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HIMNO IX

En un verdadero «mosaico de reminiscencias literarias» (por utilizar la expresión de la ed. LACOMBRADE , pág. 98), este himno, de indudable belleza formal, incluye múltiples elementos de diversa procedencia: alusiones a la lírica monódica y coral, a la poesía gnómica, a Platón, a Plotino, a ideas gnósticas y al cristianismo (en el v. 66 leemos una singular imagen de la Trinidad). Todo se engarza armoniosamente para insistir en el objetivo primordial del alma: la unión con Dios.

Por su carácter de monólogo protréptico, por sus referencias internas (p. ej., el poeta ve alejarse su juventud), parece indudable que este Himno IX ha de ser el primero en el orden cronológico (cf. nn. 5 y 7).

Métrica: dímetro jónico menor, que, a menudo, se presenta por anaclasis bajo la forma de anacreóntico (cf. H. V).

¡Venga, melodiosa lira mía! 1 , después de la canción de Teos, después de la tonada de Lesbos 2 , para estos himnos [5] más venerables haz sonar una oda doria 3 , no apta para las tiernas doncellas de amorosa sonrisa 4 , ni para la encantadora juventud de los florecientes mancebos 5 . Pues, en su pureza, el inmaculado alumbramiento de una sabiduría, de germen divino, me impulsa a rasguear las [10] cuerdas de mi cítara para un canto divino y me apremia a huir de la melosa ofuscación de los amores terrenales. Pues ¿qué es el poder, qué la belleza, qué el oro, qué [15] la fama y los honores reales en comparación con el afán de alcanzar a Dios?

Que éste gobierne bien el caballo 6 , aquél tense bien [20] el arco; uno guarde su montón de riquezas, el oro de su felicidad, para otro sea su orgullo la melena que le cubre [25] la nuca 7 ; que algún otro sea celebrado entre elogios de muchachos y muchachas por los destellos de su semblante; a mí, empero, me sea posible llevar una vida en silencio, anónima: sí, para los demás anónima, pero experta en [30] lo que a Dios concierne. Que la sabiduría me asista, buena como es para llevar adelante a la juventud y a la vejez, y buena dominadora de la riqueza. Sin pesar alguno, la [35] sabiduría soportará risueña la penuria, que es inaccesible [40] a las amargas cuitas de la vida 8 , con sólo disponer de lo suficiente como para permanecer a distancia del granero de los vecinos 9 , a fin de que la necesidad no me haga [45] doblegarme a las negras preocupaciones 10 . ¡Escucha el canto de la cigarra que bebe el rocío de la mañana 11 !

¡Mira! Resuenan mis cuerdas espontáneamente y una [50] voz 12 revolotea a mi alrededor. ¿Cuál será, acaso, la melodía que me va a producir este divinal alumbramiento?

Principio salido de sí mismo, custodio y padre de los [55] seres, inengendrado 13 , en su alto trono sobre las cumbres del cielo, exultante en su infinita gloria 14 , Dios se sienta inconmovible, pura Unidad de unidades, Mónada primera [60] de las mónadas, que unifica y crea la simplicidad de lo superior en engendramientos supraesenciales 15 : desde allí, [65] a través de la primera Forma sembrada 16 , esta misma Mónada se derramó inefablemente y adquirió un poder de tres cúlmenes 17 , y la fuente supraesencial se corona con la belleza de sus hijos, que del centro proceden y alrededor [70] del centro fluyen 18 .

¡Quieta, audaz lira mía, quieta! No reveles los misterios a las gentes no iniciadas. ¡Venga! Canta las cosas de abajo, pero las de arriba ocúltalas en silencio. El Intelecto [75] ya se preocupa de los mundos nuevos 19 , de ellos solos, pues, como principio del bien del espíritu humano, ya desde allí indivisiblemente se dividió 20 , en su descenso a [80] la materia, este Intelecto imperecedero, porción desgajada de sus creadores, divinos soberanos, débil sí, pero de ellos 21 . Él, todo y uno por doquier 22 , todo sumido en [85] el todo 23 , hace girar la bóveda de los cielos y, preservando este todo, se presentó dividido en las formas por él [90] gobernadas 24 : aquí, auriga del carro de las estrellas; allí, entre los coros de los ángeles; allí incluso, con ataduras que lo empujan hacia abajo, tomó una forma terrenal, se [95] apartó de sus creadores, absorbió el sombrío olvido 25 y con ciegos afanes quedó admirado de la ingrata tierra, él, un dios con la mirada fija en las cosas mortales 26 . [100] Existe, sí, existe una luz en sus veladas pupilas 27 .

Existe también de los aquí caídos una fuerza elevadora, [105] cuando, al huir del oleaje de la vida, sin inquietudes se encaminan por los senderos sagrados hacia el palacio del Creador. Feliz el que, huyendo del ladrido voraz de la [110] materia 28 , de un rápido salto emerge de la tierra y endereza sus pasos hacia Dios. Feliz el que, después del destino, después de las fatigas, después de las amargas cuitas [115] de los gozos terrenales, pone su pie sobre los caminos del intelecto y llega a conocer el abismo de divino resplandor. ¡Qué gran esfuerzo abrir 29 entero el corazón sobre [120] las enteras alas de los amores que elevan 30 ! Refuerza, tan sólo, tu impulso con estos cantos que llevan hasta lo intelectual: cerca de ti aparecerá el Padre, con los brazos extendidos, un rayo correrá a tu encuentro, te iluminará [125] la senda y desplegará ante ti la llanura inteligible 31 , principio de la belleza.

¡Venga, alma mía!, bebe de la fuente de la que mana el bien y, tras haber suplicado al Creador, asciende y no [130] tardes: déjale a la tierra lo que es de la tierra y, pronto, confundida con el Padre, dios en Dios mismo 32 , danzarás en su coro.

Himnos. Tratados.

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