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CAPÍTULO 3 Plata

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—¿¡Y June!? —preguntó Sofía. La frustración se palpaba en el ambiente. Una chica rubia de curiosos ojos verde grisáceos apoyó su espalda en una taquilla antes de continuar. Llevaba un vestido amarillo tres tallas más grandes, unos zapatos grises y una sonrisa pícara.

—No lo sé —contestó—. Ella hace lo que le da la gana. —Su tono era de suficiencia, cosa que a Sofía le crispó los nervios. Esta se cruzó de brazos y se pellizcó el puente de la nariz.A pesar de intentar llamar la atención, nadie del pasillo se fijaba en ella. Ni siquiera su amiga Brianna intentaba reparar en ella. Parecía que ya no podía soportarla.

—Pues entonces tú tendrás que pasarme los apuntes de Ciencias —dijo Sofía.

Brianna levantó una ceja con desconcierto y descruzó los brazos. Entreabrió la boca varias veces, como si no encontrase las palabras adecuadas. Sofía seguía mirándose las uñas con detenimiento, pensativa.

—Sofía, yo no voy contigo a clase de Ciencias.

Tardó unos segundos en procesar la información y, tras hacerlo, soltó un bufido feroz y quemó a su amiga con la mirada, poniéndose roja.

—¡Pues busca a June! —gritó.

Brianna agachó la cabeza, intentando no enfurecer más a Sofía. Soltó un suspiro de paciencia, como si prefiriese no decir nada más.

—Creo que ya no hace falta —comentó Brianna, señalando a la multitud reunida en el pasillo.

Una chica de pelo marrón y ojos grises destacaba entre todos, básicamente por su escasa estatura y sus tacones, treinta centímetros más altos de lo permitido. Se quedó mirando fijamente a Brianna y a Sofía, y no tardó en dibujar una amplia sonrisa. Sofía bufó, a la vez que observaba sus uñas, una por una. Se notaba que tratar a sus amigas con tal desdén ya era algo común en ella.

La chica no dudó un segundo en estrechar con un fuerte abrazo a Sofía, pillándola por sorpresa.

—¡Holi! ¿Qué tal chicas? —preguntó, soltando a Sofía de su mortal abrazo.

Brianna sonrió y negó con alegría. No había duda: June era única, más amigable que Sofía. Aquello lo demostraba Brianna con una sola mirada. Despreocupada, June se sacó una magdalena medio aplastada del bolsillo y le dio un mordisco con avidez. Sofía frunció el ceño y, tras poner los ojos en blanco con impaciencia, se armó de valor para soltar unas palabras:

—¿¡Me puedes dejar los apuntes de Ciencias!?

Los ojos de June se abrieron de golpe, dilatando las pupilas, como si acabase de aterrizar en la tierra.

—No sé exactamente si los tengo —dijo con la boca todavía llena.

Sofía soltó un gruñido de indignación y empezó a andar con paso decidido, como si para ella fuese obvio que sus amigas iban a seguirla.Tenía la superioridad demasiado subida a la cabeza. Brianna dejo de apoyar su espalda en las taquillas para seguir a Sofía y June a regañadientes, teniendo que esquivar a la gente que parloteaba en medio del pasillo, sin más.

—¡Habla con la boca vacía, asquerosa! —le siseó Sofía.

June simplemente desvió su mirada hacia un lado, buscando el apoyo de Brianna.

—¡Ha dicho que no! —comentó Brianna mientras se le acercaba. Montó en cólera y, apretando sus puños, se encaró con Sofía. Esta dejó de andar y se giró para mirar atentamente a June:

—¿¡Vas enserio!?

June se quedó de piedra, engullendo su magdalena con rapidez, y esperando una reprimenda.

—Yo… lo siento. Se me olvidaron.

Sofía se echó las manos a la cabeza.

—Pues ve a buscar a alguien que los tenga. ¡Venga!

Brianna abrió los ojos de par en par, como si no diese crédito a aquello.

—Está bien —susurró June con tristeza—. Lo siento. Chao, Bri. Chao, Sofi.

Sofía cogió aire y levantó la cabeza. No parecía darle importancia a la reacción de su amiga. Los nervios de Brianna se volvieron a crispar al ver como Sofía se acercaba a su taquilla con paso seguro, como si no ocurriese nada, pero se tragó un mal comentario para seguirla con desdén.

—¿Por qué le has hecho eso a June? Sabes perfectamente que es muy sensible y que se siente culpable por todo —le dijo al llegar a su lado.

Sofía abrió su taquilla con tranquilidad y empezó a revolverla.

—Di lo que te dé la gana, Bri. ¡Tampoco la he matado!

Brianna levantó las cejas con sorpresa y en un ataque de rabia imitó a su amiga con descaro, poniendo caras sin que esta se diese cuenta. Sofía cerró su taquilla de un golpe, haciendo que Brianna diese un respingo. De pronto, un destello negruzco captó la atención de Sofía, quien, sin vacilar, se volvió para observar el pasillo en busca de la persona que había llamado su atención.

Al fondo, envuelta entre la multitud de la gente, Emma andaba con tranquilidad, la cabeza gacha y los brazos cargados de libros. A su lado,Ángela tecleaba un móvil entretenidamente, soltando alguna risita de vez en cuando.

—¿¡Qué hace esa por este pasillo!? Aquí no tiene su taquilla — preguntó Sofía.

Brianna, todavía asustada por el repentino movimiento de su amiga, frunció el ceño.

—¿Quién?

Sofía señaló levemente a Emma.

—¿A mí qué me preguntas? No soy adivina.

Sofía volvió su mirada salvaje hacia ella, como en un intento de amenaza.

—¡No me hables así!

Brianna agachó la cabeza al percatarse de la ira de Sofía y se lamió un labio, preguntándose a sí misma qué contestar.

—Está bien —dijo Brianna con tranquilidad—. A lo mejor va a acompañar a alguna de sus amigas.

—¡Imposible! —exclamó Sofía mientras cerraba y abría los puños—. La taquilla de Ángela está al lado de la entrada, y la de Kate delante de clase de Física.

Brianna se quedó impactada ante la rapidez y exactitud de la respuesta. La cara de Sofía se volvió blanca, y su voz se quebró.

—Y tampoco puede ir a la de Dilan, porque estaba al lado de la suya.

Brianna tragó saliva al ver como una lágrima surcaba la mejilla derecha de Sofía. Pronunciar aquel nombre no le había sentado bien. Brianna escrutó a su amiga con sigilo, deseosa de saber qué hacer. La cara de Sofía delataba que se habían amontonado demasiadas cosas en su cabeza, y que esta iba a estallar en cualquier momento, dejando a su amiga sin tiempo para barajar opciones.

Sofía salió corriendo nada más la mano de Brianna rozó su hombro en un intento de tranquilizarla, deseosa de desaparecer lo antes posible de allí. Sin darse cuenta, le dio un fuerte empujón a Emma, tirándole al suelo todo lo que llevaba en las manos, pero sin dejar de andar con rapidez.

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