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¿Cuándo una persona tiene obesidad?

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La obesidad suele definirse mediante el índice de masa corporal (IMC), una división entre el peso (en kilogramos) y la altura al cuadrado (medida en metros).

Este índice tiene casi 200 años de historia. Fue inventado por un astrónomo belga, Lambert Quételet en 1830 con el objetivo de comprobar que los cálculos matemáticos podían predecir ciertos fenómenos biológicos. Se dedicó a tomar mediciones de presos franceses y escoceses para determinar que peso resultaba más frecuente para cada talla. A ese peso lo consideró “normal”, teniendo en cuenta exclusivamente su asociación con la altura y no guiado por criterios de salud. Posteriormente, las compañías de seguros de Estados Unidos tomaron este valor en la evaluación del riesgo de sus clientes debido a que su incremento se asocia a mayor prevalencia de sufrir algunas enfermedades. El problema es que ni el índice de masa corporal ni el peso resultan categóricos para diagnosticar la obesidad. Tampoco un valor normal descarta su presencia.

El índice de masa corporal sirve a los fines estadísticos, es un cálculo que permite determinar la probabilidad de obesidad en una población. En el caso individual puede fallar. Una persona con IMC normal puede tener obesidad abdominal (es el caso de personas delgadas con panza). Por el contrario, un IMC alto no siempre está relacionado con un mayor tejido adiposo. Quien tiene muy desarrollada su masa muscular, puede tener un IMC alto y no ser obeso. Este índice considera como únicas variables al peso y a la altura, aspectos que no siempre guardan relación con la composición del cuerpo ni con la prevalencia de enfermedades. La cantidad de masa muscular y grasa no se vinculan al cálculo, por este motivo, su interpretación puede conducir a error.

Cuando el tejido adiposo ha superado su capacidad de expansión es probable que comience a alterar la salud. También cuando se deposita grasa en órganos que normalmente no la poseen, como el hígado o el páncreas.

La circunferencia abdominal es una medición sencilla que permite estimar la grasa visceral localizada en el abdomen, cuyo incremento está vinculado al desarrollo de diabetes mellitus tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2016) la circunferencia debe ser menor a 102 cm en el hombre y 88 cm en la mujer. Sin embargo, el parámetro de normalidad varía de acuerdo a la etnia. En general, la medida del abdomen no debe superar la mitad de altura, por lo tanto, una persona que mide 170 cm debería tener una circunferencia inferior a los 85 cm. Existen otros métodos para valorar la composición corporal, como la bioimpedancia, que estima la cantidad y porcentajes de masa grasa y masa muscular a través de la conducción eléctrica de los tejidos.

En realidad, el riesgo cardiometabólico asociado a la obesidad depende de cómo se encuentre el tejido adiposo y de su funcionalidad. Lo importante es el estado de las células adiposas, si estas se agrandan y se quedan sin oxígeno, empiezan a liberar sustancias a la sangre que desencadenan un proceso de inflamación sistémica ligado a las enfermedades crónicas.

Un viaje por la nutrición de nuestra especie

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