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De las islas al continente: la llegada de los primeros hombres

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En enero de 1620, un minero de la Nueva España llamado Diego Mercado despachó un navío de aviso desde Veracruz, enviando una propuesta para tomar militarmente las islas Bermudas como fórmula de protección del comercio del Perú y la Nueva España. Su propuesta se basaba en la información encargada al piloto flamenco Simón Zacarías, conocedor de las islas, para demostrar el daño que dicho archipiélago ocasionaba a la Carrera de Indias.

El informe muestra cómo era la vida en las Bermudas5. Describe un archipiélago de 106 islas, cercanas entre sí, con un entorno de bajos y arrecifes. Nueva Londres, la principal, albergaba un representante de la Corona inglesa y estaba habitada por 400 vecinos. Disfrutaba de un excelente puerto protegido por 3 isletas, con 5 fuertes artillados. La guarnición la componían 160 hombres, mayormente desterrados por delitos. Disponían de ganados, cortaban madera de cedro para vender en Inglaterra y fabricaban cajas para el tabaco de Virginia. Las islas disponían de sementeras de tabaco, trigo y maíz para alimentar el ganado, y cultivaban viñedos para elaborar vinos. Producían abundante y variada alimentación; la escasez de agua, su único problema, fue superado con pozos y jagueyes que captaban agua de lluvia. Describía también la existencia de un molino de viento para el trigo y el cultivo de lúpulo para fabricar cerveza como en Flandes. Sobre la idiosincrasia de su población, se expresaba en los siguientes términos:

La gente que vive en las islas es muy viciosa y vive de embriagarse y lo hacen muy a menudo y cuando alcanzan vino de España que lo apetecen muchísimo. Más de la mitad de la gente de la isla, están en ella como forzados y desterrados por delitos en Inglaterra y desean por momentos la libertad (Archivo General de Indias, 7 de enero 1620, Indiferente General 1526, n.o 17).

De sus arrecifes y playas sacaban ámbar y perlas de valor escaso. Ahora bien, el centro de su interés fue el negocio con traficantes, con los que realizaban operaciones comerciales comprando géneros del pillaje piráticos a cambio de bastimentos y mercancías baratas (por su carácter ilícito). Como puerto de resguardo, fue lugar estratégico para asaltar barcos incautos que navegaban entre las Antillas y las costas de Yucatán, y desde Bermudas hasta el eje portuario Cartagena-Portobello.

Entre soldados y artilleros había 700 hombres y, añadiendo niños, mujeres y ancianos, todos sumaban 2.000 personas, en su mayoría ingleses, pero también había un nutrido grupo de comerciantes judíos y calvinistas flamencos: “Los más son forajidos […], todos desean por cualquier medio la libertad” (Relación de las islas de las Bermudas, p. 4). Su fundación fue espontánea, no planificada por la monarquía, sino por mercaderes aventureros que, incluso, designaban sus propios gobernadores encargados de cobrar derechos a las mercancías enviadas a los armadores de Inglaterra y otros lugares. Especialmente, compraban cueros y tabaco, por entonces muy demandados en el mercado británico.

Los habitantes de las Bermudas desempeñaron el rol crucial de favorecedores del comercio oceánico transimperial. Desplegaron estrategias para crear sólidas redes de familiares extendidas en el mundo Atlántico, ubicadas en diferentes puertos, donde asentaban su residencia y canalizaban transacciones entre parientes y paisanos, acomodando mecanismos sostenidos sobre la seguridad y reciprocidad mutua. Fueron clanes de marineros complejamente entrelazados que engrasaron la maquinaria del comercio transoceánico (Jarvis, 2010).

Figura 1. Plano de la Bermuda y sus arrecifes, levantado por los buques Yngleses de la estación, rectificado por el comandante de la Fragata de Guerra Francesa la Hermione en su pérdida sobre el bajo A; copiado por el comandante Pavia de la de S. M. C. Esperanza. 1840


Fuente: Biblioteca Virtual Ministerio de Defensa (España). Plano de la Bermuda y sus arrecifes [MN- 14-B-5].

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