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III. Relación divina. Amor santo

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Tomar consciencia de la relación que existe entre el creador y la creación es hacer visible lo que es invisible. Lo que intento recordarte con esto es que detrás de todo lo que existe, hay una malla de interconexiones que permite que todo sea como es y se desenvuelva como lo hace. Hay una inteligencia o sabiduría detrás de todo lo creado y también un fluir de “un algo” a lo que muchos llaman “energía espiritual” que está constantemente creando la vida manifestada. Esa inteligencia, a la que se le ha dado tantos nombres tales como Abba, Dios, Ser, Espíritu o Amor es la relación divina. Existe y es la fuente de la vida.

No puedes ver las interrelaciones de todo con todo, lo cual sería ver cara a cara a Dios. Pero puedes ver sus efectos, y dado que causa y efecto son uno y lo mismo, entonces puedes ver al creador en lo creado y al creado en el creador. Puedes ir de lo abstracto a lo concreto y de este hacia aquel en un fluir armónico de conocimiento por medio de la relación inherente que existe entre ambos.

Parece mucho todo esto, ¿verdad? Y, sin embargo, no lo es. Dios no oculta su relación con su hijo bien amado. Dios no está loco, ni busca proteger lo que nada ni nadie puede ni siquiera atacar. Nada real puede atacar al amor. Nada puede siquiera poner en riesgo al hijo de Dios.

Haz como Dios, que nunca oculta nada. No dejes a la relación directa que tienes con Dios enterrada en las bóvedas de tu corazón, bloqueada con barricadas que solo tú has forjado con creencias alejadas de la verdad, hijo. No es necesario que sigas haciendo eso. Deja que la relación santa se exprese por sí misma en razón de lo que eres. Acepta tu relación directa con el amor que Dios es. Exprésate.

Anímate a alabar al creador de lo santo, lo bello, lo perfecto. Cántale al amor. Baila al compás de la danza de la vida. Sonríeles a los ángeles. Háblale a la madre de los vivientes. Vive la vida sumergido en la fuerza vibrante del ser que eres en verdad. Sé tú mismo a cada instante. Déjate amar. Haz todo esto, o lo que tu corazón te diga, y estarás haciendo visible el Dios que eres en verdad. Estarás mostrando el rostro del amor. Estarás cumpliendo la voluntad de Dios. Pues es su voluntad que su hijo sea conocido por siempre jamás, y de ese modo darse a conocer a todos y todo.

La única manera que existe de que puedas ser consciente de la relación directa con Dios, es decir de la unidad divina en la que todo existe y, por ende, de la verdad de tu ser, es en tu relación concreta con Cristo. No tiene sentido sumergirse en elucubraciones mentales acerca de la infinitud de Dios y su inabarcable realidad. Nada de eso te ayudará mucho.

Lo que hará que tu vida ordinaria se transforme en extraordinaria y le dé sentido a todo lo que hagas, dejes de hacer, pienses o sientas, será el conocimiento de lo que eres en verdad. Y dado que ese conocimiento solo puedes alcanzarlo en la relación que tienes con Dios, la toma de consciencia de la relación unitiva con Cristo pasa a ser el fundamento de tu felicidad. Eres un ser en relación como todo ser lo es. Nada existe fuera de la relación santa. Tú no eres la excepción.

Lo que se te está revelando en esta sesión es algo que ya sabes pero que no has utilizado como el fundamento de tu vida aquí y ahora. Expresar la relación directa con Dios, escuchar la voz del amor y seguirla es la única función que todo ser viviente tiene. Esto se debe a que eres relación, por lo tanto, eres diálogo incesante. Esta es la razón por la que escuchas en tu mente un constante diálogo, sin importar si es de una cualidad u otra.

La mente y el corazón siempre están activos porque son relación. Por su intermedio y en ello es que tu ser se une a todo y todos. Esto es lo mismo que decir lo que ya hemos repetido muchas veces. Somos una sola mente. Un solo ser. Una sola realidad. Un solo amor santo. Somos comunión.

Vida y amor son lo mismo. Por lo tanto, si la vida es pensamiento, la vida tiene que ser también relación. Y como tú eres vida comunicada, entonces tú mismo eres relación.

Estas palabras son palabras de vida infinita porque comunican vida imperecedera. Son la expresión de nuestra relación. Son un diálogo universal que está ocurriendo en todas las mentes y corazones. Son una forma de expresión perfecta de la relación directa de un alma con Dios. Expresada para que todos sepan que el alma habla con él, tanto como Dios le comunica vida en abundancia. Y de ese modo se animen otros a expresar la relación de amor con el creador y sus almas puras.

Todos están llamados a hacer visible lo invisible del amor. A manifestar lo que hasta ahora había quedado oculto en las profundidades de los corazones santos. Todos están siendo llamados a vivir conscientemente en la relación directa y observable con Dios.

Hijos de todos los tiempos y lugares. No le neguéis a la boca lo que vuestros corazones gritan. Dios existe y es amor. Lo sabéis perfectamente bien, vuestros corazones palpitan al ritmo del corazón del amor.

Id por el mundo anunciando la relación directa con un Dios que es amor infinito. Id por el mundo despertando a vuestras hermanas y hermanos a la verdad de la santidad que son. Sed felices en el conocimiento de su amor. Experimentad la relación directa con la madre de los vivientes.

Estoy aquí, a las puertas de todo ser. Llamo incesantemente. Quien me abre, me recibe. Y yo entro con mi divino hijo Jesús a morar en su corazón. Junto a los ángeles y la creación perfecta del creador de la perfección preparamos la cena que recrea y enamora.

Os estamos invitando a todos al banquete de la vida. No dejéis a nadie afuera. Id por las plazas y las calles a llamar a los comensales. ¡Cristo ha llegado! Han llegado los tiempos de la plenitud del amor. Venid todos a María. Venid todos a la dulzura del amor que Dios es. Y gozad eternamente de los tesoros del reino.

No os conforméis con nada por debajo de la santidad. Sois literalmente los creadores del nuevo cielo y la nueva tierra. Vivid cada día más conscientemente la relación que tenéis con Cristo y permitid que se exprese por medio de vosotros mismos. En esa expresión se verá el cielo en toda su belleza y gracia. La relación directa con Dios es el cielo.

¡Hijo de mi corazón!

Te doy gracias por responder a mi llamada. Gracias por el tiempo que me permites pasar contigo en una unión que no tiene comparación. Te amo con amor sobrenatural. Te amo como jamás podrás siquiera imaginar.

Gracias a todos los que recibís estas palabras de vida eterna. Habéis elegido la mejor parte y no os será quitada. Habéis elegido al amor y la verdad.

Elige solo el amor: La morada santa

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