Читать книгу PolíticaMente Incorrecto - Sergio Lotauro - Страница 11
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AUTOESTIMA II
Los psicólogos están entrenados para reconocer de inmediato los indicadores que señalan que un paciente posee baja autoestima. Pero, ¿qué hay de la gente común que no cuenta con mayores estudios en psicología?
Ya sea que empecemos a salir con alguien o que hayamos cambiado de trabajo y ahora tengamos un nuevo jefe o queramos hacer nuevas amistades, aquí les dejo varias recomendaciones sencillas que los ayudarán a identificar cuándo una persona tiene baja autoestima, para que estén prevenidos y mejor parados ante la eventual emergencia de cualquier conflicto.
Estas son algunas de las características que permiten reconocer a alguien con baja autoestima:
• Sesgo pesimista sobre sí mismos: como vimos anteriormente, las personas con baja autoestima poseen este sesgo pesimista sobre sí mismos que se traduce en un autoconcepto deficitario y poco realista. Esto, muchas veces, se traduce en una forma de hablar derrotista o autocompasiva.
“La gente se da cuenta de que soy tonta”, me dijo en una ocasión una paciente que hacía terapia conmigo.
“En realidad esa opinión es suya, no sabemos lo que piensan los demás, pero podríamos preguntarles”, le respondí.
Pongo este punto en primer lugar porque es sobre el que se apoyan los que siguen a continuación.
• Búsqueda de validación externa: quienes tienen baja autoestima necesitan elogios y halagos como el aire que respiran. En este sentido, son demandantes y sumamente sensibles. Invierten grandes esfuerzos buscando en los demás algo de reconocimiento que los haga sentir un poco mejor.
En una ocasión, escuché a una chica decir a quien parecía ser de su interés romántico: “Soy la persona más fea del mundo”.
Estaba buscando, sin duda, que el chico le respondiera al menos algo así como: “Para nada. He conocido personas mucho más feas que tú”.
Para alguien con la autoestima deteriorada, un comentario como este puede representar un gran consuelo y un aliciente.
• Tendencia a la personalización y la auto referencialidad: las personas que tienen esta manera de percibir la realidad atribuyen malevolencia a los demás cuando las cosas no salen como esperaban. Se convencen de que los otros buscan perjudicarlas a propósito, incluso en casos ambiguos o cuando no hay razones de peso para pensar algo así.
Cuando esto pasa, en general, responden de dos maneras opuestas y estereotipadas: se angustian y deprimen, o bien se ponen a la defensiva y luego contraatacan. Una tercera opción combina las dos anteriores.
“¿Cree que usted tiene alguna cuota de responsabilidad en lo que pasó?”, le pregunté a un paciente que acababa de relatarme una discusión con su pareja.
“¿Me está diciendo que yo tengo la culpa de todo?” me respondió visiblemente enojado ante lo que él entendía que era una acusación directa.
• Los celos patológicos: suelen ser individuos controladores y celosos. No solo temen la competencia de los demás, a los que perciben como una amenaza, sino que también son posesivos en un intento desesperado por asegurarse la lealtad de las otras personas, a las que sienten que pueden perder en cualquier momento.
Recuerdo el caso de un paciente que durante la semana se había enojado muchísimo con su novia porque ella había subido a Instagram una foto en la que estaba posando en bikini en la playa.
“¿Por qué subes esa foto?”, quiso saber, indignado. “¿Para quién es? ¿A quién le quieres gustar? ¿Por qué nunca pones fotos en las que estamos juntos?”
Fue tal el escándalo que hizo, que la chica terminó por acceder a reemplazar la “polémica” foto por otra acorde con las inseguridades de mi paciente.