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PARTE TERCERA
HERIDAS EN EL ALMA
IV
MIRADA RETROSPECTIVA

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Verdad es que desde la célebre discusión sobre el bello sexo, el Capitán había cambiado algo, ya que no de estilo ni de modales, a lo menos de humor… ¡Y quién sabe si de ideas y sentimientos! Conocíase que las faldas le causaban menos horror que al principio, y todos habían observado que aquella confianza y benevolencia que ya le merecía211 la señora de Barbastro iban trascendiendo a sus relaciones con Angustias.

Continuaba, eso sí, por terquedad aragonesa, más que por otra cosa, diciéndose su mortal enemigo, y hablándole con aparente acritud y a voces, como si estuviera mandando soldados; pero sus ojos la seguían y se posaban en ella con respeto, y, si por acaso se encontraba con la mirada (cada vez más grave y triste desde aquel día) de la impávida y misteriosa joven, parecían inquirir afanosamente qué gravedad y tristura eran aquéllas.

Angustias había dejado por su parte de provocar al Capitán y de sonreírse cuando le veía montar en cólera. Servíalo en silencio, y en silencio soportaba sus desvíos más o menos amargos y sinceros, hasta que él se ponía también grave y triste, y le preguntaba con cierta llaneza de niño bueno:

– ¿Qué tiene usted? ¿Se ha incomodado conmigo? ¿Principia ya a pagarme el aborrecimiento de que tanto le he hablado?

– ¡Dejémonos de tonterías, Capitán! – contestaba ella. – ¡Demasiado hemos disparatado ya los dos… hablando de cosas muy formales!

– ¿Se declara usted, pues, en retirada?

– En retirada… ¿de qué?

– ¡Toma! ¡Usted lo sabrá! ¿No me la212 echó de tan valiente y batalladora el día que me llamó indio bravo?

– Pues no me arrepiento de ello, amigo mío… Pero basta de despropósitos, y hasta mañana.

– ¿Se va usted? ¡Eso no vale! ¡Eso es huir! – solía decirle entonces el muy taimado.

– ¡Como usted quiera!.. – respondía Angustias encogiéndose de hombros. – El caso es que me retiro…

– Y ¿qué voy a hacer ahora aquí, solo, toda la santa213 noche? ¡Repare usted en que son las siete!

– Ésa no es cuenta mía. Puede usted rezar, o dormirse, o hablar con mamá… Yo tengo que seguir arreglando el baúl de papeles de mi difunto padre… ¿Por qué no pide usted una baraja a Rosa, y hace solitarios?

– ¡Sea usted franca! – exclamó un día el impenitente214 solterón, devorando con los ojos las blanquísimas y hoyosas manos de su enemiga. – ¿Me guarda usted rencor porque, desde aquella mañana, no hemos vuelto a jugar al tute?

– ¡Muy al contrario! ¡Alégrome de que hayamos dejado también esa broma! – respondió Angustias, escondiendo las manos en los bolsillos de la bata.

– Pues entonces, alma de Dios, ¿que quiere usted?

– Yo, señor don Jorge, no quiero nada.

– ¿Por qué no me llama usted ya215 "Señor Capitán Veneno"?

– Porque he conocido que no merece usted ese nombre.

– ¡Hola! ¡Hola! ¿Volvemos a las suavidades y a los elogios? – ¿Qué sabe usted cómo soy yo por dentro?

– Lo que sé es que no llegará usted nunca a envenenar a nadie…

– ¿Por qué? ¿Por cobardía?

– No, señor; sino porque es usted un pobre hombre, con muy buen corazón, al cual le ha puesto cadenas y mordaza, no sé si por orgullo o por miedo a su propia sensibilidad… Y, si no, que se lo pregunten a mi madre…

– ¡Vaya! ¡vaya! ¡doblemos esa hoja!216 ¡Guárdese usted sus celebraciones como se guarda sus manecitas de marfil! ¡Esta chiquilla se ha propuesto volverme del revés!

– ¡Mucho ganaría usted en que me lo propusiera y lo lograra, pues el revés de usted es el derecho! Pero no estamos en ese caso… ¿Qué tengo yo que ver en sus negocios?

– ¡Trueno de Dios! ¡Pudo usted hacerse esa pregunta la tarde que se dejó fusilar por salvarme la vida! – exclamó D. Jorge con tanto ímpetu como si, en vez del agradecimiento, hubiese estallado en su corazón una bomba.

Angustias le miró muy contenta, y dijo con noble fogosidad:

– No estoy arrepentida217 de aquella acción: pues si mucho le admiré a usted al verlo batirse la tarde del 26 de Marzo, más le he admirado al oírlo cantar, en medio de sus dolores, la jota aragonesa, para distraer y alegrar a mi pobre madre.

– ¡Eso es! Búrlese usted ahora de mi mala voz!

– ¡Jesús, qué diantre de hombre! – ¡Yo no me burlo de usted, ni el caso lo merece! ¡Yo he estado a punto de llorar, y he bendecido a usted desde lejos, cada vez que le he oído cantar aquellas coplas!..218

– ¡Lagrimitas! – ¡Peor que peor! – ¡Ah, señora doña Angustias! ¡Con usted hay que tener mucho cuidado! – ¡Usted se ha propuesto hacerme decir ridiculeces y majaderías impropias de un hombre de carácter, para reírse luego de mí, y declararse vencedora! – Afortunadamente, estoy sobre aviso, y tan luego como me vea próximo a caer en sus redes, echaré a correr con la pierna rota y todo, y no pararé hasta Pekín! – ¡Usted debe ser lo que llaman una coqueta!

– ¡Y usted es un desventurado!

– ¡Mejor para mí!

– ¡Un hombre injusto, un salvaje, un necio…!

– ¡Apriete usted! ¡Apriete usted! – ¡Así me gusta! – ¡Al fin vamos a pelearnos una vez!

– ¡Un desagradecido!

– ¡Eso no, caramba!219 ¡Eso no!

– Pues bien: ¡guárdese usted su agradecimiento, que yo, gracias a Dios, para nada lo necesito! Y, sobre todo, hágame el obsequio de no volver a sacarme estas conversaciones…

Tal dijo Angustias, volviéndole la espalda con verdadero enojo.

Y así quedaba siempre, de obscuro y embrollado, el importantísimo punto que, sin saberlo, discutían aquellos dos seres desde que se vieron por primera vez… y que muy pronto iba a ponerse más claro que el agua.

211

confianza y benevolencia que ya le merecía, the confidence and goodwill which she (la señora) had already won from him: verbs that formerly governed various cases have been leveled down to the construction of dar, and take a dative and an accusative (or direct and indirect object); so pagar, comprar, agradecer, oír (oírle las razones, hear his reasons), llamar (llamarle la atención).

212

la, it: the usual feminine for our indefinite it: let it go; now you've done it.

213

santa: euphemism again; the whole blessed night.

214

impenitente: the 10th edition has impertinente.

215

no… ya, no longer.

216

doblemos = volvamos, let us turn.

217

arrepentida, repentant: -ido forms often have -ing sense: dormido, sleeping; colgado, hanging; sufrido, patient; callado, silent. The changed meaning is often only apparent, as in agradecido, grateful; complacido, pleasant. Sometimes the sense is little different between the past and present participles, e.g. hung on the wall or hanging on the wall.

218

que le he oído cantar, I have heard you sing; hacerme decir, make me say; se dejó fusilar, let himself get shot; notice that in the first, le is the object of oído; in the second, -me is the object of hacer; but in the last, se is the object of fusilar.

219

caramba: this is the commonest oath = heavens; it expresses surprise or anger in various degrees, and often is virtually colorless.

El Capitán Veneno

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