Читать книгу Solo se lo diría a un extraño - Varios autores, Carlos Beristain - Страница 18

Trece

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—¿Vas a comer arroz con pollo el resto de tu vida? —me preguntó Kiko, calato en el sauna del club, con su chela en la mano.

Sudado hasta los dedos y a 45 grados centígrados, la pregunta me dejó helado. Me casaría en dos meses, y mi romanticismo y ganas de evolucionar no me habían dejado anticipar eso.

Igual me casé, y la pregunta quedó en el olvido de lo cotidiano y los hijos.

Pasó la pasión de los primeros años y, como un fantasma, volvió aquella escena del sauna: impertinente, desafiante, incómoda. Lo peor de todo: sin salida.

¿Iba a tocar a alguien más? Sintiéndome sano, querido, con buena chamba, exitoso y, sobre todo, con una relación de pareja sólida, ¿me quedaría en un estado conservador y de confort?, ¿o debía arriesgar, explorar?

Busqué consejo en amigos. Estaban todos igual o peor que yo: separados, divorciados. Hice terapia y le conté al diván sobre mi autosuficiencia y mis valores, y él, con esa voz que tienen los divanes, respondió:

—Háblalo con tu esposa.

Me costó años atreverme. Hasta que, una tarde helada, y luego de evaluar la opción menos dañina, le propuse a mi mujer hacer un trío con alguna flaca.

—Tú escoges —le dije.

Me dijo que sí.

No tardé ni medio segundo en imaginarme entre las dos en una cama, cumpliendo todas mis fantasías.

—OK, pero después lo hacemos con algún pata. Tú escoges —me imitó.

La payasada se me acabó de golpe. Hoy soy especialista en ponerle culantro al arroz con pollo.

Solo se lo diría a un extraño

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