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III. La paz es ahora

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Recuerda que hemos dicho que te encuentras a la entrada del nuevo camino que muy pronto comenzarás a recorrer conscientemente: el camino de ser. Un camino que solo puedes recorrerlo tras haber finalizado la vía del corazón, la de la transformación y la del conocimiento. Este camino, que es el destino al que los otros caminos llevan, es el único camino eterno porque, ser el que eres en verdad es para lo que fuiste creado.

Un aspecto esencial de este nuevo camino, en cuya entrada te encuentras ahora, es el de la no anticipación. Vivir el presente en el amor es la manera de vivir de Dios. Eso se debe a que él no se confunde pensando que hay algo hacia adelante y lo llama futuro, cuando en realidad solo existe en la imaginación. Tampoco piensa en el pasado porque sabe que eso no es pensar. Recuerda que el amor no piensa en absoluto, simplemente es el que es, ahora y siempre. Lo mismo debe ocurrir contigo desde ahora en adelante.

Una vez más te digo por amor: si el pasado te pesa, no pienses en él. Del futuro me ocupo yo. Tú vive en el presente de mi amor. Esta es la clave para vivir en paz. O, dicho de otro modo, para vivir de tal manera que el amor que eres se exprese aquí, ahora y siempre y puedas ser feliz.

Existe una sola fuente de felicidad y esa es el que seas tal como Dios te creó para ser. En otras palabras, que vivas en la verdad de lo que eres. De tal manera que, si vives en el presente que el amor es, vivirás sin preocupaciones y desarticularás para siempre el insana compulsión de la mente de anticiparse a las cosas y acontecimientos.

El pensamiento especulativo es insano como lo es todo lo que procede del ego. En un intento de la mente pensante de controlar las cosas, esta creyó que si se anticipaba iba a poder cambiar lo que es y lo que será. Eso se debe a que esa parte de la mente, que no es real, no sabe nada de crear. El futuro es algo que creamos juntos. De hecho, es algo que estamos creando ahora. A cada instante vas creando tus mañanas. O el instante siguiente. Dicho llanamente, a cada instante creas tiempo o dejas de crearlo. Creas ilusión o dejas de crearla.

El patrón de pensamiento de anticipación es la fuente de fabricación del tiempo psicológico desde la cual el ego se nutría para existir. Es la razón por la cual se produce el dolor en las mentes asediadas, las que, por ende, no pueden reposar en la serenidad del ahora. Esa asedia espiritual, que es la compulsión de fabricar tiempo por medio de centrar la mente en pensamientos del pasado o del futuro, es algo así como un demonio que asfixia al alma, hasta que le dices que se marche definitivamente y que no vuelva nunca más.

Recordar el pasado no es el tipo de recuerdo que le interesa a quienes recorrerán el camino de ser. A ellos solo les interesa recordar a Dios, es decir, el amor que es en verdad. ¿Por qué solo quieren recordar lo que son a la luz de la verdad? Porque saben que esa es la voluntad de su Padre y creador. Ellos viven de la relación con su fuente, hacen del vínculo sagrado con Dios la razón de su vida y el único objeto al que va dirigido su mente y corazón.

Anticiparse es propio de los temerosos, por eso hemos dicho que la ansiedad, la cual es fruto de la asedia espiritual, no es otra cosa que miedo y procede de los caprichos del ego. Tal como ya hemos dicho varias veces, el ego no está aquí. La paz ha llegado. Pero ahora tenemos que aprender a vivir en paz.

Se te ha dicho que no se puede enseñar lo que es la paz de Dios porque es enseñar al amor y eso está más allá de todo aprendizaje posible. Sin embargo, sí que se puede aprender a reconocer, valorar y abrazar las condiciones para la paz. De esas condiciones es de lo que estamos hablando.

Vivir el presente sumergido en el amor del Cristo viviente que vive en ti es una condición para vivir en el amor y, por ende, en paz. Tal como lo es la condición de respirar para conservar la vida. Esta verdad, no es algo que deba alterarte ni preocuparte, pero sí es algo a lo que debes estar alerta.

Lo que estoy diciéndote es que, si descubres que tu mente se ha perdido en divagaciones del pasado o especulaciones acerca del futuro, busques lo antes posible un lugar lo más tranquilo que puedas y te sientes si puedes, si no, permanece de pie o en la posición en que estés. Respira profunda, pausada y conscientemente, centrando tu atención en la respiración, y di para tus adentros:

“Amor mío, esencia de mi ser. Una parte de la mente se ha perdido, reunámosla en ti. Que todo regrese a la paz del cielo. Que todo sea abrazado por la verdad. Que todo retorne al amor. Amén”.

Una vez que hayas observado serenamente a esa parte de la mente, que se entremezcló una vez más en el recuerdo de la vieja locura con la que un día jugó y se lastimó, y la hayas hecho retornar al amor, verás como la paz que eres envuelve todo y no queda ni rastro del ayer.

Todo pasado es del ayer porque para el que vive en la verdad, no existe diferencias entre si el pasado ocurrió hace un segundo, un siglo o un milenio. Todo pasado es simplemente eso, pasado. Lo mismo ocurre con el futuro, no importa si lo que la mente hace es centrar sus pensamientos en lo que comerá mañana o con qué vestirá el cuerpo al despertar o si va a ir a cielo cuando el cuerpo muera en un lejano tiempo por venir.

Todo esto ya lo sabes bien, pero lo repetimos aquí a las puertas del camino nuevo porque no queremos correr riesgos de ninguna especie. La prudencia no es amiga de los arriesgados sino de los que viven en la verdad. De tal manera que vivir en el presente es la base para que puedas recorrer el camino eterno de la relación con Dios.

La relación es ahora, tal como lo es la paz del cielo, la vida y tu ser. En ningún otro tiempo puedes estar en paz salvo en el instante presente. En ningún otro tiempo puedes ser consciente de algo, y eso incluye a la relación, salvo en el ahora sin tiempo. Por lo tanto, cada vez que te desconectas del presente, te desconectas de tu consciencia crística. El amor, y con ello la paz de Dios, no puede vivir en el futuro, ni quedarse estancado en el pasado. El amor solo puede ser el que es ahora, porque es eterno presente. Alégrate de que así sea.

Elige solo el amor: La relación divina

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