Читать книгу Elige solo el amor: La relación divina - Sebastián Blaksley - Страница 26
IV. La luz ha llegado
ОглавлениеConocer el significado del amor es perfectamente posible porque puedes conocer sus efectos. En otras palabras, reconocerás todo por sus frutos, tal como ya se ha explicado. La confusión que existe en relación a este asunto del conocimiento del significado del amor reside en el hecho de que muchos desean ponerlo en palabras o darle una forma particular cuando en realidad el significado en sí no puede limitarse a la forma. La forma es efecto, no causa. Si bien es cierto que causa y efecto son lo mismo, también es cierto que son diferentes. Ser lo mismo en el ser y diferente en la relación es la manera de identificación que Dios ha creado y, por lo tanto, la única manera posible de ser auténtico.
Centrarse en la forma en vez de en el contenido es la base del viejo sistema de pensamiento, el cual estaba fundamentado en el miedo. Ahora que vives en el amor, puedes evitar toda confusión. La forma, forma es. De manera tal que una vez que reconoces que en tu corazón habita el amor perfecto y permaneces unido a él, ocupándote de los asuntos del corazón, la forma en que ese amor se manifieste será de algún modo, irrelevante para ti. Lo expresarás, sin lugar a dudas porque tu sola presencia en el mundo será una extensión viva de tu ser. Sin embargo, no estarás centrado en ello. Estarás centrado en la unidad.
Lo que se quiere decir al decir que no te focalizarás en la forma sino en la unidad, es que descubrirás que tu única función es hacer que tu corazón permanezca dentro de la luz de tu consciencia. Ser plenamente consciente de cada latido de tu corazón es alcanzar la iluminación. Esto quiere decir que debes estar atento, es decir, observando sin juzgar, a cada pensamiento, sentimiento, emoción, impulso, deseo, reacción, respuesta, o cualquier cosa que surja en ti. Esta observación entrelaza tu ser con la consciencia de tu ser. Este enlace te reúne con Cristo y por ello con el amor, es decir, con la fuente de la vida.
Cada día que vayas avanzando por el nuevo camino que pronto comenzarás a caminar, te irás reuniendo con nuevas hermanas y hermanos. Son aquellos que fuera del tiempo han hecho un pacto contigo y con Dios para reunirse en el tiempo para reforzar la presencia de Cristo en la tierra. Observarás que tu vida comenzará a sentirse como si tú mismo salieras de un cascarón. Algo así como una explosión de vida que hace que la expresión comience a ser descubierta. Tantos años de instrucción, de preparación de moldear y hornear el pan y la levadura… Ahora comenzará a expandirse. Comienza el tiempo del descubrimiento. No del tuyo, sino de los demás en relación contigo. Esta obra será el puntal por medio del cual esto suceda.
La expresión de nuestra relación divina, la cual abarca mucho más que estas palabras y toda palabra que te haya sido dada para que se escriba o transmita, despertará interés en todo el mundo. Será como un punto de reunión en el que se reunirán todos los que, desde la eternidad, han sido creados como constelación santa de amor de Cristo para que iluminen la tierra y el cielo por siempre jamás. Quienes se reúnan en esta obra, y toda obra que brota de nuestra unión, se reúnen conmigo porque somos una sola mente, un solo corazón santo, un solo ser. Recuerda que estas palabras son dichas de corazón a corazón, de ser a ser. Surgen en el cielo de tu mente santa, dentro del cual viven todos los que han hecho la opción por el amor.
Si bien es cierto que no existe una sola mente, ni un solo corazón que no sea alcanzado por esta manifestación de vida eterna, algunas resonarán con un tipo de manifestación y otras con otras. Esto se debe a que el amor tiene infinitas formas de expresión. Sin embargo, todas ellas son necesarias. No hacen otra cosa que invitar a otros a amar, expresándose dentro de su autenticidad. Así las cosas, esta obra tocará los corazones que desde la eternidad han estado buscando un tipo de “energía” o “vibración” espiritual dada y que han venido al mundo para unirse a ella. Esa “fuerza” o “tipo de frecuencia de pensamiento” es la que estas palabras crean por sí mismas. Otras manifestaciones crearán otras frecuencias, todas emanadas de la fuente del amor hermoso, por lo tanto serán idénticas en su origen y diferentes en su expresión.
Cada vez que un corazón y una mente se unan a la frecuencia vibratoria que estas palabras crean, serán llevadas por las ondas que genera este movimiento de amor. Cada una de ellas será movida y por ello saldrán a la luz, a la superficie, para que sean vistas por los demás. Puedes imaginarte a esta obra como un llamado que resuena en todo el mundo por medio de una poderosa trompeta que los ángeles hacen sonar con una llamada a que los hijos de la luz salgan a la luz. Esta no es una metáfora. Esta es la verdad.
Tú, que has leído estas palabras desde el inicio de esta obra, sabes que lo que se dice es verdad. Sabes que ya no eres el mismo que fuiste al empezar este camino de luz. Has cambiado. Te ha transformado mi amor y te has dejado llevar por el viento de mi espíritu. Estas palabras han tocado tu corazón, te han traído el recuerdo de un amor que no tiene principio ni fin. Te han llenado el alma. Tu corazón ha cantado y bailado al compás de mi voz porque sabe quién es el que le está hablando.
Tú, que has elegido la mejor parte y no te será quitada, tú que has elegido solo el amor, has de saber que eres parte esencial de esta obra. Sin ti estas palabras no existirían, como tampoco existiría el cielo. Eres un receptor del cielo.
Recuerda que lo que Dios da lo da para que sea compartido. Por lo tanto, el compartir lo que has recibido por bondad del cielo por medio de esta expresión angélica es algo que también compartirás. Lo harás porque tu corazón cantará feliz cada vez que comparta con tus hermanas y hermanos la sabiduría del amor. Como alma pura que eres, unida al amor eterno, con quien Dios mismo ha hecho un pacto de amor por el cual te has unido a él en estas palabras de vida eterna, tienes el derecho a ser feliz. Para ello debes reivindicar tu derecho de nacimiento de vivir en la alegría de compartir. Compartir lo que aquí has descubierto será tu gozo por toda la eternidad.
Te aseguro que cuando te decidas a compartir lo que eres en relación a Dios dirás, tal como tu Madre divina un día dijo para ti, por puro amor: todas las generaciones me llamarán feliz, porque el todopoderoso ha hecho grandes maravillas en mí. De ti brotará una dicha que no has conocido antes en la tierra. Una paz largamente olvidada. Y un amor que parecía perdido, pero que ha sido hallado para siempre.
Si supieras con cuantas ansias la creación espera tu expresión particular del amor de Dios, te apresurarías a reconocer el milagro viviente que eres y la santidad que vive en ti. Los ángeles esperan expectantes, revolotean ya en el cielo y te rodean por todas partes batiendo sus alas de alegría, volando el majestuoso vuelo de la luz de Cristo. Vienen llegando de todas las dimensiones. Vienen reuniéndose en torno a ti. Vienen para ver la obra de Dios. Llegan de todos los universos angélicos para contemplar las maravillas del hijo de Dios. Vienen a alabar al creador por haberlos bendecido con la gracia de la expresión de tu ser.
¡Oh, hijos del cielo! ¡Creaciones santas! Si conocierais la belleza que sois, y cuánta alegría experimenta vuestra alma al compartirla, vivirías felices desde ahora y para siempre. No existe hermosura más hermosa que la santidad. Esa que os ha sido regalada por puro amor divino, cuando fuisteis creados. Esa que nada, ni nadie podrá mancillar jamás.
¡Oh, luz divina de vuestro ser santo! Hijos míos. Vosotros que me habéis elegido, porque yo os elegí primero. Dejad que vuestra luz ilumine todo. Comenzad a refulgir desde ahora mismo para que el mundo sea cada vez más luminoso. Recordad que esa luz no procede del mundo sino del cielo. Llevad siempre presentes que permitiendo que el sol de vuestras almas puras ilumine todo, es como creáis el cielo en la tierra. Dentro de la luz de la santidad, creáis un nuevo mundo basado en el amor.
El tiempo ha llegado. Antes de que os podáis dar cuenta, comenzaréis a brillar como nunca antes lo habéis hecho ¡Es promesa de Dios!