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II. Solo Dios es real

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Soy tu María dulce. Soy la ternura de Dios hecha palabra. Los pensamientos de Dios dan alegría porque son un solo pensamiento de puro amor. Nada que no sea amor pertenece a Dios, por lo tanto, no pertenece a la realidad.

Dios es la única realidad. Esto es lo mismo que decir que solo el amor es real. Si bien esto ya lo has escuchado, no siempre has hecho de esta afirmación la verdadera regla de tu mente. Cuando digo regla no me refiero a volver a crear nuevas estructuras mentales que hagan que reemplaces el viejo contenido por uno nuevo sin cambiar de mentalidad. No. Recuerda que estás viviendo en los inicios de la mentalidad milagrosa y has abandonado la identificación que tenías con la mente condicional. Lo que estamos diciendo con esta verdad es que debes comenzar a negarte decididamente a ver cualquier cosa que sea irreal.

Yo, el corazón inmaculado de María, en perfecta unidad con el sagrado corazón de Jesús, unidos eternamente a tu corazón, somos la única realidad creada por Dios. Somos la totalidad del amor hermoso. Somos pureza y trinidad santa. Nada fuera de nuestra unidad existe realmente. Solo puede existir en fantasías pueriles o imaginaciones tan enfermizas que no pueden hacer ninguna otra cosa que causar daño, aunque sea temporario.

Es cierto que la imaginación o las fantasías, por sí mismas, no pueden causar ningún daño. Sin embargo, la identificación con ellas hace que la mente busque hacerlas reales. Al hacer eso, crea estados en los que pueda convencerse a uno mismo de que lo son y esa auto-convicción de que la irrealidad puede ser y es real, es lo que hace que exista el estado doloroso. Quien vive en una irrealidad, tarde o temprano, sufre. Esto se debe a que crear fantasías e identificarse con ellas es una actividad mental que no está en armonía con la voluntad de Dios y, por ende, con la mente de Cristo. Es algo antinatural al ser. En otras palabras, la realidad es mientras que la irrealidad no es.

Hablamos de la realidad del amor y la ilusión del miedo o fantasías de separación porque estamos hablando de la alegría de ser. Toda alegría procede de Dios, tal como toda santidad, pureza y amor también. De tal modo que para que puedas vivir en el estado de ser, y con ello goces de alegría duradera, es necesario vivir en unión con lo que eres en verdad.

Existe una relación directa entre verdad, amor y alegría. Nadie es feliz en la mentira. Nadie puede experimentar alegría de ser si no ama lo que es. En efecto, las fantasías o ilusiones de las que hemos estado hablando se han creado por la mente pensante para poder negar al ser y con ello la verdad. Dado que el ser que eres en verdad es amor y nada más que amor, entonces al negar tu ser niegas al amor y a todos sus tesoros, incluyendo la armonía, la felicidad y la dicha sin fin. Esto ya lo hemos dicho también, pero lo repetimos para que no olvides que, del hecho de hacer de esta verdad tu realidad cotidiana, depende tu salvación.

No te digo esto para crear preocupaciones. Yo sé, en la perfecta certeza de Dios, que la verdad no te provoca ninguna otra cosa que alegría. Sé bien, y tú también, que ya no le temes a la verdad. Has abandonado al miedo. Ahora vives en la presencia del amor. Si te digo todo esto es porque te amo. Lo que más desea mi corazón de madre de la creación es que seas feliz. Puedo mostrarte el camino, descorrer velos, revelar patrones de pensamientos que deben ser abandonados serenamente, y muchas otras cosas más. Todo eso es importante. Pero lo esencial no está en ello. Lo esencial es el amor.

Nuestra relación madre-hijo no es solamente la puerta de entrada al reino de los cielos, sino el cielo en sí. Esta es la razón por la que me manifiesto cada día más y seguiré haciéndolo por los siglos de los siglos. Lo hago por amor.

El Padre que te ama con amor divino ha dispuesto que nuestra relación trina sea la realidad del amor para ti. En efecto, lo es también para el mundo entero. La creación entera vive en mí tal como yo vivo en ella. Esta afirmación es tan cierta para conmigo como para contigo. La realidad divina vive por entera en tu santísimo corazón, y tú vives en toda la creación. En la unidad de todo lo que Dios creó reside la alegría de ser.

Observa, hijito, como muchas veces tus hermanas y hermanos, incluso tú mismo en el pasado, no lograban encontrar alegría sincera en la vida que vivían. Es un hecho que son pocos los que se ejercitan serenamente en dar gracias a Dios por haberles dado la vida, si bien es algo que todos debieran hacer constantemente para activar esa parte del ser donde mora la alegría de ser. Esta actitud de poca gratitud a la vida, o de desconfianza, no es otra cosa que el resultado de una confusión de niveles. Ser un ego, o lo que una determinada estructura social, familiar, cultural o de cualquier tipo determine como más apropiado, es identificarse con lo que no es real puesto que no procede de Dios. Esta identificación con un modo de ser ajeno a lo que eres en verdad es lo que hizo que tu vida sea un calvario.

Elige solo el amor: La morada santa

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