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El aura y la conciencia estética

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Ciertamente, Benjamin y Gadamer están de acuerdo acerca de las limitaciones del arte por el arte y del genio. Para Benjamin, la reproducibilidad técnica implica la descontextualización de la obra de arte, la renuncia al hic et nunc original del acto creativo individual y, por ende, del genio del artista. El hecho de que se renuncie también al valor de testificación histórica del arte parece secundario para Benjamin, que pensaba que este vacío hubiera dejado espacio al contenido político y revolucionario.

Sin embargo, Gadamer ha mostrado que el fin de la relación entre el contexto histórico y social y la obra de arte tiene consecuencias fatales para su sentido, porque quita un factor esencial del proceso hermenéutico. La consecuencia es el regreso de la conciencia estética y del genio, que no necesitan el hic et nunc porque se fundamentan, como hemos visto, sobre sí mismos. Por eso su valor de experiencia significativa está limitado al momento de la experiencia artística, que como un sueño o una ilusión desaparece al tomar nuevamente contacto con la realidad. La reproducibilidad técnica permite entonces la posibilidad de eliminar el genio pero, a luz de la confrontación entre Benjamin y Gadamer, el encierro de la obra de arte en el puro territorio de la experiencia estética limita su alcance no solo en lo político sino también en los ámbitos social y educativo.

La razón del fracaso revolucionario, que Benjamin no se hubiera esperado, depende también de la caída de aquellas condiciones filosóficas (religión, marxismo u otro relato) que hubieran podido llenar el espacio que ha quedado libre por la eliminación del aura. En efecto, el nihilismo que caracteriza al pensamiento contemporáneo permite que el vacío dejado por el aura sea llenado por el mercado y el Erlebnis del consumismo. De esta manera el arte de la reproducibilidad técnica es un arte disponible para la manipulación de los individuos en sentido totalitario, lo que Benjamin quería a toda costa evitar. De estas contradicciones nace la crítica radical que caracteriza a la estética estructuralista de Adorno y el situacionismo de Debord.

La idea de Gadamer del proceso artístico como evento hermenéutico, relacionando constitutivamente la obra de arte con el mundo del lector, implica replantear, en este universo, el concepto de hic et nunc y de aura, posibilidad que Benjamin no había considerado. Recordemos que para Benjamin los medios de reproducibilidad técnica se dirigen, como principio, al público masivo (lo que constituye un dato a priori en la naturaleza de la reproducibilidad técnica). En otras palabras, las múltiples copias de la obra de arte están destinadas automáticamente a una multiplicidad de lectores, que son inaccesibles individualmente; así, el hic et nunc de la masa es indiferenciado y borroso.

Al resultar implícito el fin del vínculo con el hic et nunc del artista así como con el hic et nunc de los lectores, parece imposible que en los medios masivos se genere el evento hermenéutico que caracteriza a la verdad de la obra de arte. Quizás en este sentido se pueda replantear el problema de la muerte del autor, anunciado por Barthes y el postestructuralismo, en los términos de la muerte del lector.

La forma emergente

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