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Conclusión

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El desarrollo de las redes socioculturales de innovación, en suma, requiere:

 Reconocer las diferencias entre las prácticas científicas, tecnológicas y tecnocientíficas, y que su desarrollo es necesario para impulsar los sistemas de innovación, pero que no significa que todos los científicos hagan innovación, a diferencia de generar conocimiento científico. Sin embargo, esto no quiere decir que los científicos no deban rendir cuentas a la sociedad, y tampoco los exime de responsabilidades éticas y sociales.

 Reconocer y actuar consecuentemente con la idea de que la responsabilidad de promover y fortalecer los sistemas de innovación corresponde a quienes diseñan y operan las políticas de innovación –como parte de las políticas educativas, culturales, económicas y de ciencia y tecnología–, no a los científicos, ni a los tecnólogos ni a los tecnocientíficos.

 Desarrollar la cultura científico-tecnológica crítica que incluya el reconocimiento y aprecio de la justicia social y la sustentabilidad.

 Gestionar las prácticas epistémicas de acuerdo con las peculiaridades culturales de los grupos sociales en las que se desarrollan y a quienes afectan.

 El desafío radica en promover los estímulos para que los diferentes agentes y grupos sociales interactúen de manera que generen, transmitan y aprovechen el conocimiento en su beneficio, así como en la resolución de sus problemas. Para ello se ha de impulsar la ciencia, la tecnología y la tecnociencia; después, promover los mecanismos económicos, sociales y culturales para su aprovechamiento.

La construcción de una auténtica cultura técnica, tecnológica y científico-tecnológica que conduzca a los sistemas socioculturales de innovación requiere, por tanto, de un gran esfuerzo educativo desde la educación primaria hasta el nivel universitario y de posgrado, sin olvidar la educación no formal, con el fin de modificar las actitudes básicas de los agentes sobre los sistemas tecnológicos. Esto requiere de profundas transformaciones institucionales, legislativas y estructurales en el Estado, así como de las actitudes de todos los ciudadanos. La tarea es titánica, pero si no respondemos adecuadamente a este asunto, la sociedad del conocimiento en México y en América Latina no será sino una etiqueta vacía más. ■

Ciencia, tecnología e innovación

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