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Primera parte
EN BUSCA
DEL SEXTO SENTIDO
DE LA OBSERVACIÓN
A LA CONSTATACIÓN
• Yo…
ОглавлениеUna persona es en sí misma un mundo, un ego. Se podría llamar a eso un mundo interno. En nuestro planeta conviven varios millones de mundos internos y el conjunto representa para cada uno el mundo externo, es decir, el otro, el alter.
Cada uno puede decirse: el mundo externo está formado por todos los otros, salvo yo. Si esto se lleva bien, se puede decir que se trata de una relación altruista, porque va del ego al alter. Si se lleva mal, se trata, por el contrario, de una relación egocéntrica. La cuestión del sentido es importante.
La parte común impuesta a estas dos formas de una misma relación es la realidad, porque una misma realidad está al alcance de todos. La diferencia entre las personas es la manera según la cual ellas quieren moverse y sentir en presencia de esta realidad, porque hay dos maneras de comportarse. O bien uno se integra en el mundo y se adapta, o bien integra el mundo en sí mismo, y resulta lo contrario de la adaptación, porque para llegar a ello es necesario apremiar al mundo según las propias necesidades y naturaleza, y eso no es fácil.
En el primer caso la relación es altruista porque se fundamenta en el reconocimiento del otro, lo cual permite su conocimiento y, por ende, un estado de equilibrio. Es patente en este caso que la persona acepta considerarse como una parcela del mundo, es decir, poca cosa.
En el segundo caso la persona no soporta ser solamente una seis milmillonésima parte del conjunto. Por la misma razón no comprende que él, a decir verdad el ser más interesante que conoce, no sea más importante, indispensable para el mundo. Se puede concluir constatando que entre el mundo y la persona hay una relación de sentido positivo o negativo según haya aceptación o rechazo del otro. En el segundo caso se podría hablar de un contrasentido agotador. De este modo, hay personas que pasan su vida batiéndose «contra» en lugar de batirse «para».
Así pues, cualquiera que sea la posición del individuo, en el buen sentido o a contracorriente, es el actor en el inmenso teatro de la eterna comedia humana. Este papel de actor y la presencia de los espectadores que llenan la sala implican la necesidad de comunicar con el objetivo de hacerse comprender por los demás, antes que comprenderlos a ellos, ¡ay! Eso es humano.