Читать книгу El profeta pródigo - Timothy Keller - Страница 14

Jonás y los marineros

Оглавление

Jonás había rechazado el llamamiento de Dios de ir a predicar a Nínive. No quería hablar de Dios a los paganos o llevarlos hasta la fe. Así que huyó, ¡solo para descubrir que estaba hablando sobre Dios justo al mismo tipo de personas de las que estaba huyendo! Cuando la terrible tormenta comenzó, “los marineros estaban aterrados” (versículo 5). Se trataba de marineros experimentados que no se inmutaban ante las inclemencias meteorológicas, por lo que debía tratarse de una tempestad especialmente violenta. Sin embargo, Jonás está en el fondo de la bodega del barco, durmiendo tranquilamente. El pastor escocés del siglo XIX, Hugh Martin, dice que Jonás estaba durmiendo “el sueño de la aflicción”. Muchos de nosotros sabemos de forma exacta de qué se trata: el deseo de escapar de la realidad a través del sueño, aunque sea solo durante un rato.1 Estaba totalmente desgastado y exhausto, consumido por las poderosas emociones de ira, culpabilidad, ansiedad y dolor.

Este es uno de los contrastes expuestos entre los odiados marineros paganos y el profeta de Israel, respetable y moral. Mientras que Jonás no está en contacto con el peligro, los marineros se hallan en total alerta. Mientras que los problemas personales consumen a Jonás, los marineros buscan el bien común de todos en el barco. Cada uno ora a su propio Dios, pero Jonás no ora al suyo. También son conscientes espiritualmente de la medida en la que esta tormenta tiene una intensidad peculiar. Quizás apareció con una brusquedad que no era atribuible a las fuerzas naturales. Son lo suficientemente listos como para concluir que la tormenta tiene un origen divino, es posible que sea la respuesta a un grave pecado que ha cometido uno de ellos.2 Por último, no son cerrados de mente e intolerantes. Están abiertos a clamar al Dios de Jonás. En realidad, están más dispuestos a hacerlo que el propio Jonás.

Cuando el capitán encuentra dormido al profeta, le dice: “¡Levántate! ¡Clama…!” (en hebreo qum lek, versículo 6), las mismas palabras que Dios usa cuando llama a Jonás a levantarse e ir y llamar a Nínive al arrepentimiento.3 Mientras Jonás se frota los ojos, hay un marinero pagano que pronuncia las mismas palabras de Dios con su boca. ¿Qué es esto? Dios envió a su profeta a señalar a los paganos el camino hacia él. Sin embargo, son estos los que señalan a Jonás hacia Dios.

Los marineros continúan actuando de manera encomiable. Debido a que se han dado cuenta de que detrás de la tormenta están el pecado humano y la mano divina, echan suertes. En la Antigüedad, echar suertes para discernir la voluntad divina era bastante común. Es posible que escribiesen el nombre de cada uno en un palo y que el elegido fuese el de Jonás.4 Dios usa, en este caso, la suerte para señalar a Jonás. Sin embargo, incluso ahora que parecen contar con la guía divina, los marineros no entran en pánico ni se echan encima suyo. No asumen que tengan permiso para matarlo. En cambio, escuchan con atención las pruebas y su testimonio para poder tomar la decisión correcta. Muestran a Jonás y a su Dios el mayor respeto posible. Incluso cuando Jonás propone que le lancen por la borda, hacen todo lo posible por evitarlo. En todos los aspectos, eclipsan a Jonás.

Hay muchas cosas que el autor quiere que veamos en esta parte de la historia. ¿Qué debería haber estado aprendiendo Jonás? ¿Y qué deberíamos aprender nosotros?

El profeta pródigo

Подняться наверх