Читать книгу Himnos. Tratados. - Sinesio de Cirene - Страница 26
Оглавление1 Cf. H. VI 3 s. (nn. 1 y 2), VII 5.
2 Cf. Génesis 3, 1 ss.; 2 Corintios 11, 3.
3 Cf. H. I 9, n. 3.
4 Intentamos mantener la imprecisión del original. En Sinesio, como vimos en H. III 66 (n. 16), el Hijo puede recibir el nombre de Padre.
5 Ephamérois: ya PÍNDARO , Píticas VIII 95, llamaba a los hombres «efímeros», «seres de un día».
6 La bajada a las regiones infernales cuenta con clarísimos antecedentes (ya desde el Poema de Gilgamesh ) en la literatura clásica: no sólo en Od. XI o en el mito de Er en PLATÓN , República 614b ss., por citar algunos ejemplos, sino también en el descenso al Hades de Salmoxis (HERÓDOTO , IV 95 s.; y cf. II 122) o el mismo Pitágoras (DIÓGENES LAERCIO , VIII 41). Pero Sinesio ha tenido muy presente un apócrifo neotestamentario, el Descenso de Cristo a los infiernos (la segunda parte del llamado Evangelio de Nicodemo , del todo independiente de la primera, las Actas de Pilato ), cuyo origen, aunque no su redacción actual, puede remontarse al siglo II d. C. Por otra parte, WILAMOWITZ (Sitzb. Ak. Berl. 14 [1907], 288) creía ver la figura de Heracles (mencionado por el poeta en sus Cartas 45 y 150) detrás de este Cristo de Sinesio. Téngase en cuenta que Heracles (que ya en la tragedia griega personifica al héroe salvador y se nos presenta como ideal ético) fue considerado por el estoicismo como el verdadero tipo del sabio (así en el Hercules furens de SÉNECA o en su De constantia II 1: cf. SERVIO , Ad Aen. VI 123, 395) y sus trabajos como un camino purificador del alma (cf. DIÓN DE PRUSA , Discursos V 23). Una cierta identificación de Cristo con Heracles ya se lee, por ejemplo, en JUSTINO , Apología I 54, 9. En el contexto gnóstico también encontramos al héroe: cf. HIPÓLITO , Refutación de todas las herejías V 26, 27 s.
7 Cf. Descenso de Cristo a los infiernos (versión latina B) II 2 («Entonces llegó Satanás, señor de la muerte, huyendo aterrorizado...»), III 1 («... la tierra y todos los lugares del infierno se estremecieron...»), IV 1 («Señor de la muerte, ¿por qué tienes miedo y tiemblas?»), VI 2 («... se espantó Satanás...»), VIII («Y he aquí que, de repente, el infierno se estremeció,...»).
8 Laobóros (hápax): en el citado Descenso de Cristo a los infiernos (recensión griega) IV 1 y 2, V 2, se califica al Hades de pamphágos , «devorador de todos».
9 Traducimos la conjetura de Mariotti, daímōn (cf. H. I 90 ss.), que puede tener a su favor (cf. ed. LACOMBRADE , n. ad loc. ) el hecho de que a Belcebú, en la versión latina A del Descenso , se le llama tricapitinus , «tricéfalo», al igual que el perro Cerbero (cf. SÓFOCLES , Traquinias 1098; APOLODORO , Biblioteca II 5, 12). Cf. M. SIMON , Hercule et le Christianisme , Estrasburgo-París, 1955, págs. 112 ss.
10 Frente a Hechos 1, 3-11, donde se habla de los cuarenta días que pasaron entre la resurrección y la ascensión de Cristo, en los versos de Sinesio no existe entre los dos acontecimientos ningún corte cronológico, en consonancia, pues, con Marcos 16, 19, Lucas 24, 50-53, Juan 20, 17, y, en general, con los escritores cristianos de los primeros siglos: cf. ed. LACOMBRADE , n. ad loc.
11 Cf. H. VI 36, n. 10.
12 Parece que el dato tradicional de las siete cuerdas de la lira (cf. Himno homérico a Hermes [IV] 51; IÓN DE QUÍOS , Fragmentos elegíacos 3, 3 BERGK ; EURÍPIDES , Alcestis 446; etc.) se une aquí a la noción de la música de las ocho esferas (cf. H. V 14; y PLATÓN , República 616d ss.), que, según el testimonio de CICERÓN , De Republica VI 18, producen siete sonidos distintos, imitados por los hombres doctos en los instrumentos de cuerda y en los cantos.
13 El planeta Venus como lucero de la tarde: cf. PLATÓN , Epinómide 987b.
14 Euryphaê: en el Himno homérico XXXI 2 y 4, la esposa de Hiperión y madre de Helio es Eurifesa.
15 Cf. H. III 20, n. 6.
16 Aristotéchnan: este epíteto se aplica a Zeus en PÍNDARO , Fr. 48, 2 BOWRA .
17 Ouranoû/... nṓtōn: cf. una expresión similar en PLATÓN , Fedro 247c.
18 «El cielo de silencio» traduce Lacombrade, donde se encuentra la morada de los dioses trascendentes, según los Oráculos caldeos, Fr. 16 DES PLACES .
19 Cf. H. I 245, n. 43.
20 Cf. H. V 9, n. 1.