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Necesidad de socializar en diferentes espacios

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El hogar es el espacio y mundo de interrelaciones directamente relacionado con lo que Berger y Luckmann (2005) llaman “socialización primaria”. Pero no existe ninguna sociedad donde no exista ningún tipo de división social del trabajo y, concomitantemente, cierta distribución social del conocimiento.

Por ello, en toda sociedad el individuo incorpora “submundos” institucionales o basados en instituciones. En cada uno de ellos, el conocimiento será especializado y sufrirá un proceso de institucionalización diferente, según el caso. En cada uno de ellos los individuos incorporan roles y nuevos campos semánticos, estructuras, comportamientos de rutina dentro de cada área institucional.

Uno de esos submundos es el universitario, con elementos objetivos y subjetivos específicos. En este mundo se produce otra división de trabajo o de roles y estatus que se rutinizan e institucionalizan, creando comportamientos y habitualidades para todos los que ingresan en él.

En este campo, según Bourdieu, nos encontramos con actores que desempeñan roles en situación de trabajo (profesores, administrativos, por ejemplo) y otros que transitan este campo con el objetivo de alcanzar conocimientos suficientes y necesarios de una determinada especialización académica que habilite un futuro campo laboral.

Con esto entendemos que los alumnos toman el tiempo de estudio como un “paso” hacia otro campo de integración. Ese tiempo de formación no solo se caracteriza por incorporación de conocimientos especializados en cada disciplina, sino que es un submundo donde se viven experiencias sociales intersubjetivas entre alumnos y profesores.

Estas relaciones intersubjetivas cargadas de subjetividades emocionales (amistad, compañerismo, simpatías y empatías, como quizá la posibilidad de encontrar parejas y enamoramiento) coinciden, generalmente, con el inicio de la juventud, edad cronológica donde comienza el proceso de maduración del individuo en todos los sentidos (biológico, psicológico, emocional y social), diferenciando este proceso de aprendizaje de las etapas escolares iniciales y media (infancia y adolescencia). Además se supone que el individuo ingresa en este submundo universitario de manera voluntaria ejerciendo una acción racional (voluntaria), donde el “yo generalizado” está debidamente reconocido por la persona y opta por formarse en función de ello. Es decir que, en este mundo académico, se produce una segunda socialización no solo racional y técnica, sino también emocional, moral y ética.

Lo que el ASPO impuso, en nuestro país, fue suprimir este tipo de relaciones presenciales (cara a cara) con todos los submundos para los que la persona se prepara en la segunda socialización. Tanto el campo laboral como el educativo se vieron suspendidos, solo manteniendo un contacto tipo “virtual” a través de dispositivos tecnológicos.

La encuesta que realizamos nos mostró claramente que el objetivo de continuar con la transmisión de conocimientos y posibilidades de estudio no fue fuertemente afectado. Sin embargo, el contacto presencial envuelto de sentimientos, simpatías y diferentes actividades no solo de aprendizaje conforma lo que llamamos “vida social”. Estas últimas son las que los encuestados respondieron como la más afectada en ese año de experiencias especiales. Además, teniendo en cuenta que la mayoría de quienes participaron tienen entre 17 y 20 años (76%), es indudable que las expectativas de estos jóvenes que se incorporan a la vida universitaria superan el conocimiento especializado y abarcan aspectos personales y afectivos que completan su proceso de socialización.

Experiencias pedagógicas en pandemia

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