupan diversas posiciones en el espacio social que no solo les permite mejorar o perder esos capitales sino, además, avanzar, detenerse o involucionar en sus recorridos vitales, así como transformar el espacio social donde se mueven (Bourdieu, 1995).

Precisamente, las voces de los entrevistados nos hablan acerca de la multiplicidad de influencias que recibieron en su formación temprana: desde las enseñanzas de los familiares hasta las canciones que escuchaban en la radio y los discos traídos por conocidos de otras latitudes, que aportaban lo más nuevo que estaba ocurriendo en Europa y Estados Unidos en aquellos años. En este sentido, las canciones de Elvis Presley y The Beatles, así como el rock progresivo, contribuyeron en su comprensión de la música; estos intérpretes, autores y compositores son prueba viviente de la compleja integración de corrientes tan disímiles.

Entre los entrevistados llama la atención la escasa presencia de mujeres. Contra un imaginario de sentido común en el que hombres y mujeres tendrían las mismas posibilidades en este campo –como lo señalan algunos participantes–, nos enfrentamos a la dura realidad de los datos. Bien lo perciben las dos mujeres entrevistadas (Bárbara Bourse y Tormenta) y lo pudimos comprobar en el caso chileno debido a que la presencia de voces femeninas en los rankings juveniles de la década de 1960 no superaba el 25% (Lamadrid y Baeza, 2017). No es, entonces, un sesgo de la selección del autor, es el reflejo del predominio masculino sobre el campo de la música popular, y de lógicas patriarcales que excluyen a las mujeres de los espacios públicos.

Varios de los participantes transitaron de un género musical a otro hasta encontrar en la balada romántica su mejor forma de expresión, tanto por sus propios gustos musicales como por la búsqueda de la aceptación popular y del ingreso al mercado del disco. La balada romántica parece ser una derivación del bolero orientada hacia una versión modernizada y comercial; buena parte de sus protagonistas se iniciaron en la Nueva Ola, un movimiento musical que no solo se desarrolló en la Argentina sino en otros países de América Latina como Chile, Colombia, México, Perú y Puerto Rico. La Nueva Ola surgió como respuesta al desembarco masivo del rock and roll estadounidense y dotó a la juventud de una música que invocaba elementos identitarios generacionales hasta entonces ausentes. Tanto por el peso de la industria local del entretenimiento, que buscó suavizar el rupturismo de esta influencia, como por los propios gustos e intereses de autores, compositores e intérpretes, muchos de ellos se deslizaron hacia la canción melódica internacional.

Paralelamente a la irrupción de The Beatles y del nuevo repunte de un rock que se definió más contestatario, se produjo este renacimiento de la balada romántica cantada en castellano; apoyada también por intérpretes europeos –verdaderos transatlánticos de la música popular como Raphael o Salvatore Adamo–, esta música –que puede ser bailada por la pareja abrazada– permitió además dar un cauce legítimo a las nuevas formas de relaciones románticas públicas entre los adolescentes. La balada se alejó de la carga trágica del bolero para dar cabida a los pequeños dramas de encuentros y desencuentros románticos de una generación que buscaba romper con los lazos tradicionales que limitaban las opciones amorosas de sus protagonistas, condenándolos a amores prohibidos y rupturas definitivas. Si bien la balada romántica conservó la intensidad emocional de los géneros tradicionales, empezó a desdibujar el carácter irreversible de estas historias.

Al mismo tiempo que las prácticas laborales de la industria musical afirmaban el orden de género, limitando la presencia de mujeres, en las letras de las canciones se reflejaba el cuestionamiento de las relaciones de género y de la generación que estalló en ese período. En el contexto latinoamericano, especialmente en el Cono Sur, el período quedó marcado por la presencia generalizada de regímenes dictatoriales que enfocaban la represión hacia los partidos de izquierda y las organizaciones sindicales y sociales, pero cuya propuesta conservadora abarcaba también el orden cultural. Así, la trayectoria de la mayoría de los entrevistados se vio afectada indirectamente por la represión policial que vivió la sociedad argentina y directamente por la censura de la dictadura contra las expresiones artísticas y culturales que, sin tener un mensaje político, sí lo tenían en términos de relaciones afectivas y sexuales. El nuevo imaginario de mayor libertad que proponían las baladas románticas desafiaba un orden familiar tradicional que también era parte del proyecto reaccionario de la dictadura.

Todos los entrevistados tuvieron importantes hits, aquellas canciones que lograron capturar el gusto del momento y quedaron en la memoria de los jóvenes de entonces, pero fueron diversos, en cada caso, tanto su éxito nacional como su proyección internacional. Esta situación dependió del sello discográfico, las giras, las decisiones familiares, pero también del éxito previo que abría el mercado a cada intérprete. Las trayectorias, aunque tienen puntos en común, recorren un amplio abanico de posibilidades. Como chilena, me llama la atención no conocer a algunos de los entrevistados, en tanto que otros son parte de la memoria musical de mi país. Bárbara y Dick, Heleno, El Greco, Luis Grillo, Donald, Silvestre, Tormenta, entre otros, han tenido larga presencia en los medios chilenos. Lo anterior responde a la capacidad de promoción de los sellos discográficos o de los representantes, pero también sería interesante explorar por qué algunos de estos cantantes o conjuntos argentinos son acogidos en ciertos países y no impactan en otros; qué hebras hacen que los públicos los adopten casi como propios, en tanto otros pasan distraídamente.

Este libro constituye un aporte relevante para la construcción de la historia musical de nuestro tiempo, que puede atraer a quienes busquen reencontrarse con los artistas que nos acompañaron con sus voces; de igual modo, provee imágenes de los años pasados que activan nuestra memoria sentimental; asimismo, el texto es un rico material para todos quienes nos interesamos por la investigación de las formas de expresión artística que van tejiendo nuestra identidad como latinoamericanos.

Referencias bibliográficas

BOURDIEU, Pierre (1995), Las reglas del arte. Génesis y estructura del campo literario, Barcelona, Anagrama.

LAMADRID ÁLVAREZ, Silvia y Andrea BAEZA REYES (2017), “La recepción de la música juvenil en Chile en los años 60: ¿americanización de la juventud?”, Revista Musical Chilena, año LXXI, Nº 228, julio-diciembre, pp. 69-94.

Balada a 22 voces

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