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La cuarentena obligatoria en el hogar y sus efectos en el estudio en alumnos universitarios

Patricia M. E. Marramá

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El 19 de marzo de 2020 los argentinos nos enteramos por un mensaje televisivo (y otros medios de difusión masiva) a cargo del presidente de la Nación, Alberto Fernández, de que a partir del 20 de ese mes comenzaría a regir en todo el territorio del país el aislamiento social, preventivo y obligatorio (ASPO, DNU 297) como medida preventiva para proteger la salud pública frente a la pandemia declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) ante el nuevo virus covid-19.1 Esto significaba que por un plazo determinado2 todas las personas deberían permanecer en sus residencias habituales o en el lugar en que se encontraran y abstenerse de concurrir a sus lugares de trabajo.

Así lo afirmaba el artículo 2º de dicho decreto 297/20:

Durante la vigencia del “aislamiento social, preventivo y obligatorio”, las personas deberán permanecer en sus residencias habituales o en la residencia en que se encuentren a las 00.00 horas del día 20 de marzo de 2020, momento de inicio de la medida dispuesta. Deberán abstenerse de concurrir a sus lugares de trabajo y no podrán desplazarse por rutas, vías y espacios públicos, todo ello con el fin de prevenir la circulación y el contagio del virus covid-19 y la consiguiente afectación a la salud pública y los demás derechos subjetivos derivados, tales como la vida y la integridad física de las personas.

La justificación de tal medida era el peligro sanitario y social (sin precedentes), a fin de mitigar la propagación del virus y su impacto en el sistema sanitario.

Estas severas medidas de aislamiento afectaron también a todo el sistema educativo nacional. El Ministerio de Educación de la Nación decretó:

En función de lo establecido por las autoridades sanitarias nacionales, el Ministerio de Educación de la Nación dispuso suspender las clases presenciales desde el pasado 16 de marzo y puso en marcha, a través de la resolución 106/20, el programa “Seguimos educando” para que las niñas, niños y adolescentes de la Argentina puedan continuar los estudios desde sus hogares. (Argentina.gov.ar, 20 de marzo de 2020)

Esto significó que, a partir de ese momento, se implementaran una cantidad de medidas para continuar con el sistema educativo en todos los niveles públicos y privados de todo el país, sin presencialidad. Los estudiantes y los maestros se debían quedar en casa.

Nos encontramos en octubre y muchas actividades comenzaron lentamente a reabrirse con protocolos y muchos cuidados. Fábricas, comercios, bares y algunos negocios comenzaron una nueva normalidad (debemos mencionar que la economía del país se vio fuertemente afectada, pero es otro tema que no se tratará en esta oportunidad). Sin embargo, lo referente a la escolaridad continúa sin modificación alguna. Es posible que antes de fin de año, algún tipo de regreso a las escuelas sea posible, pero hasta este momento en que me encuentro escribiendo estas líneas el debate está planteado, pero aún no resuelto. La cantidad de afectados por coronavirus aumenta de manera considerable y no nos encontramos dentro de los parámetros de seguridad propuestos por la OMS. Además, ejemplos de otros países en el mundo que regresaron a las aulas, pero tuvieron que volver a cerrarlas por el aumento de contagios. El gobierno argentino teme que los afectados por este virus no puedan controlarse y se produzca una saturación del sistema sanitario. Esto significa que los chicos en edades de formación primaria, secundaria y universitaria continúan su educación en forma remota, permaneciendo en sus hogares. Desde el comienzo de la cuarentena, las realidades de la vida cotidiana fueron cambiando: pasamos de cerrado total, a algunos permisos en algunas actividades. Sin embargo, en lo referente a la escolaridad con presencialidad, la Ciudad Autónoma de Buenos Aires permite algunas alternativas, sobre todo en los niveles inicial y primario. Pero el nivel terciario y universitario continúa con clases a distancia.

Los analistas académicos y los de opinión debaten los diferentes avances, logros y dificultades que se han encontrado hasta el momento en el ámbito educativo. En una mirada muy general, se observó que dichos estudios abundan en los niveles inicial, primario y secundario de escolaridad, tanto privada como pública. Sin embargo, el grupo de alumnos universitarios pareciera no haber sido tan profundamente estudiado. Es por ello que, en esta oportunidad, nos enfocaremos principalmente en este segmento de estudiantes que se encuentran dentro del grupo etario de 17 a 30 años.

Ahora bien, estos jóvenes continúan sus carreras universitarias a través de diferentes dispositivos electrónicos, permaneciendo en sus hogares o donde la cuarentena los encontró. Se produce así que la gran mayoría convive con su grupo familiar. Algunos, aprovechando las facilidades de internet, volvieron a sus lugares de origen. No es extraño que en una clase virtual los alumnos se encuentren en diferentes ciudades del interior del país e incluso en otros países (Uruguay, Venezuela, Colombia, en general países latinoamericanos son los más frecuentes en la Argentina).

En este apartado no nos detendremos sobre los avances o las dificultades didácticas específicamente, o sobre las técnicas pedagógicas que debieron reestructurarse ante esta nueva situación, sino que nos interesará adentrarnos en el mundo convivencial de las familias. Nuestro análisis se centrará desde una perspectiva sociológica, efectuando una técnica metodológica de triangulación entre datos cuantitativos obtenidos de una breve encuesta. Posteriormente proponemos un análisis teórico interpretativo sobre las relaciones intersubjetivas que se pudieron establecer dentro de este mundo familiar.

Para realizar este análisis partimos de las siguientes preguntas: ¿cómo influye la convivencia obligatoria (impuesta por el ASPO en tiempos de pandemia covid-19) en las relaciones convivenciales en el seno familiar? En consecuencia, ¿cómo estas relaciones convivenciales modificaron las posibilidades de estudio, comprensión, interpretación y aprendizaje de contenidos?

Experiencias pedagógicas en pandemia

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