Читать книгу Psicopoética - Raúl Ernesto García - Страница 14

Minoría

Оглавление

Al dialogar y conversar, se puede abrir un devenir menor de la lengua mayor. Se puede lograr una desterritorialización de los mandatos tradicionales de cierta razón dialógica o conversacional instalada en un momento dado. Convertir en menor la praxis dialógica mayor. Fugarse del diálogo conclusivo, cerrado, digamos, plenamente realizado. Dialogar y conversar en la propia lengua, pero, al unísono, activar un punto extranjerizante en el hablar. Seguir los mandatos mayoritarios de ese diálogo (esto es ineludible), pero abrir también mundos menores que fragmenten imprevisiblemente dicha instalación dialógica mayor. Así, en la medida en que alguien traza líneas menores de apertura o digresión (especulativa, paródica, burlesca, imaginativa o metafórica) en el ámbito de realización de una razón dialógica mayor (epistemológica, algorítmica o institucional), tiene lugar en su evanescencia y en su carácter inaprensible (a la manera de una transformación incorporal) el acontecimiento de la psicopoética.

Psicopoética se relaciona con la posibilidad de lograr una especie de extranjerización –parcial– del encuentro dialógico. Se renuncia en ese instante a la pretensión de entendimiento analítico pleno. No importará tanto el qué se dice, ni el quién lo dice, sino la vertebración creadora de los plexos existenciales involucrados en esa interlocución que deviene minoritaria.

Recordemos que lo “mayoritario” y lo “minoritario” constituyen dos dimensiones funcionales del uso de la lengua. No se trata solamente de una oposición cuantitativa.

Mayoría implica una constante, de expresión o de contenido, como un metro-patrón con relación al cual se evalúa. Supongamos que la constante o el patrón sea hombre-blanco-macho-adulto-urbano-hablando una lengua estándar-europeo-heterosexual cualquiera […] Es evidente que “el hombre” tiene la mayoría, incluso si es menos numeroso que los mosquitos, los niños, las mujeres, los negros, los campesinos, los homosexuales […] La mayoría supone un estado de poder y de dominación, y no a la inversa. Supone el metro-patrón y no a la inversa.12

Así, toda determinación diferente de la constante detenta una condición minoritaria. Esto significa que tendrá el estatuto de subsistema, o bien que realiza un movimiento que propende a salir del sistema, a existir como outsider. Pero, además, la mayoría, al tener el respaldo del metro-patrón dominante que la comprende, nunca carece de protagonismos, siempre promete alcanzar el éxito (“solo si sigues las reglas podrás llegar a ser alguien en la vida”). La minoría, en cambio, nunca tiene éxito; no tiene figuras protagónicas; suele asociarse al nadie; pero, por lo mismo, “es el devenir de todo el mundo, su devenir potencial en tanto que se desvía del modelo”.13

Lo mayoritario, entonces, constituye el sistema homogéneo y constante; las minorías constituyen subsistemas, y lo minoritario constituye el devenir potencial –creado y creativo– del mundo. No se trata de conquistar la mayoría, es decir, de convertir lo minoritario en mayoritario (instalando otra constante que domine desde otros puntos simbólicos). Lo que sucede es que el devenir nunca es mayoritario; devenir es devenir-minoritario. Un hablar menor en el diálogo y en la conversación hará posible un devenir que concierne, desde luego, a todo el sistema; un hablar menor que actúa como agente potencial de cambio y erosiona la estructura de tal encuentro dialógico como dimensión mayoritaria. Se trata de un devenir menor del diálogo mayor: “[L]as minorías […] deben ser consideradas como gérmenes, cristales de devenir, que solo son válidos si desencadenan movimientos incontrolados y desterritorializaciones de la media o de la mayoría”.14

Las posiciones o formulaciones confrontadas en un diálogo (es decir, aquello que diga un sujeto –su tesis– en contraposición a otras ideas –antítesis– planteadas por un interlocutor, al cual reconoce como dialogante) pierden preponderancia en sí mismas, porque lo que ahora se destaca es el conjunto de aspectos emergentes, no consensuados, imprevisibles, desautorizados, creativos, que constituyen en ese momento la expresión del devenir minoritario mismo del ejercicio del diálogo como sistema. La conciencia minoritaria es la que deviene mundo-creación al dialogar. Incorpora la variación continua que transgrede constantemente, y de diferentes maneras, las fronteras del metro-patrón mayoritario de los órdenes discursivos que fijan el mundo-conservación. La conciencia minoritaria en el diálogo inventa, pues, devenires específicos en la conjugación del mundo.

Es en estos términos que el diálogo como vehículo de consignas continúa funcionando en la interacción discursiva. Es el diálogo que cumple con los mandatos de saber y de poder que circulan en determinado dispositivo cultural o institucional. Se trata de ese momento mortífero-mortificante del dialogar: “La consigna aporta una muerte directa al que recibe la orden, o bien una muerte eventual si no obedece, o bien una muerte que él mismo debe infligir, propagar. Una orden del padre a su hijo, «harás esto», «no harás aquello», es inseparable de la pequeña sentencia de muerte que el hijo experimenta en un punto de su persona. Muerte, muerte, tal es el único juicio, y lo que convierte el juicio en un sistema. Veredicto”. Es por eso que de cierta forma uno muere cuando recibe-obedece-reproduce la consigna en el dialogar, lo mismo que cuando uno dialoga por consigna. Acaso vivimos a medio morir en la interacción con quienes nos rodean. Muertos vivientes los que nos reunimos a dialogar, los que hablamos unos con otros (se dialoga siempre en trance, como entes vulnerados, heridos inevitablemente en la constante batalla, aceptando, padeciendo los mandatos discursivos del mundo, pero a veces también respondiendo persistentemente, subversivamente, creativamente, evadiendo, confrontando como sea posible el orden establecido). La consigna lleva en sí otra cosa unida a ella, algo así “como un grito de alarma o un mensaje de fuga. Sería muy simple decir que la fuga es una reacción contra la consigna; más bien está incluida en ella, en un agenciamiento complejo, como su otra cara, su otra componente”.15

Psicopoética

Подняться наверх