Читать книгу Dios y el ángel rebelde - Sally Pierson Dillon - Страница 8

Introducción

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Miguel entró en la cocina cuando su mamá estaba cortando trozos de zanahoria. Ella le sonrió cuando se arrimó a su lado con un banquito.

–Estuve pensando –comenzó él.

–¡Oh, no! –dijo la mamá–. ¿Te dolió?

Miguel se rió.

–¡No! Estuve pensando en tu amiga, la señora García. La escuché decir que su iglesia era la única iglesia cristiana verdadera y que todas las otras iglesias salieron de su iglesia. Dijo que su iglesia todavía es la misma que cuando los discípulos de Jesús la fundaron al principio. Eso ¿es cierto?

–Bueno –dijo la mamá–, mi amiga Florencia García pertenece a la Iglesia Ortodoxa Rusa.

–¿Qué es eso? –preguntó Miguel.

–Inmediatamente después de que Jesús regresara al cielo –dijo la mamá–, había solo una iglesia cristiana. Por aproximadamente mil años hubo solo una iglesia oficial. Entonces, los líderes tuvieron un gran desacuerdo, y la iglesia se separó en dos grupos. Cada uno afirmaba ser la verdadera iglesia. El grupo oriental se autodenominó Iglesia Ortodoxa. Su iglesia todavía existe; se la conoce como la Iglesia Ortodoxa Griega, o la Ortodoxa Rusa, o la Ortodoxa Oriental, dependiendo del idioma utilizado. El otro grupo se quedó en la parte occidental de Europa, y por mucho tiempo fue la iglesia cristiana oficial allí. Hoy, a esa iglesia se la conoce como la Iglesia Católica Romana.

–Ah –dijo Miguel–. ¿Así que los ortodoxos creen que los católicos romanos se separaron de su grupo?

–Sí –la mamá asintió.

–Bueno, y ¿por qué hay tantas iglesias hoy? Casi no hay ningún católico en nuestro barrio, y la señora García es la única ortodoxa que conozco. Pero hay muchos bautistas, metodistas, luteranos, episcopales y hasta algunos adventistas del séptimo día. ¿De dónde vienen todos?

–¡Bueno! –exclamó la mamá–. ¡Una pregunta a la vez!

–Y ¿cómo es que, aunque se supone que los cristianos son amables y se aman, hacen cosas tan malas? Yo sé que hicieron cosas malas hace mucho tiempo en la historia, como perseguir gente y matarla; y cosas así; pero los cristianos todavía hacen cosas malas. En las noticias, había un cristiano en Florida que amenazaba a algunas personas en una clínica, y otro baleó a un médico y a otras personas que trabajaban allí. Y la noticia también hablaba de cristianos que se bombardean entre sí en Irlanda. Los cristianos no debieran bombardear a nadie, ¿o no, mamá?

–No –respondió la mamá–; no si viven de la manera en que Jesús les enseñó.

–Hay otras cosas que también me pregunto –anunció Miguel.

La mamá se tragó la explicación y se sentó a escuchar.

–Nuestra iglesia comparte muchas creencias con otras iglesias. Los no adventistas que conozco creen en una o dos cosas diferentes de las nuestras apenas. Pero la diferencia depende de a qué iglesia pertenecen.

–Sí, eso es verdad –dijo la mamá.

–Yo sé cuáles son las cosas que creo que son diferentes –continuó Miguel–, pero no siempre estoy seguro de por qué creo en ellas. Especialmente las cosas realmente diferentes, como si los muertos están realmente muertos, y por qué adoramos en sábado y no en domingo. Y, ¿qué es ese “Santuario” del que te escucho hablar a veces? ¿Por qué es tan importante?

–Esa es fácil –dijo la mamá–. Te la puedo responder.

Pero Miguel estaba inspirado.

–Algo más... en la escuela, hablamos de que Jesús viene otra vez y que va a ser pronto, especialmente con todas las cosas que pasan en las noticias. Algunos chicos estaban realmente asustados y hablaban de las cosas terribles que iban a pasar. Yo no estaba asustado hasta que empezaron a hablar de eso, pero ahora me da miedo de veras. ¿Cómo puedo estar listo para cuando Jesús venga otra vez? Y, ¿cómo sé que estoy listo? Y, ¿cómo puedo enfrentar las cosas terribles que ocurrirán sin tener miedo? ¡Estoy realmente preocupado por esto ahora!

La mamá puso su brazo sobre los hombros de Miguel.

–Has hecho unas cincuenta preguntas importantes en los últimos diez minutos –le dijo–. ¿Y si nos tomamos un tiempo cada día, después de que termines tu tarea, y hablamos de eso? Comenzaremos con lo que sucedió cuando Jesús regresó al cielo y llegaremos hasta nuestros días. Y entonces hablaremos del futuro.

–Eso me parece muy bien –Miguel aprobó la propuesta–. ¿Y si lo hacemos antes de que haga mi tarea?

–Buen intento –se rió la mamá.

–Supongo que tendré que comenzar con mi tarea, entonces –concluyó Miguel, suspirando.

Dios y el ángel rebelde

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