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Primera parte
EN BUSCA
DEL SEXTO SENTIDO
DE LA INTUICIÓN
AL INCONSCIENTE:
LA INTUICIÓN
• Intuición y videncia

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Este preconocimiento, precognición, puede ejercerse en los dominios más diversos, siempre en referencia al futuro. ¿Cuál puede ser entonces la diferencia entre intuición y videncia? No es sencillo.

En la videncia se produce el hecho de ver alguna cosa que existe en la realidad y que sólo algunas personas distinguen. Es un asunto que está en el presente.

No hay en la videncia una visión real del futuro, todo lo más una interpretación, intuitiva precisamente, surgida en todo caso del inconsciente colectivo.

Esta sensibilidad hacia el inconsciente colectivo genera en el vidente profesional una videncia siempre más o menos asimilable a un retorno como el del ascensor. Extrae en el inconsciente popular lo que reenvía al consciente popular. Así, el retorno satisface a todos. Se podría ver en ello el efecto de la ley de la oferta y la demanda.

La mayor parte de los políticos son supersticiosos, y raros son los que no consultan con videntes la víspera de las elecciones. Este ejemplo define bien qué es la videncia, limitando su acepción.

En esta circunstancia, ¿qué ve el vidente, admitiendo que haya alguna cosa que ver?

Lo que ve es el estado actual de las cosas, es decir, el estado actual del cuerpo electoral. Siente este cuerpo electoral como un solo ser, y a partir de ello, pretende ver sus reacciones futuras en calidad de consecuencias inseparables de un estado presente. Se podría decir que se trata del conocimiento de un estado presente que trae aparejado otro estado presente.

En este caso, la videncia no sería casi más que el hecho de creer ver (adivinar) lo que los demás no ven.

Es útil subrayar otra diferencia entre videncia e intuición. La percepción de la intuición es subjetiva. Parte siempre de lo que percibe, para creer una cosa que no existe todavía, pero que su espíritu concibe por adelantado. En este caso de videncia, el elemento generador es lo que debe ser visto; llamamos a eso el «objeto» que existe, ya sea en el presente, ya en el futuro. El vidente es una persona cuya actividad específica no es subjetiva ni creativa: ve lo que los demás no ven, en el presente o en el futuro. El vidente puede hacer de su actividad una profesión. En cambio, no existen intuitivos profesionales.

Es la cosa que hay que ver la que hace al vidente, pero es la intuición la que hace que esa cosa exista.

EJEMPLO

En la avenida, un coche se pone en marcha. Un niño y su padre, este en la otra acera, esperan a que el semáforo se ponga verde. De pronto, una anciana lanza un chillido que, a causa del ruido, se ahoga en su garganta. Al cabo de un segundo el niño se precipita sobre el asfalto. Los frenos del automóvil chirrían y el niño es proyectado a tres metros de allí, sin más herida que un destello de pavor en los ojos.

«Llamamos aquí intuición a la simpatía por la que uno se traslada al interior de un objeto para coincidir con lo que tiene de único y, en consecuencia, de inexplicable. Al contrario, el análisis es la operación que vuelve a llevar el objeto a elementos ya conocidos, es decir, comunes a este objeto y a otros […] Hay una realidad a menos que los cojamos todos por dentro, por intuición y no por análisis. Es nuestra propia persona… nuestro yo».

(H. BERGSON, La pensée et le Mouvant)

Cuando la señora chilla desde el otro lado de la calle, ¿sabe por qué lo hace?

Una primera hipótesis sería que ve con anticipación el accidente que va a producirse. «Ve» al niño salir a la calzada y después ve el accidente como vería desfilar ante sus ojos las imágenes fijas de un sueño. A decir verdad, ¿lo ve o lo imagina, según su sensibilidad, con ese realismo de algunos sueños que parecen más verdaderos que la propia realidad? Hay en este proceso del imaginario una transposición hacia una puesta en escena, generada por el psiquismo de la señora. En este caso, ¿cuál es la cualidad del azar que hace que el accidente llegue tal como ella lo había previsto? Además, ¿se produce el accidente tal como ella lo había previsto? ¿Ve verdaderamente y por adelantado al niño atropellado estirado en el suelo, sorprendido por el golpe?

Una segunda hipótesis sería que la anciana no viviera en la gran ciudad, sino que estuviera de paso y por ello estuviera ansiosa, por todo lo que vive. Es una abuela que tiene hijos y nietos, pero sobre todo es una antigua nodriza. En ocasiones ha comentado que con ciertos niños no tenía comunicación, pero con algunos otros se comunicaba de manera inmediata y completa, hasta el punto de que en ciertos casos podía prever sus reacciones respecto a un determinado acontecimiento, como si se tratara de ella misma. No es lo suficientemente inteligente ni cultivada para analizar el porqué, pero eso siempre la ha fascinado. Es el azar, acostumbraba a concluir, los niños son todos diferentes. En este caso, cuando ha visto al niño al otro lado de la avenida ha sabido espontáneamente, pero de manera inconsciente, lo que haría. Así, cuando esta idea le ha recorrido el espíritu, ella lo ha sabido en el mismo instante. Entonces ha abierto la boca para chillar dos segundos antes de que él se moviera.

Esta segunda hipótesis es casi contraria a la primera.

En el primer caso se trataría de alguien que vive por avanzado alguna cosa que no existe en el presente, y en el segundo se trata de admitir que alguien en el lapso de algunos segundos se asimila al espíritu de otro hasta el punto de conocer su reacción inmediata.

La primera hipótesis procedería de la videncia: la señora no ha tenido una visión avanzada del accidente, sino sólo la idea de que algo inexorable iba a ocurrir. La segunda hipótesis sería la intuición y, por experiencia, la admitimos sin saberla explicar.

CONFIAR EN SU INTUICIÓN

«Examine los sentimientos y las ideas que le asaltan en consideración a su acción intuitiva. ¿Confía realmente en su intuición? Si sólo lo hace en ciertos casos, ¿por qué no en otros momentos? ¿Qué ideas previas ha recibido sobre la intuición? Identifíquelas y relaciónelas en una lista. Si lo necesita puede utilizar propuestas cuyo objetivo será poder neutralizarlas. Por fin pruebe a acordarse de alguna ocasión en la que se haya dejado guiar por la intuición. ¿Qué sintió entonces? […] Después de haber puesto en orden sus pensamientos y sus sentimientos intente utilizar su intuición en situaciones de poca importancia. Juegue consigo mismo. Por ejemplo, encuentre el mejor trayecto para volver a su casa en hora punta, o el mejor lugar para hallar un taxi. Acuda a su intuición para encontrar un sitio donde aparcar su coche. ¿Puede adivinar el color del coche más cercano al lugar en el que va a aparcar? Cuando espera delante de varios ascensores, adivine cuál llegará primero. En lo concerniente a la meteorología, ¿está dispuesto a cambiar sus planes porque se anuncia una tormenta de nieve, o tiene la impresión de que no pasará nada?


(S. OSTRANDER y L. SCHROEDER,

Les fantastiques facultés du cerveau

Editions Robert Laffont, col. «Les énigmes de l’univers»)

El sexto sentido

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