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INTRODUCCIÓNLA VERDAD EN SU LABERINTO

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CAMILO UMAÑA HERNÁNDEZ

MICHAEL REED-HURTADO

La búsqueda y el establecimiento de la verdad son una contienda. Las situaciones más sencillas y pacíficas suelen dar lugar a un sinnúmero de versiones, panoramas y perspectivas sobre lo acaecido. En situaciones de graves conflictos sociales que derivan en conflictos armados o graves rupturas de la vida social, la verdad tiende a diluirse en todo tipo de pugnas y discordias. La pelea por la verdad se torna en motor de nuevas contiendas, que puede estabilizarse como un proceso abierto, sin solución, de la oposición entre bandos. En la contienda por la verdad se juegan la legitimidad de los actores de los conflictos, la comprensión del pasado, las estructuras interpretativas del presente y los fantasmas y remedios del futuro.

Este libro busca aportar a la comprensión del recorrido laberíntico que implica la búsqueda de la verdad y las contiendas que se generan en el proceso de develación de las verdades ocultas. Las reflexiones de los diferentes estudios que conforman el texto albergan reflexiones profundas sobre los problemas, críticas y oportunidades que emergen de diferentes experiencias internacionales y extranjeras, y, por supuesto, del marco del contexto actual colombiano. La reflexión colombiana busca contribuir al análisis de los esfuerzos por poner fin al conflicto armado en un contexto que paulatinamente reaviva profundos conflictos sociales hasta el punto de agudizar los cuestionamientos sobre la naturaleza de la guerra, de los guerreros e incluso de sus víctimas, con ocasión de la puesta en marcha de herramientas “transicionales” construidas con el propósito anunciado de promover cambios sociales bajo la premisa de proteger los derechos de las víctimas de violaciones graves.

Como consecuencia de factores culturales arraigados (especialmente de raíz religiosa), el proceso de búsqueda de la verdad habita en muchos de los discursos y de las teorías transicionales bajo lógicas de redención y armonía. La expectativa social de que, como prometen variadas religiones, la verdad nos haga libres, afinca sus promesas de sosiego y prosperidad en conocer lo sucedido para, según la recurrida fórmula, evitar repetir los errores del pasado.

Desde variadas ópticas, este libro cuestiona la idea de que el conocimiento de lo acontecido en un conflicto armado es un objetivo pacífico o incluso un consenso generalizable en la sociedad. Por el contrario, está cruzado por contención política, estados de negación, indiferencia y resistencia institucional. También es un objetivo acechado por la trampa, el miedo, el amordazamiento y la muerte. Las más variadas formas de censura se hacen patentes en el proceso. Más allá de las promesas salvadoras y purificadoras, la verdad no se manifiesta de manera sencilla. A las sociedades les cuesta esclarecer lo ocurrido durante los conflictos y les resulta aún más difícil reconocerlo.

Aunque el establecimiento de la verdad sea una meta social ideal, nadie puede seriamente prometer un camino pacífico hacia la verdad y el reconocimiento de las atrocidades perpetradas. La experiencia en todo el mundo ratifica que la búsqueda de la verdad y la justicia es un camino contencioso que puede o no terminar en una transformación hacia la coexistencia de grupos en disputa y la consolidación de formas incluyentes de gobierno.

El consenso y la armonía, sencillamente, no son productos expresos, quizás incluso viables, en un proceso de búsqueda de la verdad que pretende encarar las atrocidades del pasado. Los intereses son múltiples y enfrentados. Algunos perpetradores, aquellos que se encuentren expuestos, buscarán ganar algo del proceso; los perpetradores que no son conocidos harán todo por no ser descubiertos. Buena parte de las élites políticas, económicas y militares está interesada en esconder el pasado o al menos de enmarcarlo como un asunto superado, buscando alegar un estatus de víctimas para buscar protección moral y jurídica de cualquier reproche. Las reacciones de las víctimas tampoco son homogéneas: algunas quieren a toda costa saber lo que pasó y, sobre todo, su porqué, se preguntan cómo les pudo haber pasado de todo sin que nadie respondiera. Hay otras víctimas que quieren dejar todo atrás, para que nada más les pase o para poder recobrar un mínimo aliento de vivir el presente y proyectar su futuro. En el entretanto, la gran mayoría del público, indiferente, se pregunta por qué pasan tanto tiempo hablando de lo mismo.

Abandonar a la inercia social el conocimiento de los conflictos conduce a abonar el camino para no confrontar los pasados incómodos, o a versiones binarias de la historia donde los “malos y desviados”, en radical locura, se lanzaron inexplicablemente contra sus prójimos, los buenos. La histerización del horror que crea monstruos y establece hitos del horror tiene el potencial de crear una reacción moral en la sociedad, pero no aclara por qué pasó lo que pasó y, peor aún, no ofrece pistas para evitar que sigan pasando. La alternativa de establecer lecciones encumbradas en la sofisticación de la ciencia, sin el relato del dolor y el rostro de quienes lo vivieron, impide involucrar a los indiferentes, desdibuja el sufrimiento de las víctimas, profundiza el estado de negación y diluye la responsabilidad de los perpetradores. Después de todo, “la verdad, desde la perspectiva de aquellos más afectados por la violencia colectiva, reside, más que en los hechos mismos, en su interpretación moral, y la manera como son interpretados los hechos es comúnmente manipulada y distorsionada por aquellas personas que iniciaron la violencia” (Stover y Weinstein, 2004).

En la búsqueda por la verdad se juega no solo la responsabilidad sino la legitimidad de quienes participan en las hostilidades. No solo un relato sobre la sociedad sino su estatus ético colectivo, la autorrepresentación de su identidad, de su historia y, en últimas, de su grado de humanidad. Una sociedad que yerra se duele, una sociedad que no lo sabe no aprende, una sociedad que no lo reconoce no hace nunca el duelo.

¿Para qué la verdad al salir del conflicto armado? ¿Qué puede o debe ser considerado verdad para un conflicto armado? ¿Qué obstáculos se instalan en un contexto de salida del conflicto armado frente a la obtención de la verdad? ¿Cuáles son los lugares, sujetos, contextos y calidades de la verdad? ¿Existen oposiciones, debates, disputas o, tal vez, acuerdos, encuentros y mutua dependencia entre las verdades oficiales y las no oficiales, entre las verdades de victimarios y víctimas, entre las verdades conocidas y las ocultas? ¿Qué reflexiones actuales nos ofrecen los mecanismos empleados en Colombia para un escenario de superación del conflicto armado frente a la consecución de la verdad? ¿Qué lecciones podemos extraer de experiencias locales, regionales, nacionales e internacionales frente a este desafío?

Este libro apunta a muchas de estas preguntas. Nueve autores provenientes de diversas disciplinas (sociología, periodismo, derecho, criminología) y de diferentes latitudes reflexionamos en profundidad intentando aportar al debate contemporáneo, tanto local como global, de aquellas sociedades que buscan enfrentar un pasado de conflicto y aportar a la construcción social de la realidad, la historia, y la verdad –lo que de por sí dice mucho también sobre las sociedades que buscan sostener un estado de pacífico bienestar.

Contar con el escrito a modo de prolegómeno de Carlos Beristain, comisionado de la Verdad de Colombia y participante de tan diversas apuestas por la verdad en el país y el mundo, nos brinda un abrebocas especialmente relevante para comprender la lógica detrás del esclarecimiento de la verdad, así como sus desafíos desde la actualidad trepidante de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y la No Repetición, que nació como un mecanismo de carácter temporal y extrajudicial derivado del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Pocas reflexiones académicas existen en el mundo de comisionados en pleno ejercicio de sus funciones.

El libro inicia con un artículo sobre verdades incómodas y verdades insatisfactorias escrito por Camilo Umaña, profesor de la Universidad Externado de Colombia y coeditor de este libro, y Diana Durán, editora judicial de El Espectador. La combinación de las perspectivas sociojurídica y periodística del asunto tiene como resultado una reflexión sobre la incomodidad de la verdad y la dificultad de revelarla y reconocerla. Elaborando a partir de ejemplos actuales, empleando entrevistas a víctimas y material periodístico, este artículo trata de rescatar la insatisfacción y la incomodidad como propiedades de las verdades que deben rodear los momentos transicionales. En últimas, este artículo propone preguntas sobre la finalidad del proceso de esclarecimiento de la verdad, su utilidad y los efectos incómodos del proceso junto con sus posibles consecuencias de insatisfacción social o, incluso, más concretamente en las víctimas de la atrocidad.

En seguida, en “La verdad sin hechos. Sobre la erosión de la función investigativa de las comisiones de la verdad”, contamos con un autor de gran relevancia: Pablo de Greiff. En su experiencia como relator especial de Naciones Unidas para la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, De Greiff aportó de forma contundente al avance de estándares internacionales en contextos de transición. En su escrito, justamente, reflexiona de manera crítica sobre una de las instituciones acogidas por dichos estándares: las comisiones de la verdad. Este texto es relevante para cuestionar el alcance de las comisiones de la verdad, la expansión de sus mandatos y su impacto real poniendo de presente que su estandarización en las transiciones y su expansión de funciones han generado distorsiones en el mecanismo.

El siguiente artículo es obra del otro coeditor de este libro, Michael Reed-Hurtado. Enfatizando uno de los recorridos más difíciles del proceso de búsqueda y establecimiento de la verdad, Reed-Hurtado contribuye con una mirada a la mentira como recurso de negación. Este tercer texto ofrece una reflexión sobre mentiras institucionalizadas a través de una serie de argumentos que ponen de relieve dos temas presentes en gran parte de sus investigaciones: las estrategias de negación y la contención de la verdad. Extrañamente, en los procesos de búsqueda de la verdad pasa inadvertida o al menos velada la mentira. Es importante poder nombrarla sin eufemismos, reconocer sus efectos en el devenir social y avizorar la ingeniería institucional que se erige tras sus artificios.

Los siguientes dos artículos aportan una mirada a los laberintos, las ilusiones y las expectativas que surgen de los procesos de búsqueda de la verdad en otras latitudes. El cuarto artículo fue escrito por Gema Varona, desde el prestigioso Instituto de Criminología de la Universidad del País Vasco, quien desarrolla un texto sobre las intersecciones entre las verdades forense, judicial, histórica, periodística, narrativa, agonística y dialógica. A partir de una colección de experiencias del País Vasco, este artículo elabora importantes preguntas a partir de una mirada criminológica. El artículo avanza sobre el problema de los antagonismos sociales frente a la elaboración de la verdad en variados escenarios, la existencia de verdades cosmopolitas, la mitificación de las víctimas y la deshumanización de los perpetradores. En especial, este artículo resulta rico en tanto su reflexión de los distintos tipos de verdad se elabora en relación con el significado de las víctimas del terrorismo en una atmósfera polarizada como la vasca.

En seguida, a partir de la experiencia argentina, Valeria Vegh Weis presenta el quinto artículo del libro. En él, la autora detalla una serie de reflexiones acerca de la verdad como camino hacia la construcción de una narrativa transicional. Su desarrollo sobre la capacidad de las narrativas transicionales de establecer un plano fáctico, pero también axiológico, pone de presente el desafío (posiblemente la oposición) de la búsqueda de valores deseables frente a las particularidades de los casos de victimización y las necesidades de las víctimas. Empleando el caso argentino, este texto analiza el caso colombiano en una apuesta por lograr una narrativa fidedigna con enfoque de derechos, realzando la centralidad de las víctimas en el proceso.

Los últimos dos artículos concentran la mirada sobre el establecimiento de la verdad en el contexto de procesos judiciales especiales que se siguen en Colombia en el marco de esfuerzos de justicia transicional.

El sexto artículo explora los estándares internacionales de derechos humanos y su relevancia en la Jurisdicción Especial para la Paz. En “Verdad en una Colombia transicional”, Javier Alejandro Pantoja y Jairo Enrique Lucero hacen un trabajo pormenorizado de los estándares de la verdad desde el derecho internacional para recordar los desafíos que desde las ciencias jurídicas impone procurar por la verdad como derecho.

Finalmente, en el séptimo artículo, Ángela María Buitrago, destacada abogada y exfiscal delegada ante la Corte Suprema de Justicia colombiana, nos sitúa en el contexto colombiano con un desarrollo sobre la verdad tomando como campo de análisis el quehacer judicial. Su conocimiento en profundidad del funcionamiento del sistema judicial es puesto al servicio de este escrito, donde reflexiona sobre las formas de verdad que surgen de la aplicación de la Ley de Justicia y Paz en Colombia. Este artículo cuestiona en especial el potencial de la confesión y las versiones de los perpetradores, así como propone importantes reflexiones sobre la capacidad de contrastación de las versiones de los guerreros en escenarios judiciales.

Esta gruesa batería de análisis que componen este libro, como una forma de reflexión sobre el momento actual que vive Colombia, ilustra diferentes perspectivas sobre el laberinto que se debe recorrer en búsqueda de la verdad. En momentos en los cuales se descubren, se deponen o se confiesan algunas atrocidades, se abre literalmente un combate social por la verdad. La contención está en la médula de estos procesos. Dependiendo de cómo se comporten los distintos poderes (nacionales y locales) involucrados en la contención, el resultado puede ser más o menos conducente al reconocimiento de las atrocidades y de las víctimas.

El espacio para la contención política, sin embargo, necesita cultivarse bajo reglas de respeto y garantías básicas de seguridad y libertad de expresión para aquellos que reclaman: verdad, justicia y reparación. El proceso de paz colombiano se enmarcó en una visión simplista acerca de la verdad, creemos. Sin embargo, no hay nada más lejos de la realidad. Por el momento, esas condiciones de respeto y garantías no están aseguradas. El proceso es frágil y la libertad enfrenta múltiples amenazas. El país está sumido en una contienda que tiene el potencial de generar importantes acciones innovadoras, la constitución de actores sociales e, idealmente, la construcción de una identidad social basada en el reconocimiento. Desafortunadamente, esa misma contienda puede tener resultados desfavorables, enterrando aún más verdades que incomodan y evitando el doloroso reconocimiento de un pasado marcado por la atrocidad. La verdad está en contienda, esperamos que su búsqueda no sea a muerte.

La búsqueda de la verdad

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