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Lo nuevo y las revoluciones artísticas
ОглавлениеEl tema de la crisis del arte es analizado específicamente por Vattimo24 al examinar el problema estético de lo nuevo y del progreso. Ahora bien, el mundo del arte parece ser un lugar en el cual los cambios y las revoluciones pueden actuar en estado puro, ya que las artes no están obligadas, como las ciencias, a una referencia con la verdad y con la realidad. En este sentido no se puede hablar de progreso artístico, como sí puede hacerse en las ciencias.
La hipótesis del progreso artístico se remite a Kant, en cuanto para este filósofo el progreso es posible como fruto del genio, porque este sabe cómo moverse de un paradigma a otro, operación que los procesos metódicos de las ciencias exactas y el gusto no pueden cumplir. Análogamente al concepto de “ciencia normal” de la teoría de las revoluciones científicas de Kuhn, el gusto kantiano sabe operar solo dentro de paradigmas establecidos. Además, dice Vattimo, lo que Kuhn cuestiona con su teoría es la división entre el quehacer de las artes y el quehacer de las ciencias; en efecto, podemos concluir en que las diferencias entre artes y ciencias, por lo menos dentro de esta analogía metodológica, están disueltas. Veremos más adelante lo que esto significa para la ciencia, pero este razonamiento coloca el arte en una dimensión de peculiar importancia filosófica, y le otorga un lugar central en la sociedad contemporánea. Así pues, toda la modernidad se presenta como la búsqueda del valor de lo nuevo, enfatizando el concepto kantiano del genio y por lo tanto la autonomía del arte y del artista.
Sin embargo, las épocas moderna y posmoderna se caracterizan por la decadencia de lo sagrado y el triunfo del materialismo; desde luego, lo nuevo artístico pierde cualquier implicación teleológica (finalizada en un ideal universal) y se convierte en un valor por sí mismo; en las ciencias, el progreso continuo empieza a ser una rutina (es poco lo que puede sorprender al hombre contemporáneo), otra razón por la que el pathos se transfiere a las artes. Pero la disgregación de lo sagrado, que constituye una fractura insalvable en el mismo concepto de progreso, es también la razón del fin de la modernidad: sin ninguna base metafísica las artes han vivido y viven la experiencia de lo nuevo solamente como una incorporación en la fantasmagoría del mercado y de los medios masivos. Por eso las obras más valiosas del arte de la modernidad tardía y de la posmodernidad se presentan como una evasión de la lógica del desarrollo y de la innovación: simultáneamente ha perdido su sentido lineal y continuo, su dinámica de pasado, presente y futuro.