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4. Nostalgia de la seguridad “perdida”

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Que están dirigiéndose a sentimientos más que realidades es algo que saben muy bien los líderes nacional-populistas. Rudy Giuliani, telonero estrella de Donald Trump, era consciente de que estaba tocando una fibra sensible cuando aseguraba que Trump no solo iba a “hacer a América Grande de nuevo” sino que también va a “hacer América segura de nuevo” devolviéndola a la era de Ronald Reagan23. A Giuliani, le sigue Trump: “Décadas de progreso reduciendo la criminalidad se están perdiendo”. Al otro lado del océano, pero no tan lejos en sus ideas, le Pen repite que “Francia y los franceses ya no están seguros”24.

Y tienen razón Trump y Giuliani. Hoy, los estadounidenses se sienten menos seguros. Según un estudio de Pew Research, desde el año 2.000 la percepción de la criminalidad no ha hecho más que aumentar25. En la misma dirección apunta una encuesta realizada por Gallup26: el 70% de los estadounidenses piensa que la criminalidad está aumentando.

El miedo es libre, a veces incluso es libre de la propia realidad. Porque esa realidad dice que EEUU es hoy un país más seguro, que la tasa de criminalidad es aproximadamente la mitad que, en 1991, que en la “edad dorada” y segura de Reagan, de la que Giuliani siente nostalgia, la criminalidad era aproximadamente un 40% más alta que en este momento27.

El miedo es libre, sin duda, y su explotación es completamente interesada. El discurso de la sociedad o la civilización en crisis no se dirige a la realidad sino a la vivencia subjetiva de la realidad, no se dirige a la razón sino al temor, a la sensación que fácilmente asocia el desasosiego personal con el derrumbe comunitario, social, cultural, nacional y civilizacional. No nos encontramos ante enunciados ilocucionarios sino perlocucionarios o performativos. No se trata de describir objetivamente la realidad sino de provocar cambios en quien escucha. No se trata de analizar sino de ganar seguidores y votos.

La eterna decadencia llama de nuevo a nuestra puerta, y con ella la nostalgia de un tiempo en el que “uno se podía sentir en casa en la sociedad, consigo mismo y con el universo: un tiempo pasado en el que éramos socialmente homogéneos, vivíamos en auténtica comunidad, a salvo y seguros”28.

Una arquitecta del cambio social desde el activismo y las políticas públicas. Testimonios de rutas compartidas con Isabel Martínez Lozano

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