Читать книгу La experiencia del tiempo - Ricardo Gibu Shimabukuro, Ángel Xolocotzi Yáñez - Страница 9

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En lo que concierne a la pregunta planteada por Husserl y orientada de manera trascendental-gnoseológica a los distintos niveles de constitución, no hay acuerdo común entre los comentadores respecto de cuántos niveles temporales es posible distinguir a partir de sus análisis del tiempo. En la conocida diferenciación de los distintos niveles de constitución “en su arquitectura esencial”, Husserl distingue en el § 34 de las Lecciones entre 1) “las cosas de la experiencia en el tiempo objetivo”; 2) “las multiplicidades de fenómenos constituyentes de distinto nivel”, “las unidades inmanentes en el tiempo preempírico”, y 3) “el flujo absoluto de la conciencia constituyente de tiempo”. Como señala Rudolf Boehm, el § 34 es una compilación de Edith Stein que se apoya en el texto número 40 (Husserliana X) redactado por Husserl entre comienzos de 1907 y comienzos de 1909. En dicho texto, se habla de (1) los “niveles del ser empírico, del ser de la experiencia”, de “lo dado y pensado en la experiencia”, del “ser que llamamos realidad material (reale Wirklichkeit) (Hua X: 287)”;1 (2) del “tiempo preempírico con pasado, ahora, luego” y del “ente preempírico”, de lo “que dura y lo que muda”, y (3) del “flujo de la conciencia”. Por un lado, una división en tres niveles salta aquí a la vista; por otro lado, Husserl distingue entre tiempo “empírico” y “preempírico”, lo cual parece indicar, más bien, una división en dos niveles. Se debe confrontar este pasaje con otro procedente de una época posterior (a saber, de 1913). Husserl escribe en el texto número 54 (Hua X: 381)2 acerca de una “temporalidad prefenomenal y preinmanente” que “se constituye de manera intencional como forma de la conciencia constituyente del tiempo y en ella misma” y que se distingue del tiempo inmanente, aquel de lo dado en la esfera de la conciencia inmanente.

En este punto, dos lecturas son posibles. O bien se distingue de manera estricta entre “empírico”/“preempírico” o entre “real”/“prerreal”, y así obtenemos, junto con el tiempo objetivo puesto entre paréntesis, una división en tres niveles. Esto trae consigo una serie de dificultades: ¿cómo se debe entender lo “preempírico”, “prefenomenal”, “preinmanente”, “prerreal”, así como la temporalidad correspondiente a cada nivel (esto concierne, por así decirlo, al estatuto ontológico necesariamente presupuesto)? ¿En qué consiste la capacidad de constitución del nivel inmanente en y a través del nivel preinmanente? (Volveremos sobre estas preguntas en breve). O bien se ve, por otra parte, en lo empírico y lo preempírico “dos intencionalidades indivisiblemente unidas, como dos caras de una y la misma cosa”, “entrelazadas entre sí en el único flujo de conciencia; en virtud de una se constituye el tiempo inmanente, un tiempo objetivo, real, en el que hay duración y cambio de lo que dura; en la otra, la ordenación casi temporal de las fases del flujo” (Hua X: 381). Según esta lectura, la temporalidad preempírica y prefenomenal no le pertenecería a ninguno de los niveles de constitución que están en la base de la temporalidad empírica y fenomenal, sino que constituiría solamente su otra “cara”.

La experiencia del tiempo

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