Читать книгу El mundo sin mamá - Pablo Melicchio - Страница 12
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Hablo con papá. Me narra la caída de mamá. Quiero decirle algo, pero me ahogo; las palabras me abandonan, no saben cómo acompañarme. Me cuenta que mamá se cayó en el baño. Que estaba inconsciente, que no coordinaba. Que Nico, el vecino, y un muchacho que trabaja en la estación de servicios de enfrente, intentaron levantarla del suelo pero que no pudieron. Que llegó el Same y luego los Bomberos. Recién cuando fueron cinco personas lograron “sacarla” del baño. Sacarla: Vacía de sí misma. Peso. Sobrepeso. Peso muerto. El peso de la vida. El horror de la pérdida del control. “Pero los tengo a ustedes”, me dice papá y ahora se ahoga él. Aunque a veinte kilómetros, y cada uno en su casa, nos ahogamos en el mismo mar. Ya no dependen de él los cuidados de mamá, ahora es una paciente internada en un sanatorio. En los últimos años papá se convirtió en su enfermero, en su padre, en su cuidador. Al servicio de ella. Asistiéndola en todo. “Chau, viejo… todo va a estar bien, quédate tranquilo”, le digo, casi sin aliento. Corto y me hundo en el fondo de la casa, en la incertidumbre de la vida o del tiempo circular, como me dijo Francisco. Entre llantos intento un rezo, pero vuelvo a fallar.
Neumonía. Grave. El pulmón izquierdo. Epoc. ¿Covid-19? Hay que esperar, dice el parte, sintético, abierto a la intemperie de la existencia. Y eso me parte. Mamá está dejando de ser la mamá que yo tenía. El parte médico no es más que una colección de síntomas y enfermedades que no aclaran nada.
Ceno en familia. Me distraigo con la frescura de mis hijos, con la contención de mi mujer. Subo a la habitación. Me acuesto. Quiero dormir, soñar, entrar en otra dimensión donde todo sea menos doloroso.
Escuela del dolor: Con la posibilidad de que mamá muera empiezo a existir menos.