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Capítulo 5

Alimentando a los Cuatro Mil

Mateo 15:29-39 • Marcos 8:1-10

Comida para Todos

Un sabio maestro sabe que la repetición es la fórmula comprobada para un buen aprendizaje. Para ayudar a los estudiantes a aprender una lección, el maestro debe repetirla de vez en cuando. Jesús no fue la excepción a esta regla. Por ejemplo, los Evangelios presentan relatos duplicados de las Bienaventuranzas, la Oración del Señor y la parábola de la Oveja Perdida.

Los escritores de los Evangelios registran los dos milagros de la alimentación de los cinco mil y de los cuatro mil. Algunos creen que este es uno solo y el mismo milagro expuesto por dos reportes diferentes. Pero la abrumadora evidencia demuestra que hay dos ocasiones, escenarios, locaciones y métodos contrastantes. En el primero, la gente está con Él sólo un día; en el otro, ellos se quedan por tres días. Incluso Jesús mismo se refiere a estos dos incidentes cuando Él pregunta a los discípulos acerca de la cantidad de comida sobrante que ellos habían reunido. Ellos respondieron en el primer relato que hubo doce canastas y en el segundo sólo siete.

Multitudes de personas calculadas en varios miles habían venido donde Jesús. Entre ellos había varios enfermos: el ciego, el lisiado y el mudo. Él los sanó y el ciego pudo ver, el lisiado caminó y el mudo habló. Sin duda hubo muchos otros que sufrían pérdida del oído, estaban poseídos del demonio o incapacitados de una u otra manera. Jesús los sanó a todos con la consecuencia que todos glorificaron al Dios de Israel.

La multitud permaneció con Jesús por tres días, durante los cuales consumieron todas las provisiones que habían traído con ellos. Jesús sintió compasión y comprendió que había llegado el momento de actuar. Si Él enviaba a la gente a casa con hambre, ellos podían desmayarse por el camino.

Los discípulos de Jesús preguntaron dónde podían encontrar comida suficiente para alimentar a una multitud tan grande. Su pregunta fue una simple cuestión de hecho, pues ellos ya sabían la respuesta. Obviamente, ellos recordaban lo que Él había hecho antes, al alimentar a una multitud.

El Mismo Milagro

Jesús preguntó a los discípulos cuántos panes tenían y ellos respondieron: “Siete, y unos pocos pescaditos.” Esta cantidad sería insuficiente para los discípulos y mucho más para una muchedumbre. Una multitud de cuatro mil hombres, sin contar mujeres y niños, necesitaba ser alimentada. Si Jesús pudo alimentar a una multitud de cinco mil con cinco panes y dos pescados, Él podía alimentar fácilmente a cuatro mil con siete panes y unos pocos pescaditos. Si Él pudo realizar el milagro una vez, ciertamente podía hacerlo una vez más.

Esta vez no había grama verde sobre la cual la gente pudiera sentarse. Sólo había un suelo duro con grama seca. Esto confirma que los dos relatos no sucedieron en la misma época del año. Jesús le dijo a la gente que se sentara. Luego tomó el pan y dio gracias a Dios en oración. Luego partió el pan y se lo dio a los discípulos, quienes a su vez lo distribuyeron entre la gente. Jesús hizo lo mismo con los peces, dando gracias a Dios, y con la ayuda de sus hombres alimentó a la multitud. Pan y pescado era una comida común para la gente del área del Lago de Galilea.

En el momento en que Jesús partió el pan y el pescado, el milagro sucedió. Ningún ser humano es capaz de explicar cómo sucedió esta hazaña, pues el acto en sí mismo fue un regalo de Dios para su pueblo a través de las manos de su Hijo. Todos en la multitud comieron hasta quedar llenos y de esa manera tuvieron la energía para viajar de regreso a sus casas.

Jesús ordenó a sus discípulos que recogieran los sobrantes para que todo quedara en orden. Nada se desperdició. La comida que ellos recolectaron cupo en siete cestas completas. Estas eran recipientes considerables. Si consideramos que el apóstol Pablo fue bajado en una cesta por la muralla de Damasco cuando escapó a mitad de la noche, tenemos una vaga idea de su capacidad. No hay explicación acerca de lo que se hizo con la comida adicional, pero ciertamente la distribución a los pobres es una opción.

Jesús probó una vez más ser el proveedor tanto de las necesidades físicas como espirituales de la gente. Él despidió a la gente mientras se embarcaba con sus discípulos para ir al otro lado del lago. Ellos remaron hacia una ciudad llamada Dalmanuta, situada en la orilla suroccidental en la región de Magdala.

Puntos para Reflexionar

 La repetición del milagro del pan y los peces se enfoca en el hecho de que Jesús es el hacedor de milagros que cuida a su pueblo en necesidad. Él hace señales para que la gente venga a Él y cuando ellos responden y se acercan, Él los bendice con regalos celestiales y terrenales y luego les da descanso. Los políticos llaman a las multitudes a acercarse y escucharlos. Ellos prometen muchas cosas, pero no pueden darles los regalos que Jesús promete.

 Jesús muestra su amor a todas las personas al satisfacer sus necesidades vitales. “El amor de Dios es mucho más grande de lo que una lengua o una pluma pueden decir.” La multitud de cuatro mil, sin contar mujeres y niños, estaba compuesta por judíos y gentiles. Las multitudes habían viajado de lejos y de cerca, lo cual apunta a una multitud mixta. Durante todo su ministerio, Jesús ayudó a los creyentes y a los no creyentes por igual. Él elogió a los gentiles por su fe en Él, pero reprendió a los incrédulos que presenciaron los milagros que Él realizó en medio de ellos pero rehusaron creer. Él los comparó a los habitantes de Sodoma y Gomorra que se levantarían contra ellos en el día del juicio.

 Los discípulos en esta historia estaban involucrados en el acto de dar hasta que todos estuvieran satisfechos. Todo lo que Jesús les dio, los discípulos se lo dieron a otros y al final, ellos reunieron las sobras. La lección que su pueblo debía aprender era dar libremente a aquellos en necesidad. Usted ha recibido libremente y así mismo debe dar. Con frecuencia yo he desafiado a la gente a imitar a Dios en dar. Luego agrego la predicción de que ellos fracasarán porque Dios siempre da muchas más bendiciones de las que podemos imaginar.

Los Milagros de Jesús

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