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3. RESILIENCIA Y CAMBIOS EN EL CONTEXTO DIGITAL

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La resiliencia se construye a partir de la interacción continua con el entorno donde se desarrollan y socializan las personas (Vanistendael y Lecomte, 2006). En este sentido, ocupan un lugar preferencial en los últimos años los entornos digitales en los que se producen dichas interacciones. Por ello, así como la ingeniería se ha interesado desde hace tiempo por el estudio de las conexiones entre el concepto de resiliencia y las tecnologías (Ulieru, 2007), también, aunque de forma muy incipiente comienza a ser objeto de análisis para las ciencias sociales el desarrollo de la resiliencia a través de las relaciones e interacciones tecnológicas que las personas mantienen entre ellas (Castillo de Mesa et al., 2019; Mark et al., 2009). De forma clara, el acelerado proceso de transformación digital en el que nos encontramos actualmente está provocando cambios y desajustes en la realidad de muchas personas que pueden ser optimizados desde la perspectiva de la resiliencia.

El contexto digital, además de ser un escenario mayoritariamente utilizado para las relaciones informales, comienza a ser considerado un espacio complementario de especial interés para la intervención social. La transformación digital está generando una nueva sociabilidad, nuevas formas de comunidad que apuntan a un cambio en el capital social (Wellman y Haase, 2001). No solo consiste en el acceso a bases de datos y su interconexión entre distintos servicios, sino que sobre todo ha de permitir la detección de nuevas necesidades y competencias, en este caso digitales, además de ofrecer oportunidades para optimizar hacia la intervención la potencialidad de los medios tecnológicos (Castillo de Mesa et al., 2017). En concreto, los entornos digitales permiten conectar a los desconectados (Del Fresno-García, 2015), a la vez que abren un universo de posibilidades para la actividad colaborativa. Pero igual que se han de identificar las oportunidades en todo este proceso de transformación digital, es necesario anticiparnos a los riesgos que de todo ello se puedan derivar. Así pues, bajo el término de “brecha digital”, queda constatado el riesgo de establecer nuevas distancias entre las personas a partir del acceso a la tecnología y su utilización, lo que genera nuevos desafíos y situaciones de adversidad a los que el proceso de resiliencia puede acompañar.

La resiliencia es una capacidad protectora que se va adquiriendo a partir de procesos creativos de interacción con las dificultades (Vanistendael, 2014). Se construye desde el aprendizaje y es por tanto modificable. Su promoción a través de las redes y entornos digitales, sobre todo en colectivos en situación de riesgo de exclusión digital, es por ello una alternativa más para dar respuesta a sus necesidades, lo que continúa siendo objeto de interés para la investigación social.

Tal como hemos venido señalando en apartados anteriores, la resiliencia se refiere a la adaptación positiva en cualquier tipo de sistema dinámico que se encuentre bajo desafío. En este sentido, también las relaciones sociales en los entornos digitales pueden ser un indicador significativo de adaptación exitosa con gran aplicación para la intervención social (Masten y Tellegen, 2012). Por un lado, como capacidad que permite afrontar de manera adecuada las transformaciones tecnológicas de la actual Sociedad de la Información y del Conocimiento y, por otro, como un medio en sí mismo desde el que posibilitar que las personas, sus familias y comunidades puedan afrontar de manera adecuada nuevas situaciones de adversidad. De hecho, el paradigma de la resiliencia no ha puesto solo el foco en el desarrollo de las potencialidades internas de las personas, sino sobre todo en la capacidad que se espera de los sujetos de transformación ante los espacios con los que se relaciona (López y Rosa, 2014). Para la resiliencia, los actores sociales no son sujetos pasivos, sino agentes de cambio que operan en escenarios de complejidad, a los que en estos momentos hay que sumar los entornos digitales.

Hacia la disrupción digital del trabajo social

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