Читать книгу Los Milagros de Jesús - Simon J. Kistemaker - Страница 12

Оглавление

Capítulo 7

La Maldición de una Higuera

Mateo 21:18-22 • Marcos 11:12-14, 20-24

El Desayuno

Aparentemente, Jesús y los discípulos habían dejado la casa de María y Marta en la aldea de Betania. Él no había tomado aún el desayuno y estaba en camino a Jerusalén. En el recorrido, Él se fijó en una de las muchas higueras en el área cercana a Betfagué (que significa “casa de los higos”), un suburbio de la ciudad capital. Jesús se dirigió al árbol y buscó algunos pequeños higos para comer, los cuales son diferentes a los higos que se cosechan durante el verano. Estos primeros higos aparecen junto con las hojas a finales de Marzo y a comienzos de Abril y son predecesores de la cosecha de finales del verano.

Jesús buscó higos y no encontró más que hojas; no era la estación de los higos. En resumen, lo suyo era un ejercicio inútil, pues aun si Jesús hubiera encontrado fruto lo habría tenido pero de muy poco valor nutricional para sostenerlo durante las horas de la mañana.

Sin embargo, la lección que Jesús enseñó por medio de este incidente no apuntaba a sus necesidades físicas sino a la vida espiritual de la gente. Ellos vivían una vida tan estéril como las ramas de la higuera, llena de hojas sin fruto. Esta gente quería hacer rey a Jesús y hacerlo su líder para que los liberara de la opresión romana. Pero sus intentos de hacer a Jesús un rey terrenal, en lugar de reconocerlo como su Mesías, nunca los liberaría de la carga del pecado y la culpa.

La Maldición

Jesús miró el árbol y pronunció una maldición sobre él. Dijo: “¡Nadie vuelva jamás a comer fruto de ti!” ¿Jesús castigó este árbol por no dar fruto cuando Él lo buscó en una época del año cuando los higos no estaban en cosecha? ¿Estaba Jesús frustrado porque necesitaba alimento y la higuera no se lo proporcionó?

La respuesta a ambas preguntas es no. Jesús simplemente usó la higuera y la maldición como el tema de una lección para sus discípulos. Así como la higuera mostraba follaje pero no fruto, los judíos mostraban una adoración externa en el Templo, pero no crecimiento espiritual. El área del Templo se había convertido en un mercado y una cueva de ladrones. Aquí los mercaderes vendían los animales para el sacrificio a precios altos y los cambistas de dinero cobraban tasas exorbitantes a la gente que necesitaba la suma estipulada por los guardias del Templo. Al maldecir la higuera y referirse a la limpieza del Templo, Jesús demostró simbólicamente por qué la religiosa Israel no daba fruto y enfrentaría una eventual desaparición.

Un día después que Jesús maldijo la higuera, esta mostró señales de marchitamiento. Las hojas estaban débiles y empezaron a caer. Incluso un observador casual podía ver que la higuera había sido seriamente afectada por la maldición de Jesús. El árbol moriría en pocos días y entonces sería leña seca lista para el fuego.

Como el cumplidor de las promesas mesiánicas, Jesús había venido a los suyos, pero los suyos no lo aceptaron. Ciertamente, las autoridades religiosas lo rechazaron a pesar de toda su enseñanza, todos sus milagros y toda su compasión.

Las multitudes en Jerusalén mostraron una horrorosa falta de sinceridad y una deplorable inconstancia. Ellos lo recibieron con un sonoro “¡Hosanna!” el Domingo de Ramos pero lo despreciaron cinco días después gritando, “¡Crucifíquenlo!”

Cuando al día siguiente Pedro llamó la atención de Jesús sobre la higuera marchita, Él respondió diciéndoles que tuvieran fe en Dios. Pero, ¿qué significa eso precisamente? Fe significa aferrarse a Dios y nunca apartarse de Él. Para ilustrar, la fe puede ser comparada a dos láminas de cristal unidas horizontalmente por la parte superior de cada una. Parecen ser inseparables como si estuvieran pegadas, pues el aire no puede entrar entre ellas. La manera de separarlas es deslizando una sobre la otra. No hay nada entre las dos láminas. Pero cuando por una fuerza externa una de las láminas se desplaza, el aire entra y la adhesión desaparece. Así mismo, la fe en Dios continúa hasta que la duda entra y la elimina.

Jesús afirma que quien tenga fe puede decirle a una montaña “¡Quítate de ahí y tírate al mar!” y así sucederá. Esto no debería ser interpretado literalmente, sino más bien simbólicamente. La persona que tiene fe puede figurativamente mover una montaña de dificultades y tener éxito. Esa persona es un vencedor que ha recibido poder y capacidad de Dios para hacer proezas increíbles en beneficio de la iglesia y el reino de Dios.

El milagro de la higuera marchita es el único milagro que Jesús hizo que no tuvo un impacto benéfico inmediato en los discípulos. Aunque este milagro tuvo un efecto redentor cuando siete semanas después, en el Día de Pentecostés, estos discípulos predicaron el Evangelio y tres mil personas se arrepintieron, se quebrantaron y creyeron en Jesús. Ese fue el comienzo de una cosecha que finalmente vendrá a su término cuando Jesús regrese.

Puntos para Reflexionar

 Cinco días después de la maldición de la higuera, Dios se apartó del Templo de Jerusalén. Esto sucedió cuando Jesús murió en la Cruz en la tarde del Viernes de Pascua y la cortina del Templo se rasgó en dos de arriba a abajo y ya no había separación entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo. Dios salió del santuario interior en el Templo al rasgar la cortina, dejando el lugar sagrado a la vista de todos e indicando que su divina presencia ya no estaba. Desde ese momento, Dios empezó a morar en el corazón de los creyentes. Allí, Él reside y hace su Templo (1 Corintios 3:16; 6:19).

 El clero de los tiempos de Jesús desplegaba una apariencia externa de su religión pero no demostraba una fe interna. Debido a su falta de fe, ellos enfrentaban el inminente juicio de Dios. Ellos rechazaron el gobierno de Dios y gritaron que no tenían más rey que César. La equivalencia de ello en estos tiempos puede ser vista en las multitudes que en el mundo rechazan a Dios, su Palabra y sus leyes. Como consecuencia, quienes rehúsan escuchar a Dios no tienen comunión con Él y caminan en la oscuridad espiritual. Apostasía significa estar apartado de Dios para siempre.

 En el Día del Juicio serán abiertos dos tipos de libros. Estos libros contienen los registros de los actos que cada persona haya realizado y cada palabra que haya dicho. Uno es el libro de la conciencia, el cual acusa a quien comparece delante del Juez. Todos son responsables de los actos y palabras que testifican contra ellos. El otro libro es el así llamado Libro de la Vida. Todo aquel cuyo nombre está registrado en ese libro es declarado perdonado, absuelto e inocente. Estas personas conforman la cosecha que Cristo recogerá ese día.

Los Milagros de Jesús

Подняться наверх