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PARTE PRIMERA
HERIDAS EN EL CUERPO
VIII
INCONVENIENTES DE LA "GUÍA DE FORASTEROS"

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Así las cosas, y a poco de sonar las tres y media en el reloj del Buen Suceso, el Capitán abrió súbitamente los ojos; paseó una hosca mirada por la habitación, fijola sucesivamente en Angustias y en su madre, con cierta especie de terror pueril, y balbuceó desapaciblemente:

– ¿Dónde diablos estoy?

La joven se llevó un dedo a los labios, recomendándole que guardara silencio; pero a la viuda le había sentado muy mal84 la segunda palabra de aquella interrogación, y apresurose a responder:

– Está usted en lugar honesto y seguro, o sea en casa de la generala Barbastro, Condesa de Santurce, servidora de usted.

– ¡Mujeres! ¡Qué diantre!.. – tartamudeó el Capitán, entornando los ojos como si volviese a su letargo…

Pero muy luego se notó que ya respiraba con la libertad y fuerza del que duerme tranquilo.

– ¡Se ha salvado! – dijo Angustias muy quedamente. – Mi padre estará contento de nosotros.

– Rezando estaba por su alma… – contestó la madre. – ¡Aunque ya ves que el primer saludo de nuestro enfermo nos ha dejado mucho que desear!

– Me sé de memoria – profirió con lentitud el Capitán, sin abrir los ojos – el Escalafón del Estado Mayor General del Ejército español, inserto en la Guía de Forasteros,85 y en él no figura, ni ha figurado en este siglo ningún general Barbastro.

– ¡Le diré a usted!.. exclamó vivamente la viuda. – Mi difunto marido…

– No le contestes ahora mamá, – interrumpió la joven, sonriéndose. – Está delirando, y hay que tener cuidado con su pobre cabeza. ¡Recuerda los encargos del doctor Sánchez!

El Capitán abrió sus hermosos ojos; miró a Angustias muy fijamente, y volvió a cerrarlos, diciendo con mayor lentitud:

– ¡Yo no deliro nunca, señorita! ¡Lo que pasa es que digo siempre la verdad a todo el mundo, caiga que caiga!86

Y dicho esto, sílaba por sílaba, suspiró profundamente, como muy fatigado de haber hablado tanto, y comenzó a roncar de un modo sordo, cual si agonizase.

– ¿Duerme usted, Capitán? – le preguntó muy alarmada la viuda. El herido no respondió.

84

sentado muy mal, had offended: by the manner of it quite as much as by the word itself, for such words are common.

85

Guía de Forasteros , Strangers' Guide or Directory (giving names and titles, like our Red Books and Blue Books).

86

caiga que caiga, come what may; and later quiera o no quiera, whether or no: subjunctives, used optatively or imperatively.

El Capitán Veneno

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