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Prácticas de innovación

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Expuesto breve y burdamente, el anterior es el contexto respecto a las prácticas generadoras de conocimiento –esto es, las prácticas epistémicas– dentro del cual debemos plantear la pregunta sobre el tipo de políticas que deben seguir países como México y, en general, los de América Latina, para promover el crecimiento de prácticas generadoras y transformadoras de conocimiento cuyo efecto promueva el desarrollo social.

Una respuesta general es que deberíamos perseguir políticas en el terreno educativo, así como en ciencia y tecnología, que fomenten las capacidades de las personas para incorporarse y participar en las prácticas generadoras y transformadoras de conocimiento, las cuales a) expresamente se dirigen al estudio de problemas específicos y a proponer soluciones para éstos; b) se apropian del conocimiento exógeno que sea necesario para comprender el problema y para proponer soluciones; y c) éstas mismas generan el conocimiento que no se encuentra previamente construido, el cual es necesario para entender y resolver el problema en cuestión.

Tales prácticas, por lo tanto, transforman la realidad pues incorporan conocimiento que se produce de manera independiente de aquéllas, transformándolo muchas veces, y generando así nuevos conocimientos. Éste sería uno de los sentidos que daríamos al concepto de prácticas de innovación.

Cabe subrayar que, entendidas así, una característica de las prácticas de innovación es que en sí mismas constituyen el problema central al que se dirigen, es decir, originan muchas veces los conceptos necesarios para entender el problema, así como los métodos y las técnicas para transformar la realidad y resolver ese problema.

Una de las razones para introducir este concepto es que, entre los múltiples desafíos que se consideran para discutir una agenda de ciencia, tecnología e innovación en los países latinoamericanos, en especial en México, es que aparte del rezago en la educación, en la infraestructura de investigación, así como en la cantidad de personal capacitado para participar en las prácticas científico-tecnológicas, hemos de considerar muy seriamente la diversidad cultural, que incluye a numerosos pueblos con culturas tradicionales.

La tesis central que quiero defender, entonces, es que un elemento necesario que se debe desarrollar –si se ha de avanzar hacia una sociedad del conocimiento con justicia y equidad– son prácticas de innovación en el sentido mencionado, es decir, prácticas generadoras de conocimiento, en las cuales éstas constituyen el problema y generan el conocimiento pertinente incorporando y transformando, en parte, conocimiento previo (que incluye conocimiento científico); prácticas que son sensibles y dependen de los contextos culturales. Menciono algunos problemas que han de atenderse para que México se encamine, de manera significativa, hacia el desarrollo de prácticas de innovación así entendidas.

Una condición necesaria para lograrlo es que las políticas educativas, económicas, de ciencia, tecnología e innovación, así como las culturales, no sólo estén en estrecha vinculación y coordinación, sino que simplemente deberían ser aspectos distintos de una misma política.

La tesis sería entonces que, para lograr el desarrollo de sistemas de innovación, tiene que fortalecerse la cultura científica y tecnológica, atendiendo los diferentes contextos culturales del país. ¿Qué significa esto?, ¿cómo entender estos conceptos?

Ciencia, tecnología e innovación

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