Читать книгу Una bala, un final - Pepe Pascual Taberner - Страница 14

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Martes, 21 de julio de 1936

Orvieto, Italia

De madrugada, Don Pietro llevaba más de una hora en pie mientras Gabriela dormía. Se aproximó a la cama, a su lado, observando cómo descansaba. Le acarició la mejilla despacio y peinó su pelo con la mano. Al poco, Gabriela despertó.

—Acuéstate conmigo.

—He de ir a Roma.

—¿Tan pronto? —Preguntó con poco entusiasmo.

—Me temo que sí. Me quedaré unos días allí.

Gabriela se incorporó sin decir nada.

—No te lo dije anoche porque hoy he tomado la decisión. Tengo unos asuntos importantes en el ministerio y he de dedicarles su tiempo.

—Lo comprendo.

—¿Te importa quedarte sola?

Gabriela se frotaba los ojos mientras le dijo:

—Karla me dijo que Herbert viajaba hoy a Berlín. Le llamaré y le propondré que se quede conmigo en Orvieto.

—Es una magnífica idea. —Se inclinó hasta besarle dulcemente en la frente.— Hablaremos, querida.

Tussio había preparado el Lancia y lo dejó en marcha hasta que Don Pietro llegara. Amanecía y la frescura de la noche se resistía a abandonar.

—¿Seguro que no quiere que le acompañe, Don? —Le dijo a través de la ventanilla.

—No insistas. Karla Hoffman se quedará unos días para hacer compañía a Gabriela. Procura que no les falte de nada.

—Así lo haré.

Tussio se apartó y Don Pietro se marchó camino de Roma.

En silencio, Don Pietro conducía sin querer llegar a la capital. Le aterraba cruzar las puertas del Ministerio. Más que su lugar de trabajo, le resultaba una terrible prisión. Tenía dudas de cómo afrontar los requisitos del cardenal, sin embargo, confiaba en su experiencia para no levantar sospechas ni provocar una situación que le delatase.

Todo lo que hiciera en adelante sería para proteger a Umberto.

Razón suficiente, aunque muy arriesgada.

Una bala, un final

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